IX

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《Ya, no afiles las navajas, ya no me hace daño cuando me las clavas.
Ya, no afiles los colmillos, ya no me hace daño cuando me desangras.
Ya no me destruyas más.》

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IX

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Y tan sólo un par de semanas después, sucede:

-Ino y Sakura, se encargarán del servicio hoy.

Su amiga da un respingo tan fuerte que, desde el otro lado de la mesa, Sakura escucha sus vertebras tronar. Ahora todas están mirándola fijamente esperando algún tipo de reacción.

La pelirosa se lleva la taza de té a los labios sin musitar una palabra, pero no pierde de vista la sonrisa socarrona de Anko y como los dedos de esta se balancean en la mesa en su actitud despreocupada.

-Tsunade sama-interrumpe Shizune-. Yo podría encargarme, Sakura es buena bailarina, ella es la estrella, si no esta en el espectáculo...

-No. El cliente la ha pedido específicamente a ella.

-Vaya, la rosadita por fin va a hacer el trabajo.

-¡Callate, Anko! -suelta Ino-Me tienes cansada.

-¿Yo? Si es ella la que nos tiene cansada a todas, es como una muñeca andante ¿Qué por fin van a dejar de jugar a cenicienta? ¡Me importa una mierda!- da un golpe en la mesa y sale de la cocina azotando todo a su paso. Su ira es inexplicable, pero Sakura está segura que no es la única que está enojada. Anko se detiene en la puerta, a punto de cruzar y vuelve la cara: -¡Ni siquiera se qué coño le ven, es sólo otra puta más como nosotras!

A Tsunade no parece molestarle, tiene los ojos enfocados en Sakura, y esta no sabe a donde mirar que no sea el ambar de la rubia. Por alguna razón, es la vergüenza de los años, Sakura nunca ha logrado mantener de nuevo la mirada de Tsunade, como si la mandamas pudiera ver la mentira tras los ojos verdes. La pelirosa llevaba años mintiendole, jugando el papel de muñeca de trapo, y es tan sólo hasta ese momento que Tsunade parece haberse percató que las muñecas de su caja tienen vida.

La mujer despide a todas pero impide que Sakura que vaya con solo darle un gruñido, la pelirosa retuerce las manos en su regazo esperando las palabras de la mayor.

-Sabes que tienes que hacerlo, ¿verdad?

-Si, Tsunade sama.

Tsunade suspira.

-Mirame a la cara-dice. Apoya la mejilla en su mano- ¿No eres virgen, verdad?

Traga el nudo de su garganta. La sola pregunta exterioriza las sospechas que la mayor siempre ha tenido sobre ella. Como si nunca, en algún momento, llegó a creerse la charada de Kakashi, o si luego de aquel mal cliente que Sakura como por Ino, Tsunade aún dudará de lo que Sakura era capaz.

La experiencia con el Jefe de la mafia estaba más reciente.

-No, Tsunade sama.

-No me mientas.

-No lo hago, Tsunade sama. No soy virgen desde lo de Kakashi y está usted bastante clara en todo lo que ha venido después. Recién sucedió lo de Sukea.

La rubia asiente cautelosa.

-No has hablado de eso, ni siquiera con Ino.

¿Cómo lo sabe?, piensa. Es que Ino es otro peón más en su juego maligno. No tiene voz ni voto, y como esperaba, su amiga bien podría ser el conejillo de indias que Tsunade tiene jugando entre sus filas.

Cuando florezcan los Cerezos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora