9. Cena

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Tanto Yugi como Yami se dejaron caer al suelo de sentón. Uno al lado del otro.

De repente se sentían tan agotados.

Apenas podían procesar el hecho de que seguían juntos, después incluso de que Yugi venciera a su ya-no-espíritu, incluso después de que las puertas al... ¿Paraíso? ¿La otra vida? ¿Los campos de Aaru? fueran abiertas para él.

Pero no. Había algo más intenso, algo más poderoso que mantenía su alma en el mundo de los vivos, en un presente que inicialmente no era suyo, pero que aprendió a aceptar como suyo... que alguien se lo presentó como suyo.

Y ese alguien resulta ser la manzana de la discordia en la línea del destino del que una vez fue faraón.

Sí, esa no-tan-metaforica manzana tenía nombre y apellido: Yugi Motou.

/Hikari... ¿Yugi?/ —Yami se concentró en buscar de nuevo su lazo, sonaba casi desesperado aún en su mente. Su pecho se sentía apretado y no podía articular palabra, pero necesitaba escuchar esa gentil y dulce voz que siempre lo mantenía centrado.

— /Estoy aquí... Puedo escucharte de nuevo/ —y el suspiro de alivio que ambos habían soltado no podía haber sido más sincronizado.

Se apoyaron uno en el otro. Hombro con hombro. Por primera vez podían sentir el calor del otro, y era diferente al sentimiento de estar juntos dentro del rompecabezas del milenio.

Era toda una gama de sentimientos y emociones que no querían ponerse a detallar en ese momento.

Pero quizás, tan solo quizás, esa negativa de ambos a considerar y permitirse experimentar sus propios pensamientos y sentimientos había sido la piedra angular de la situación actual.

Con Yami teniendo la opción de quedarse junto a su compañero y sus amigos.

Todo por un sentimiento tan intenso, en el que no quería pensar ahora mismo.
Se sentía tan agotado.

—Chicos ¿Están bien? —Joey y Tea se acercaron de primeras, el rubio colocó una mano sobre el hombro de Yami — ¿Atem?

— ¿Yugi? —Ryou tocó también el hombro de Yugi. Él y Malik mirándolo con preocupación.

Finalmente los ayudaron a ponerse en pie y a salir del lugar.
Sin nada más que hacer, se dirigieron de regreso al barco para emprender el camino de vuelta.

Los esperaba otro largo viaje.

Yugi sabía que casi todos los ojos estaban puestos en ellos mientras caminaban y, siendo sincero, no podía importarle menos. Estaba cansado, se sentía débil, y una presión constante en su pecho le decía que necesitaba estar cerca de su yami, y que él lo necesitaba de igual manera.
Claro que el intenso sol de Egipto, apenas pasado el mediodía, no era el mejor momento para acurrucarse con su otra mitad.

...

¿Había pensando en acurrucarse con Yami?

De acuerdo. Definitivamente, el sol y el cansancio ya lo estaban afectando.

Curiosamente, su yami parecía ser al que menos afectaba el sol ardiente y la temperatura, junto con Malik y el resto de la familia Ishtar. Yugi por su parte, al igual que Ryou se encontraban algo incómodos, sintiendo que la piel les picaba, probablemente al igual que el resto de sus compañeros.

Excepto Kaiba. Si ese sujeto se estaba cocinando bajo su gabardina o no, su rostro no daría ni la más mínima señal de ello.

Aparentemente, dándose cuenta de la incomodidad de su luz, Yami se detuvo un momento para sacarse la chaqueta y colocarla sobre la cabeza de Yugi, asegurándose de que la tela diera sombra a todo su rostro y cuello — /eso ayudará, creo que ya casi estamos de vuelta/ —explicó, dándole una pequeña sonrisa antes de tomarlo de la mano, para que caminaran al mismo ritmo.

14 Flechas de San Valentín 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora