Not Without You

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- ¡Sehun, para ya por favor!

- ¡No, no lo haré! ¡Me cansé de que estés ahí encerrado!

- ¡Por favor! No pienso exponerte a esta tortura, ¡Cada día se hace peor! Por favor, solo vete...

El menor comenzó a llorar sin poder detenerse. Su novio, Junmyeon, había contraído la enfermedad que se había apoderado de la mitad de la población en cuestión de meses: Líneas negras que aparecían por todo tu cuerpo, haciendo recorrer un intenso ardor por todas tus venas, la sensación de que tus huesos se quemaban y un dolor de cabeza insoportable que terminaba en demencia. El chico bajito ya había pasado un mes encerrado en aquel cuarto por petición propia, no quería que Sehun se contagiara, tanto así que él se quedó con la llave del cuarto e hizo complicadas maniobras para bloquearla y que sólo se pudiese abrir desde dentro. No había tenido contacto con nadie en todo ese tiempo, sólo podía obtener la comida a través de una abertura hecha en su puerta y no podía hacer nada más que acostarse e intentar ser fuerte ante el dolor de la plaga. No sabía con exactitud por qué había enfermado, ¡él y Sehun se habían cuidado bien! No habían salido de su departamento más que dos veces para traer los víveres y cuando lo hacían era con esos trajes aislantes que el gobierno había obligado a usar en el mundo exterior de gran efectividad. No habían comprado nada en línea que pudiese almacenar al bicho, pues muchos de los primeros casos se habían dado así, desinfectaban cada una de sus cosas y aún así Junmyeon estaba contagiado. Su cuerpo ya estaba pintado casi por completo de ese grotesco color negro, su mente iba a estallar. Sentía que no podría seguir, pero debía hacerlo, por Sehun, por su amado novio. Aquel que lo ayudó cuando todos a su alrededor le habían dado la espalda. El que lo iluminó en sus momentos más oscuros, que le hizo darse cuenta de que aún había cosas por las que valía la pena seguir viviendo. No podría soportar ver a aquel chico alto y esperanzado con las marcas de la muerte en su piel, menos sí él sería la causa de ello.

- Junmyeonnie, por favor - Sehun estaba recargado en la puerta de la habitación, estirando su mano enguantada a través de la abertura sin poder contener más las lágrimas - S-si no vas a dejarme entrar al menos déjame tomar tu mano una vez más. Por favor...

Lo único que Junmyeon quería era volver a abrazar a Sehun y no soltarlo nunca más, sentir el calor y la seguridad que le generaba. Allí tirado en ese cuarto vacío se sentía incompleto, sin la otra mitad de su corazón. Pronto, el bicho encontraría su órgano vital y lo devoraría lentamente sin que nadie pudiese ayudarlo. Los trabajadores de salud ya no daban abasto, la probabilidad de que lo atendieran era una en mil millones.

Junmyeon quería y necesitaba a Sehun, pero no podía tenerlo en ese estado. Aún así, no iba a dejarlos. Con esfuerzo, se acercó a la puerta y tomó la mano de su pareja. El guante le recordaba que eso era lo único que podría sentir de él. No era por completo el aura de tranquilidad que siempre le transmitía, pero era suficiente saber que él seguiría allí, esperando a que mejorase incluso si las probabilidades eran nulas. Se aferró a aquella mano mientras escuchaba el llanto de Sehun al otro lado, maldiciéndose por no poder hacer nada, por no poder reconfortarlo, por no poder transmitirle la idea de que todo saldría bien porque él mismo ya no lo creía posible.

Al final del día, Sehun se había ido del lugar. Junmyeon intentaba dormir, pero hace días que no podía cerrar los ojos sin sentir dolor. Trataba de encontrar calma en la luz de la luna que se colaba por la pequeña ventana y en la melodía que guardaba en su cabeza para no sucumbir a la locura.

A media noche, escuchó como el cerrojo de la puerta se rompía y esta era abierta con un estruendo. Cuando supo de qué, o mejor dicho de quién se trataba, casi colapsa. Una mezcla de terror, alivio, defensa y felicidad se formó en su interior cuando vió a Sehun acercándose. Sin saber cómo, había atravesado el portal y ahora estaba allí, otra vez frente a frente.
Después de haberse reprimido por tanto tiempo, Junmyeon empezó a llorar sin poder detenerse.

- ¡No! Sehun, aléjate de mí. Por favor... - Las lágrimas ahogaban sus palabras.

Sehun avanzaba lentamente mientras Junmyeon se alejaba lo más que las cuatro paredes le permitían. El menor también lloraba, no llevaba el traje de prevención, ni guantes ni nada que pudiese aislar la plaga.

- Lo siento mucho, por favor perdóname. Ya no puedo más.

Luego de aquellas palabras, Sehun abrazo a su novio mientras los sollozos de ambos llenaban el ambiente. Junmyeon tampoco aguantaba más así que lo atrajo más hacia sí, apoyando la cabeza en su hombro, asiéndose a él como si su vida dependiera de ello.

- ¿Por qué lo hiciste? - Preguntó Junmyeon sin dejar de llorar.

- Conejo tonto ¿De verdad estás preguntando eso? ¡Es porque te extraño! Te estás muriendo y yo no puedo hacer nada más que dejarte aquí pero ya no quiero hacerlo. Idiota, no me importa la plaga, prefiero estar enfermo que vivir cien años sabiendo que te dejé aquí. Si un día te llamaba y ya no respondías ¡¿Qué crees que habría hecho?! Ni siquiera me dejabas verte la cara. Sé que no querías contagiarme, pero créeme cuando te digo que tener a la persona que más amas aislada mientras se pudre se siente mil veces peor que cualquier enfermedad.

- Lo siento. De verdad lo siento, perdóname.

Sin previo aviso, Sehun junto sus labios con los de Junmyeon, reconfortandose con ese contacto que tanto había echado de menos y que no quería volver a abandonar. Después lloraron, se mantuvieron abrazados en aquella habitación mientras se repetían incansables cuanto se amaban. Hablaron por horas sobre sus vidas, los momentos que habían pasado juntos, desde la desastrosa confesión de Sehun con un pastel hecho por él mismo hace ocho años, hasta el día en que llegaron por primera vez a su nuevo departamento y empezaron a formar mil y un planes. Conversaron sobre lo jodido que estaba el mundo, irreconocible y trataron de hallarle un lado bueno a la situación, aunque sin mucho éxito, pues uno de los dos ya estaba enfermo. Finalmente acabaron dormidos y se encontraron también en sueños, por sí aún quedaba duda de su afecto.

Al día siguiente, lo primero que vieron fue el rostro del otro, una imagen que hace treinta días no tenían y que valorarían más de ahora en adelante. Al desplazar su mirada, Junmyeon vio la primera línea negra formándose en el cuello de Sehun.

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