Llega un momento en nuestras vidas en el que debemos enfrentar nuestros lamentos. Cuando cada 'y si' y 'podría haber sido' ataca nuestra mente con el impacto abrumador de una fuerza imparable que se encuentra con un objeto inamovible. Algunas personas tienen suerte; sus vidas son satisfactorias y felices, incluso si experimentan una punzada de nostalgia de vez en cuando, preguntándose ociosamente cómo se habrían desarrollado sus vidas si hubieran elegido un camino diferente o hubieran dado una respuesta diferente a una pregunta que no sabían que definiría su futuro.
Lamentablemente, Lionel Luthor no era una de esas personas. Era un hombre cuyo arrepentimiento abrumaba su alma profundamente.
Honrado y agobiado en igual medida con un apellido que estaba cargado de responsabilidades y expectativas, que no dejaba espacio para los deseos del corazón. O al menos, eso es lo que se decía todos los días, para justificar la existencia miserable que había elegido en vez de la felicidad.
Muchas veces, mientras estaba sentado en su estudio en la mansión Luthor, con un vaso de whisky en la mano, recordaba el breve período de su vida en el que había sido solo un hombre enamorado, experimentando una vida mejor pero que nunca sería capaz de conservar.
Desde la infancia ya habían elegido su camino. Estudiar con tutores privados, ir a un internado, luego a la universidad, hacerse cargo de LuthorCorp y un matrimonio arreglado con una mujer adecuada de su misma posición social, que le daria hijos que continuaran con el gran legado de los Luthor y a su vez, ellos repetirían el mismo proceso, una y otra vez, generación tras generación.
Asi que hizo lo que se esperaba de él; se graduó con honores y se hizo cargo de la empresa de su familia. Su esposa, Lillian Luthor (de soltera Donovan) era la heredera de alta sociedad perfecta que sus padres esperaban. Unos años después de su matrimonio, ella le dio un hijo.
Su pequeño Lionel Alexander Luthor III, un gran nombre que aludía al gran hombre en el que se convertiría en un futuro.
En papel, tuvo una vida perfecta. Pero el papel es endeble, por lo que se arruga o daña fácilmente con el mínimo esfuerzo. En el exterior, eran el pináculo de la élite estadounidense. Pero si alguien miraba de cerca, las grietas en la fachada eran visibles. Donde el público vio un cuento de hadas, la realidad fue una unión sin amor forjada con amargas peleas e infidelidades, estupres inducidos por el alcohol para lidiar con el vacío y un niño que se mimaba más allá de lo saludable.
Entonces, cuando Lex tenía 5 años, llegó el momento de la reunión universitaria de 10 años de Lionel en Yale. No estaba tan entusiasmado con ir, pero se esperaba de él y era una excusa para estar lejos de Lillian por unos días. Así que hizo el viaje, ya imaginando el descarado concurso de medición de penes que generalmente tenía lugar en esas reuniones.
Y fue ahí que la vio de nuevo.
Ciara O'Flaherty había sido estudiante de intercambio de Irlanda durante sus años universitarios. La había admirado desde lejos algunas veces. ¿Y cómo podría no hacerlo? Ella era una diosa entre los mortales. Cabello ónice, ojos verde bosque y curvas a lo largo de millas, lo suficientemente sensual como para tentar al propio Papa. Pero entre su horario cargado y el conocimiento de que ninguna relación fuera de su estación tenía futuro, se había limitado a un enamoramiento unilateral.
Pero fue como si el destino los empujara a encontrarse, porque durante el reencuentro, sintió que ella lo no le quitaba la mirada de encima.
Finalmente, haciendo acopio de valor, le ofreció una copa y después de algunos comienzos incómodos, se habían llevado como mantequilla de maní y mermelada. Ella era inteligente, nivel genio, por lo que podían hablar de cualquier tema bajo el sol y aún tener palabras para compartir.
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Todos los caminos (en el multiverso) llevan a ti
FanfictionSuperCorp genderbend, universo alterno (sin poderes). Una vista a la historia de Lena y Kara si la Luthor hubiera sido varón. Dicen que todos los caminos llevan a Roma; con esa logical, podemos decir que no importa la realidad y las circunstancias...