CAPÍTULO 10

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Domingo en casa para Fluke significaba, la mayoría de las veces, sentarse frente al ordenador con un tazón lleno de gomitas a ver alguna película en Netflix, pero esa mañana cuando el sol brilla en la ciudad, el profesor se seca el cabello con una pequeña toalla blanca, frente al espejo de su habitación, con una cita pendiente y una caja de regalo apilada bajo una de chocolates, ambos, envueltos en listón sobre la cómoda a un lado de su cama.

Cuando llegó a su departamento el viernes después de clases, la invitación a la parrillada en casa del matrimonio Noppakao para conocer a sus recién nacidos esperaba dentro de un sobre con su nombre, debajo de la puerta de entrada.

Fluke dedicó todo su sábado en ir a buscar los regalos perfectos para los pequeños Noppakao, comprando todo lo que encontró a su paso, desde zapatitos de color rosa hasta un mameluco en forma de dinosaurio. Era, para el profesor, como tener sobrinos nuevos a los cuales consentir y llenar de regalos y amor. Hizo las compras solo y cuando la cajera le pasó los artículos recibiendo su tarjeta de crédito, no pudo evitar mencionar el comentario "¿Primerizo?", con una dulce sonrisa indulgente, a la que Fluke respondió con una negativa nerviosa y una risa floja.

Todo el camino de regreso en el taxi, pasó mirando las cajitas de regalo envueltas dentro de la bolsa sobre sus rodillas, sopesando quizás demasiado las palabras de la chica detrás del mostrador, se preguntaba como sería el momento en el que él también tenga sus bebés.

Se termina de abotonar la camisa azul rey y toma entre sus manos el suéter a rayas de negro a blanco, gris y rojo, que pasa sobre su cabeza y finalmente, acomoda sobre su torso, planchando con las palmas la prenda. Suspira frente al espejo y se regala una gran sonrisa, listo para asistir a la reunión y conocer a los hijos del Doctor Earth Noppakao.
O casi listo.

Al recordarlo, Fluke chasquea los dedos y avanza a grandes pasos bajo los calcetines por el piso de madera del departamento, abriendo cajones a su paso, desde la cómoda hasta el escritorio, hasta que encuentra una tarjetita color rosa con rosas impresas y en cursiva color plata "Florería YeYu", arriba del número del negocio.

Fluke toma su teléfono en la mano izquierda, tecleando el número de la florería en la pantalla táctil para marcar y se lo lleva al oído, paseando por la habitación escuchando los tonos de llamada. Al tercer timbre, alguien responde al otro lado de la línea, una suave voz de tonos graves que le vuelcan el corazón en el pecho al profesor, sacando una sonrisa sincera de sus labios.

-YeYu, buenas tardes ¿En qué puedo ayudarle? -Fluke se muerde la mano, intentando contener su risa.

-Oh, creí que hablaba a una florería, pero me equivoqué de número y seguro llamo a una agencia de hombres guapos.

La risa ronca de Ohm es su respuesta, miles de sensaciones en la punta de sus dedos al escucharlo reír.

-Vaya, esto es incómodo joven, pero debo decir que no estoy disponible a contratación... -Fluke finge un "oh~" lastimero.

-Qué lástima, justo hoy necesitaba una cita galante y lista en mi departamento en media hora... -el profesor suspira, recargado en la barra de la cocina, jugando con el margen de su suéter bajo sus dedos.

-Se escucha usted como un hombre respetable, pero debo decirle, que tengo novio. -Se muerde instintivamente el labio inferior, con los ojos cerrados y el teléfono a la oreja.

-Dilo de nuevo... -Ohm se ríe en un suspiro.

-Tengo novio.

-¿Puedo saber quien es?

-Tú. -Y Fluke sonríe.

-Me encanta cuando lo dices.

-¿Todavía necesitas una cita, guapo? -Fluke se ríe, sus mejillas teñidas de rosa mientras asiente aunque Ohm no pueda verlo. -Y flores, por lo visto.

Un Novio Para Papá - ADAPTACIÓN OHMFLUKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora