VIII

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El destino los había unido con un lazo tan fuerte que solo es posible encontrar uno igual entre un millón》
-o-o-o-

VIII
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Sakura ni siquiera recuerda cómo, pero acaba de despertar de vuelta en su cama, tan agotada que sólo abrir los ojos le causa trabajo.

—¡A pararse, chicas! —la voz de Tsunade entra en su cabeza como un instrumento afilado destrozando todo a su paso.

—Joder, Tsunade sama, es muy temprano aún—gime Yugao.

Sakura abre un ojo y ve la luz cegadora del día entrando por la puerta que la mujer mantiene abierta. Un par de siluetas se mueven tras ella, Sakura cierra el ojos de nuevo, tal vez, si se queda acostada y en silencio, todos se olviden de ella. Solía pasar cuando era niña, entonces Shizune se refería a ella como la niña olvidada. ¡Qué ganas de llorar tremendas en ese entonces!  Ahora sólo quería volver a esos años y fundirse en el olvido nuevamente.

—Hoy hay trabajo, ¿Comprenden?

—Pensé que era nuestro día libre.

—Pues pensaste mal, Shizune. Hoy es el día en que debo sellar el trato y las quiero ahí para nuestros invitados. ¡He dicho!

La puerta se cierra con un golpe estrepitoso e intantes después se vuelve a abrir ahora con la silueta femenina de Ino que se mete con Sakura bajo las sábanas.

—Ino—dice Yugao— ¿De qué demonios habla ella?

Ino le pasa la mano por la cintura y Sakura la siente buscar desesperadamente su cuerpo como si necesitase aferrarse a algo.

—Anoche no firmó el trato. El pez gordo del grupo se fue a media reunión.

Sakura se estremece ante sus dedos, están fríos como el hielo, así es como se siente Ino  y todo lo que tiene que ver con ella. La mirada gélida en sus ojos azules se ha vuelto más que un hábito.

—¿Y se supone que nosotras paguemos los platos rotos?— pregunta Shizune.

Pero Ino no responde, ya está quedándose dormida o eso espera Sakura, porque repentinamente se ha quedado muy callada, demasido.

Entonces cuando Sakura está a punto de abrir la boca, ella vuelve a hablar: —Somos sus trofeos, pero también somos el premio de consolación.

Y tiene razón, tiene más razón de lo que todas quieren aceptarlo, por lo que nadie replica y el día inicia con tranquilidad hasta que Sakura decide que es el momento correcto de levantarse.

Espera que las mayores se hayan ido y trata de quitarse las sábanas, pero Ino le detiene del brazo.

—Ella quiere usarte—dice.

—¿Qué?

—Tsunade sama, quiere tenerte como trofeo cuando firmé su contrato. Te venderá a ese hombre.

Esta oscuro pero Sakura puede imaginarse en la mente la expresión de Ino, y no le agrada para nada.

—Siempre lo hace, Ino.

—No así. Lo hará como lo hizo conmigo aquella vez. Yo era el trofeo mientras Orochimaru y ella cerraban su trato. ¿Qué pasa si...

—No pasará.

—¿Y si estas personas son peores que Orochimaru?

La pelirosada suspira y mira la rendija de la puerta por donde se cuela la luz. No tiene mucho que explicarle a su amiga, y poco es lo que sabe. A los ojos de todos esas personas bien podrían ser un nuevo tipo de demonio, pero a Sakura la estremece el pensamiento de Kakashi ahí, con él —donde sea que estuviese— le es difícil concebir maldad.

Cuando florezcan los Cerezos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora