Astrid levanto un poco su pijama y poso su mano en la entrada de su reproductor femenino, esperando a que se cubriera de la sangre menstrual. Pero cuando levanto la mano, no encontró rastro de ella y se le helo la sangre. Ella no llevaba la cuenta de cuánto tiempo había sido retrasada, pero había sido bastante y empezaba a preocuparla.
-No puede ser- hiperventilo.
Salió de la habitación y se sumergió en un cubo de agua helada. Su tez se había empapado tanto como su pelo rubio, por lo tanto, su cerebro se había limpiado también. Quedo mirando su reflejo en el agua y se secó las gotas de agua con sus largos dedos. ¿Había Hipo sabido las consecuencias de haber hecho el amor? Se cuestionaba ella mientras había dejado el cubo en un lado y se marchaba a cambiarse de ropa. Cogió su vestido cotidiano y se la puso con el cuidado de no estropearlo.
Al sentirse bien vestida, paso de un lado a otro, desayunando entre medio y haciendo la casa. Limpiando y ordenando los muebles, que se entrometían en su camino. Astrid dejo de molestarse en dejarlo todo en perfecto estado y se marchó corriendo hacia la casa Haddock. Tenía muchas cosas que hacer y hablar con Hipo.
Subió las escaleras a dirección de la habitación de Hipo y toco la puerta con suavidad. Hipo le dio permiso para que entrara y lo vio levantarse de la cama. Su cara estaba destrozada en pena y sintió un dolor de cabeza, como también los lloriqueos de su pasado. Astrid cogió sus accesorios de trabajo y miro a Hipo de reojo, tan preocupada como él.
Se puso a trabajar sin saber cómo encontrar las palabras exactas y cerro la boca cuando intento hablar. Giro su cabeza hacia su paño y froto con fuerza para tratar de quitar una mancha de la pared. Pero era imposible y suspiro. Hipo se había levantado y se vistió dada la vuelta. Se sonrojo delicadamente e intento con todas sus fuerzas no mirarle como se vestía.
-Hipo, tengo algo importante que decirte- se tensó al nombrarlo por su nombre.
La puerta se abrió y el robusto padre de Hipo apareció con una mirada amargada. Los miro a los dos y se dirigió a donde su hijo sin tomar en cuenta a Astrid. Ella cogió el paño de nuevo y limpio el escritorio mirando de reojo a Hipo y a su padre. El jefe hablaba con firmeza en la voz e Hipo asentía a las palabras de su padre, con una llamarada en sus venas.
Se alejo para coger su espada de fuego llamado inferno y se la puso en el cinturón que llevaba. Mando unas señas a Astrid y Estoico se marchó por la puerta. Ella se mantuvo quieta y miro a sus ojos, sabía que significaba esa mirada y se preparó para lo que venía a continuación.
-Astrid, no necesitas el hacha- arrebato el hacha que había cogido hace unos segundos- es una sentencia contra un violador.
Astrid se mostró seria y asintió. Apoyaba sus brazos en la tela delicada y lo seguía hacia la puerta. Le parecía un tema muy delicado de tratar y siendo mujer a veces le faltaba seguridad. Pero Hipo había hecho lo posible para que ningún hombre se le pasara por la mente tocar a Astrid e iba bien.
La calle se enumeró de hombres y mujeres quienes acompañaron a una familia, la más joven de ella reprimía un sollozo y sus padres y hermanos estaban furiosos. Se sabía quién había sido la victima e Hipo ya se sentía terriblemente mal por permitir que sucediera.
Por el otro lado de la plaza se atisbaba la figura masculina que estaba encadenado a unas esposas y por el cuello tenía colgado una cuerda. Rodeado de varios hombres que se encargaban de hacerlo caminar hacia el centro de la plaza, donde la dama que se atrevió a violar se encontraba rodeada de su familia que la protegían con sus brazos. Lo mantuvieron alejado de la familia y esperaron al heredero que todavía estaba con Astrid.
-Metete entre la multitud y estate donde pueda verte. Quiero mantenerte vigilada- murmuro el heredero al trono guiando a Astrid hacia la multitud y él yéndose por otro lado para acceder a sentarse en su trono.
A su lado se encontraba su padre, acariciando su barba y mirando al acusado con ojos enfurecidos. Mientras que él no se molestó en mostrar su decepción y desprecio. Encendiendo su espada en llamas y escuchando sus escusas con atención pese a saber que era una farsa.
-Os lo juro, no he tocado a esta mujer- mascullo forcejando el agarre.
Estoico apretó el puño e Hipo rebusco en la aglomeración de gente a su rubia. Sin embargo, no la encontraba y trago saliva. Se imagino el juicio como si el hombre hubiera violado a Astrid y se puso tenso ante ese pensamiento, tanto así que se había apagado más y se había escondido en el respaldo del trono.
-Sus lágrimas no dicen lo mismo- comento Hipo con amargura.
Astrid se arrastraba entre la multitud, tratando de llegar a primera fila. Recibiendo golpes y empujones de por medio. Pero ella es audaz y caminaba aun esperando poder dejar verse por Hipo. Al tener visible al acusado, sonrió para sí y se posiciono en el medio de todo. Podía atisbar a su querido, derrotado en el trono y él pudo sentirse más tranquilo al verla.
El jefe se levantó y hecho unas miraditas al público, terminando en los ojos de Soren el acusado.
- ¿Quién cree que es culpable? - pregunto al pueblo.
La familia de la víctima alzó la mano y detrás de ellos numerosas manos se levantaron, incluyendo la de Hipo y Astrid. El culpado no pudo hacer nada más que aceptar su condena y agacho la cabeza.
-Entonces señor Soren, ¿cómo deseas morir? - le pregunto dándole para pensar.
-Decapitado- pronuncio sin pensarlo dos veces.
-Eso está hecho- se levantó Hipo sosteniendo su espada de fuego con fuerza.
El padre reacciono y agarro la muñeca de su hijo, preguntando con la mirada que quería demostrar con matar a un violador y él solamente alzo sus hombros. Estoico libero su agarre y se relajó en su asiento, mientras que Hipo se pone frente al condenado.
Alza su espada a la altura de su cuello y con fuerza bruta la espada traspaso el cuello y la cabeza cayó rodando al suelo. Hipo respiro agitadamente y se alejó del cuerpo, sentándose de nuevo en el trono. Su cabeza goteaba sudor y se tragó el nudo que tenía en la garganta. Mientras su padre citaba a los ciudadanos a una comida en el gran salón.
-Hijo, me puedes contar ¿Por qué lo has hecho? - le pregunto- me diste a entender que querías que todo fuese pacifico.
-Tenía una voz que me lo pedía- contesto metiéndose un trozo de pescado en la boca- y lo he hecho.
Estoico no lo entendía, pero tampoco le importo. Continúo comiendo, mientras Hipo se despistaba de la comida y partía a donde Astrid estaba, comiendo con un grupo de mujeres, pero mirando a Hipo constantemente por la principal preocupación que acechaba su mente estos dias.
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El Despertar De La Deshonra De Berk
FanficHa despertado, la voz que se prometió no volver a escuchar. Esa vocecicilla que arrastraba las tormentas hacia él, para que sufriera hasta su existencia. La voz de su pasado, pidiendo auxilio.