Capítulo 2: Nuevas lecciones

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Rose despertó cuando un rayo de sol se coló por la ventana y se posó sobre su rostro. Una chica de una apariencia irreconocible para ella se acercaba a su cama sonriente.

-¡Buenos días!- dijo la chica.

Lucía muy distinta a la noche que ella y Rose se conocieron; llevaba el cabello corto y no había rastro de color rosa en sus ondas que ahora eran mechones lacios, sus ojos igual habían cambiado y ahora eran de color avellana. Si no hubiera sido por su voz, Rose no hubiera sabido que se trataba de Catherine.

-Yo...- decía somnolienta y consternada por el cambio de apariencia de su compañera.

-Ah, esto...-dijo tocandose el cabello.- sucede a menudo, aún se me hace dificil controlarlo. Un día llegué a casa con el cabello verde y hecho un afro inmenso y mis ojos tenían todos los colores, por suerte mi padre me vió antes que mis tíos muggles, si lo hubieras visto te habrías muerto de risa.

-Entonces, tu eres mestiza.- dijo Rose desviando la atención de aquella extraña situación. Rose había visto otros metamorfomagos pero nunca le había parecido divertido sus cambios repentinos de apariencia, le resultaban más molestos que entretenidos y era una de las muchas cosas que no tenía en común con su primo James, quien gustaba de ver aquellos espectáculos.

-Si, mi padre es un muggle y mi madre es bruja, una metamorfomaga muy ingeniosa.

Cada vez encontraba más parecidos entre ella y Catherine; los estudios y ser ambas de sangre mezclada, y eso le gustaba.

-Tengo hambre y el desayuno debe estar listo, ¿me acompañas?.

-Si, mis primos deben estar esperando.- contestó Rose.

Las chicas se pusieron las túnicas y bajaron las escaleras donde al final de ellas encontraron a James y Albus esperando sentados en los viejos sillones rojos de la sala común. Albus se sentaba más cerca de la chimenea que se encontraba extinguida con los restos de cenizas de la llama de la noche anterior ensuciando la desgastada alfombra; tamborileaba con los dedos el brazo del mueble mientras veía a un chico pelirrojo que jugueteaba con una especie de pelotita roja que cambiaba de forma entre lanzamiento hasta que en uno de ellos le salieron alas y se escapó diriguiendose hasta las escaleras en dirección a las chicas que bajaban de un salto el último escalón.

-¡Muy buen hechizo!.- dijo Catherine que había vuelto a la "normalidad" con su cabello rosa y ojos azules.

-Gracias.- respondió James. -Transfiguración II.-

Una vez que Rose los hubo presentado a todos se fueron a desayunar. El gran comedor estaba iluminado con la luz del sol que entraba por los grandes ventanales y con algunos alumnos sentados en las mesas de sus casas desayunando en grupos; unos reuniéndose y otros conociéndose.

-¡James!.- gritó un chico alto y delgado al entrar al salón.

-¡James Potter!.

-Oh, hola Trevor.- respondió James.

-¿Viste a Collins? Ha traido una lechuza de lo más patética, su madre se lo ha dado y tú sabes los gustos de la Sra. Peddery.- el chico se reía mientras se acercaba a la mesa de Gryffindor.

James se había despedido de sus amigos y se había retirado de la mesa para acompañar a su amigo Trevor. Al finalizar el desayuno Rose, Albus y Catherine se retiraron a su primera clase de pociones.

Como hace 19 años el salón de pociones se encontraba en las mazmorras; sin embargo éstas no estaban tan oscuras y lúgubres como su padre le había dicho a Rose que eran cuando él estudió ahí con el profesor Snape como maestro sino que la sala se encontraba considerablemente iluminada con rayos de sol que se colaban de unos estrechos ventanales y unos candiles pegados a los muros. Se habían sentado juntos en una mesa al centro del salón en silencio mientras el resto de los alumnos de Gryffindor y Slytherin entraban a las mazmorras y tomaban sus asientos. A pesar de que el sol entraba en la sala aún se sentía un frío erizante de una corriente de aire helada mezclada con el edor a óxido de los calderos antiguos, las túnicas les rozaban los brazos cuando ondeaban al pasar los alumnos a sentarse en las mesas delanteras, uno de ellos en particular le llamó mucho a la atención a Rose; sabía que había visto a ese chico antes, él la miró de reojo al atravesar la sala dos mesas lejos de Rose y sus amigos.
El profesor Slughorn era un mago no muy alto pero demasiado gordo, con la cara redonda como una naranja y el cabello gris-rubio, con un bigote de morsa y una barba del viejito pascuero. Había entrado al salón con una gran sonrisa en el rostro que acentuaban sus redondas mejillas y hacían parecer sus ojos como ranuras .
-Bienvenidos- dijo cuando llegó al escritorio dirigiendose a los alumnos. - soy el profesor Horace Slughorn y como verán estaré enseñándoles pociones durante su primer año aquí en Hogwarts. Primeramente me gustaría reconocer ciertos rostros.- dijo recorriendo la mirada por el aula. Rose había escondido la cabeza en la túnica sin darse cuenta al igual que Albus.
-¡Rose!, querida, y Albus, ciertamente esperaba verlos aquí este año.
Los chicos se avergonzaron demasiado, sabían que tendrían que toparse en algún momento con viejos amigos de sus padres pero era lo que menos querían; sin embargo era difícil que no ocurriera ya que prácticamente todos en Hogwarts habían sido amigos o conocidos de sus padres; Slughorn era el peor, solía acompañarlos en las navidades ya que no tenía familia y llevaba regalos para todos (obviamente no eran los favoritos) y tomaba ginebra toda la noche hasta quedarse dormido en la sala. Cuando eran pequeños esto les divertía mucho a Rose y sus primos pero ahora era más molesto que entretenido.
-Bien, bien...hay que iniciar. Abran sus libros en la página 76... Poción wiggenweld o mejor conocida como: poción para inducir el sueño, como el nombre lo dice es una poción de curación con el poder de despertar a una persona de un sueño inducido por arte de magia. Es una mezcla sencilla pero que requiere mucha atención de su parte, hagan lo mejor. Suerte.
Rose abrió su ejemplar de Elaboración de pociones y leyó:
-Una pinta de jugo de Horklump.
-2 gotas de mucosa de gusarajo.
-7 colmillos Chizpurfle.
-Una ramita de menta.
-Jugo de fruto bomba.
-Una compota de Mandrágora.
-Gotas de aguamiel.
-Mucosa de cerebro.
-Polvo de raíces de asfódelos.
-Escencia de díctamo.
-Corteza de azarollo.
- Pétalos de molibdeno.
-Sangre de salamandra.
-10 espinas de pez león.
-Cuerno de unicornio.

Rose comenzó con la preparación de su poción; Leía su libro y tomaba una ramita de menta y la tiraba en el mortero, leía de nuevo y ponía unas gotas de mucosa de gusarajo; una vez más y machacaba la mezcla.
Albus por su parte leía varias veces la página antes de hacer algo y carraspeaba mirando a su prima antes de imitar sus movimientos.
Durante toda la clase Catherine preparaba su poción con emoción y logró terminar de primero recibiendo una felicitación de Slughorn al final de la clase por haber sido la única en hacerlo correctamente.
Esa mañana tuvieron más clases; Historia de la magia con la profesora Petrelli y Transformaciones con el profesor Dumblin y en la tarde finalmente llegó la hora de la clase de Defensa contra las Artes Oscuras. Era difícil de imaginar quién pudiese tener el puesto después de que Snape lo obtuviera, sin embargo el ahora profesor MacMillan  aceptó el puesto enseguida.
El profesor Ernie MacMillan era un hombre elegante, con el cabello rubio completamente acentado a su cabeza, con mirada atenta y una sonrisa igual de elegante que su capa azul marino.

-Aprenderemos durante este curso acerca del encantamiento Expelliarmus; uno de mis favoritos y muy útil al momento de un duelo. ¿Alguien puede decirme para qué sirve este hechizo?

Una mano se agitaba en el aire con desesperación alado de Rose; era Catherine.

-Sirve para desarmar a tu oponente, igualmente...
-muchas gracias señorita Aldrich.
Vaya.Pensaba Rose. Habían muchas cosas que seguían impresionándole de Catherine; una de ellas era el extremo parecido que tenía con su madre mientras que ella resultaba una copia barata degradada por varias generaciones inexistentes.

-ahora, ¿qué dicen de una práctica?.

Rose había oído hablar del profesor MacMillan y sabía que había formado parte del E.D junto con sus padres y tíos. Entonces estaba segura que era un buen hombre y seguro un maravilloso profesor.

-Bien. Aldrich, Weasley pasen al frente, por favor.- Dijo el profesor MacMillan.

Las chicas caminaron al frente de la clase con varita en mano y rostros nerviosos.

-Apunten a su oponente y digan: Expelliarmus.-

Rose y Catherine levantaron las varitas apuntándose una a la otra.
Explelliarmus!.- una luz roja la impactó y soltó la varita de sus manos que fue a parar al otro lado de la sala.
Fantástico. Pensó Rose; su varita había ido a parar muy lejos y Catherine la veía con asombro (estaba segura que ella igual esperaba un descenlace diferente). Los chicos aplaudían a Catherine y el profesor MacMillan embozaba una sonrisa de satisfacción y le dió unas palmadas a Rose en el hombro: será otro día, solo es práctica.

Cuando el día finalizó los chicos regresarom juntos a la sala común; estaban demasiado agotados por las clases y parecía la mejor opción recostarse a hablar en el viejo mueble junto a la chimenea.

-No es para tanto, estoy segura que lo lograrás.- Catherine no dejaba de repetirle lo mismo cada vez que el tema del incidente en clase de Defensa contra las Artes Oscuras se mencionaba de repente.

- no, Cath. Soy terrible.-
- si practicas puedes mejorar, recuerda lo que nuestros padres nos decían.- Albus intentaba animarla junto con Catherine pero Rose solo podía pensar en la gran diferencia entre su familia y ella; a diferencia de sus padres, ella no era buena en magia.

-la magia está en ti.- se dijo Rose a sí misma respondiendo a su primo intentando más que responder, convencerse a sí misma de que eso era real.

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