Capítulo 2.

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¿Quién carajo iba a asegurarle que Erick, el tipo más precoz, alocado y lindo —quien era apenas un intento de adulto— estaba sentado al lado de su Chri... De Christopher Vélez con buenas y claras intenciones luego de negarse rotundamente con Joel para asistir a la boda y llegar de sorpresa con tan encendida mirada hacia el precioso castaño?

Era increíble.

Dudar de cualquiera que se le acercase a Christopher era increíble, pero existían ya varias razones para sentir celos de aquél hombresillo y la forma en que devoraba cada vez con la mirada a Christopher.

No confiaba nada en él.

Sabía que no tenía el menor derecho de oponerse en la vida privada de Christopher y cualquier cosa que hiciese su felicidad, pero también sabía que su egoísmo llegaba al punto de no querer verlo con nadie que no fuera él, porque lo amaba. Porque a pesar de que algunas personas que sabían lo que había sucedido miraban errónea su forma de amarle, él sabía que su amor era puro y que lo único erróneo fue su estúpida idea de salvarle la vida a su amor, porque más bien, quizá se la había jodido.

Mientras Joel movía los labios hablando en dirección hacia Erick, Zabdiel sólo podía mirar el exquisito rostro de Christopher y cada gesto de posible incomodidad bajo su arrasadora e intensa escaneada, y él disfrutaba de eso.

Verle parecía ser suficiente para calmar su alma de los tormentos durante al menos escasos minutos y aquella constante voz en su cabeza que le reprochaba cuan idiota era por haberle partido el corazón a Christopher y por dejar que todo lo que tenían se esfumáse sin atreverse a mover un dedo, sin acercarse siquiera a preguntar cómo el castaño se encontraba cuando sabía que iba a derrumbarse, recaer entre sus lágrimas de pánico y dolor y encerrarse por horas hasta que su rostro no podía dejar de delatarlo con todos los que pudiesen verlo aún si se lavaba la cara tres veces en una hora para despistar.

A veces quizá Zabdiel podía odiarse, pero otras simplemente sentía lástima por sí mismo, porque gracias a su maldita cobardía había perdido lo mejor de su vida. El que le daba sentido, y ahora casi que se sentía sin ella.

Vaya que cambiaron las cosas desde que no tenía a Christopher.

—¿Vienes, Christopher?

La voz de aquél chico mencionando el nombre de su tan amado caballero le hizo esperar por alguna gesticulación del castaño, quien también parecía esperar alguna palabra de su parte, y aunque quería imponerse y decir: "no"; al llamado del ojiverde para que fuese a donde tuviese que ir sin Christopher, sabía que su mirada decía todo lo que él deseaba y también que Christopher lo entendía perfectamente, por lo que no dijo una sola palabra, sin embargo, Vélez terminó por ir detrás de Erick y para concluir con su estúpida vida y su humor de mierda, ver como Christopher no se oponía cuando el pelinegro le tomó la mano lo ponía del carajo.

Y claro, Erick podía pudrirse en el infierno antes de lograr enamorar a Christopher. Su Christopher. El Christopher que jamás podría olvidarlo y sanarse todas esas heridas causadas por él, que habían quedado para recordarle lo mierda que podía ser el amor. El Christopher que sonreía orgulloso apenas dos años atrás cuando pasaba por cualquier rincón de la casa que hubiesen llegado a aprovechar durante sus apasionados besos, las tantas miles de tiernas y suaves caricias y/u otras tantas demostraciones de afecto. El Christopher que no se olvidaba del gran amor que aún, a pesar de negar, ambos sabían muy bien que seguirían teniendo por el otro.

Erick podría ser lo que quisiese, e incluso conquistar al mundo, pero jamás iba a ganarse el amor de su Christopher. Sí lo hacía, al menos esperaba que no fuese mientras él viviera.




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Déjà Vu
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La razón de estar odiando vivir no era más que la misma razón de no poder tener en aquél momento entre sus brazos a Christopher.

Deseaba entonces tener un primer baile juntos y estar casado con él, como siempre deseó y calló. Quería que Joel se perdiera de un segundo a otro y en su lugar pudiese estar el castaño, más sin embargo, éste se había largado tras el chico de los ojos tristes, quizá con la intención de evitar su soledad, o quizá sólo para molestar.

¿Por qué demonios Christopher cedía con aquél chico tan pequeño?

La realidad era que no podía creer que posiblemente estaba siendo corrompido bajo el andar de un chico tan joven y su físico tan perfecto, puesto que Christopher siempre alegó sentirse avergonzado de sólo imaginar que alguna vez pudiese estar con alguien muy menor.

Ahora quizá ya no conocía tan bien lo que su castaño había llegado a hacer, así como posiblemente Christopher lo desconocía a él también.

Es que era imposible imaginar que después de todo, tantos desvelos y llantos, tanta resistencia ante Joel y a sus malditas ganas por correr y tomarlo de todas las maneras posibles hasta que recordara cuanto se entregó al estar juntos y volviera con él a pesar de su gran estupidez y sus errores al tomar desiciones, ahora Christopher ni la mirada quería corresponderle.


—Zabdi, aún no ha vuelto el tío Chris —con preocupación expresó su ahora esposo y él, buscando en su interior lo mejor que sentía por Joel le sonrió y pasó la mano por sus rizos mientras que con la otra lo acercaba de la cintura hasta él para besarlo—. Estoy preocupado.

—Fue con Erick, ¿recuerdas? —espetó sonriendo, aunque por dentro estaba gritando de ira.

—Por eso estoy preocupado.

Joel no tenía idea —o quizá sí y lo hacía con tal propósito—, pero al decir tal cosa sus celos estaban explotando.

No quería ni imaginar que dentro de aquél baño al que con pretextos ambos se habían adentrado caminando de la mano, hubiese alguna escena que pudiese manchar la imagen de su bebé, puesto que a pesar de todo y que no le importaría si fuese así y Christopher esperase algo de su parte, a Joel aquello le caería horrible, y no realmente porque su ex y su tío tenían algo, sino más bien porque quizá era un egoísta tanto o más que él, y siempre deseaba ser el primero y el único en todo.

—Se cuidan uno al otro.

—Zabdiel, no te hagas el inocente —espetó intentando esconder su enojo y haciendo un berrinche extraño, buscando verse tierno—. Erick tiene ninfomanía.

Seguro que no era así realmente, pero Joel sabía que aquél dato le importaba de más, y no perdieron demasiado tiempo en irlos a buscar, quedando Zabdiel con el alma encendida de horror y furia, al saberse un tanto olvidado por la pasión de Christopher.

Déjà Vu || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora