Introduccion (Kara)

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Si había una palabra que definiera la vida de Kara Danvers, sería 'tragedia'.

Desde temprana edad se vio obligada a soportar grandes pérdidas; sucesos traumáticos que dejarían cicatrices permanentes en su alma.

Pero quizás deberíamos comenzar desde el principio.

El padre de Kara, Zackary Zor-El, era científico. Trabajó para DEO Pharmaceuticals, una empresa ubicada en Midvale, un pequeño pueblo cerca de la costa. Ahi, se encargaba de investigar, modificcar y experimentar con medicamentos. En cambio su madre, Alura, era fiscal, y a menudo se ocupaba de delincuentes de pequeña escala.

Eran padres amorosos. Como su única hija, Kara era la luz de sus vidas. Tenía un primo mayor llamado Clark, hijo del hermano gemelo de Zackary, Jordan, y su esposa, Lara. Clark era diez años mayor que Kara, pero eso no le impidió jugar con ella cuando ella quisiera. Adoraba a la niña y no le importaba que ella lo buscara todo el tiempo.

A medida que crecía, Kara se interesó por la ciencia como su padre, queriendo seguir sus pasos. Ella solía sentarse con él en su estudio mientras él leía revistas científicas, respondiendo cualquier pregunta que se le ocurriera a su pequeño rayo de sol.

Pero cuando tenía solo 9 años, Kara experimentó su primera pérdida. Los padres de Clark conducían de regreso a casa después de una cita cuando fueron impactados por un conductor ebrio. Su coche estaba tan destrozado que ambos murieron en el impacto. 

Ella estaba devastada; su único tío y tía se habían ido, pero peor que eso, era ver a Clark llorar mientras sus padres eran enterrados. Hizo el viaje de regreso desde la Universidad de Metropolis cuando recibió la noticia. Apenas un par de días después del funeral regresó a MU y se centró en sus estudios, deseando desesperadamente mitigar el dolor de su pérdida. Fue entonces cuando comenzó a distanciarse. Kara apenas lo vio después de eso, incluso cuando estaba de descanso. Rara vez regresaba a casa, optando por quedarse en el campus.

Esa fue la segunda derrota de Kara. Su primo estaba vivo, pero era como si estuviera a océanos de distancia, nunca para ser visto.

Se acercó aún más a sus padres, temiendo que ellos también la dejaran. Ellos acordaron dedicarle más tiempo para disuadir su miedo y sus esfuerzos dieron fruto; poco a poco, Kara volvió a su estado alegre habitual, incluso si echaba de menos a su primo y a sus tios.

La vida continuó, como siempre lo hace.

Pero luego, cuando Kara tenía 13 años, Alura tuvo un gran caso. Un traficante de drogas se enfrentaba a varios años de prisión, por lo que, en un esfuerzo por hacer un trato para reducir su condena, entrego a todos sus asociados, incluido un miembro del concejo municipal. Se llevó a cabo una gran investigación y cuando salieron a la luz pruebas sobre sus negocios ilícitos que respaldaban las acusaciones del narcotraficante, el concejal fue arrestado de inmediato.

Alura era la fiscal del caso. Estaba bajo mucha presión, no solo de sus superiores, sino que también enfrentaba amenazas y sobornos para que se retirara.

Ella no lo hizo; su impulso por la justicia no se lo permitiría.

El caso estaba hermético. La estrategia de defensa del concejal fue endeble en el mejor de los casos, por lo que el juicio fue breve y al final fue declarado culpable unánimemente, condenado a 20 años de prisión.

Todos pensaron que se había acabado, pero eso no podría estar mas lejos de la verdad.

Unos días después, sus desesperados padres despertaron a Kara en medio de la noche. Toda la casa estaba en llamas y el humo llenaba todas las habitaciones. El fuego ya había consumido todo el primer piso de la casa y crecía rápido, ya arrazando con el segundo piso donde se ubicaban los dormitorios.

Todos los caminos (en el multiverso) llevan a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora