Wonderland

283 23 2
                                    

- Inspirado en Alicia en el País de las Maravillas y Alicia a Través del Espejo.
________________________________________

¿Qué era este sitio? Nadie sabía. ¿Por qué existía? Dato sin importancia. ¿Utilidad? Perderse.

No iba a sentir la diferencia, ya estaba extraviado. No sabía nada. Su familia siempre pareció ajena a él y él de ella. Una utilidad a su persona no había encontrado, ningún arte dominaba ni ningún encanto tenía, se sentía lejos de la tierra, en un limbo entre lo real y lo irreal sin importarle mucho lo primero. Tan igual daba encontrar un sentido a su existir que en cuanto el Conejo Blanco se apareció no dudó en seguirlo, hasta El País de las Maravillas, que se erguía ante él como un torbellino de naipes y colores incomprensibles para los comprendidos, esos que no hacían más que seguir un patrón mecánico en su vida, sin sentimiento ni emoción, sin razón más que la de "hacer algo útil" ¿Cómo se llamaban? Ah, sí: "cuerdos", "normales". Junmyeon no pertenecía a este grupo, ni a ninguno.

Cayó por la madriguera y cruzó la pequeña puerta. La gente en su interior era todo un espectáculo, vestidos con llamativos trajes, sombreros grandes, cantando canciones sin ritmo ni letra reales, bebiendo té, burlándose de los relojes y parloteando. Allí, solitario sobre un sillón mullido, tomando strangedream, estaba la oruga azul, un hombre bajito con lentes, trajeado en tonalidades del mismo color, soltando aros plateados por la boca, como si de humo se tratase.

- ¿Quién eres tú? - Le preguntó.

- No lo sé, ni creo que importe.

- ¿Por qué no importa?

- Dígame usted por qué importa.

- ¿Quién eres tú?

Se rindió. Nadie escuchaba, nadie contestaba. Siguió la travesía por ese extraño universo, a través de los espejos halló a la Reina Blanca, envuelta en telas con sus cabellos flotando y la falsa corona de cristal sobre su cabeza. Se movía como una ninfa, tan armónicamente como etérea que era.

- ¿Te acuerdas de algo? Yo sí, de que el próximo lunes alguien saldrá de aquí.

- ¿Cómo puede acordarse de algo que aún no pasa? - Cuestionó el chico perdido y curioso.

- ¿Mmm? ¿Acaso tú memoria no funciona en ambos sentidos? Pobre de ti. Es débil quién no recuerda hacia adelante y olvida hacia atrás.

- Temo no entederos.

- Poco importa entender a quien es fugaz, y más importa entenderse a uno mismo a la vez que desentenderse.

De nuevo el cristal traspasó y la Reina Roja la reemplazo, con su corona de púas y el cetro de tréboles.

- Corre y te quedarás dónde estás, quédate dónde estás y mil millas recorrerás.

La mujer fue achicándose hasta no ser más que una pieza de ajedrez, que después se disolvería en mil gotas carmín. Siguió avanzando a través del mar reflectante, halló un rompecabezas de vidrio y por inercia lo armó, sin saber el porqué o cómo. El camino de losas negras y blancas estaba aquí, lleno de unas ondas contrastantes que ocultaban todo, a excepción de una sonrisa brillante sin dueño.

- Si eres alguien, mejor aparece y deja de marearme.

Generosamente la sonrisa desaparecido y se trasladó a escasos pasos de él, para después dejar ver a su propietario: un gracioso muchacho de orejas, cola y ojos gatunos cuya mirada hipnotizaba.

- Creí que Conejo había sólo uno.

- No soy un conejo.

- ¿Ah, no? Lástima, son una gran compañía, aunque molesta a veces. ¿De dónde vienes y a dónde vas?

- No lo sé...

- Porque si yo viniera a algún sitio, seria con la Reina de Corazones, pero estoy yendo contigo, y puedo decirte que a ningún lado vamos.

- Me has enredado.

- Perdona - Se esfumó y volvió a materializarse, esta vez más lejos, parado en el aire.

- ¿Te gustaría jugar al críquet? La Reina es la mejor por aquí.

- No tengo invitación.

- ¡Oh! Mejor aún, a ella le encantan las sorpresas. Estoy seguro de que tú le gustarás mucho. Nos vemos ahí.

Lentamente fue borrándose hasta dejar solo la sonrisa, que finalmente se fue con el resto dejando una estela de brillos.

Junmyeon continuo hasta llegar con un peculiar trío sentados a la merienda: uno dormido sobre los bizcochos, otro sirviendo té en tazas que luego eran lanzadas al aire y otro muy alto con sombrero de copa adornado de plumas y cartas de la baraja.

- Llegas tarde para el té - Dijo el Sombrerero .

- Perdone usted - Respondió Jun, tomando asiento en una de las múltiples sillas vacías.

- ¡¿Qué haces?! ¡No hay sitio! - Exclamó el que estaba dormido, sin abrir los ojos, y se desplomó de nuevo sobre los dulces.

- ¡Qué mala educación! - Añadió el otro chico, poseedor de grandes orejas de liebre.

- Dejádlo, mis amigos son sus amigos.

- ¿Somos amigos? Pues tu cara no me suena de nada.

- Sehun, querido, llámame así. ¿Tú nombre es...?

- Junmyeon.

- Encantador ¿Qué te trae por aquí?

- Ni siquiera sé si realmente estoy aquí.

- Soñador, entonces, sólo nosotros entramos aquí. ¿Gustas una taza?

- Gracias.

Sehun le sirvió el té y algunas galletas. Hizo acertijos "¿En qué se parecen un cuervo y un escritorio? ¡No tengo la más mínima idea!" Bailó junto a sus compañeros sobre la mesa y animaron a Jun a sumarse, pero luego de un rato la cháchara le pareció abrumadora y escapó de allí. En la negrura que lo absorbió crecieron rosas blancas, de grandes tamaños que florecían en color blanco. Se disponía a tomar una, más se tornó de rojo en cuanto una fuerte voz sentenció:

- ¡Qué le corten la cabeza!

Era la Reina de Corazones, con su enorme vestido de naipes y la gran corona de oro y rubíes.

- ¡Cultiva tus propias rosas y deja las mías en paz!

- No pretendía ofenderla.

- Más lo hiciste ¡Corténle la cabeza!

- ¡No, por favor!

Se cubrió el rostro con las manos y segundos después una lluvia de naipes cayó sobre él.

- Junmyeon, despierta.

Era Sehun, ofreciéndole su mano para levantarse de aquel montón de cartas. La aceptó y sintió como las paredes oscuras a su alrededor eran destruidas. Un maravilloso jardín lleno de flores, fuentes, setas y color llegó en su lugar.

- Estoy perdido, Sehun, no sé qué tengo que hacer, a dónde ir... No sé ni quién soy yo.

- Shh, no estamos para nadar ahora - Respondió el más alto, secando con sus manos las lágrimas del bello rostro de Junmyeon -. También estoy extraviado, pero ¿Sabes que me mantiene derecho? Tú. Eres como la brújula que me hace saber el camino, la voz que me mantiene sano y me vuelve loco, porque así es como las mejores personas están. Y yo quiero ser lo mismo para ti, aunque no sepas qué viene a continuación o a dónde llegar, con que logré que te encuentres a ti mismo, estaré feliz con eso.

- Creo que... Ya me has dicho a dónde debo dirigirme.

Le abrazó y él entendió a dónde Junmyeon debía estar, y dónde él mismo debía y quería quedarse: en los brazos, besos, susurros y cariños del otro. Daba igual si en ese momento no estaba seguro de quién era, porque juntos lo descubrirían, juntos caminarían a través del tiempo, por el Palacio de los Sueños, el Jardín de la Memoria y de ambos lados del espejo, sin preocuparse más por buscar respuestas a preguntas que no las requerían, porque todo lo que importaba era que juntos habían encontrado su verdadero y único País de las Maravillas.

♥️♣️♦️♠️

SeHo StoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora