Capítulo XI

105 22 2
                                    

XI

SOMOS LOS MUERTOS QUE NO PUDIERON MATAR





El Frontis.

El pecho le arde horriblemente y exige más aire. Pero Shadow no puede detenerse a descansar, no puede parar para respirar bien. Si lo hace, será comida para Siniestros. Tiene la mano de Elpis bien agarrada, aunque la sangre impregnada en ella la vuelve resbaladiza. Ve el rubio y manchado cabello de Niet balancearse de un lado a otro, como una bandera, delante de ella.

No sabe a dónde diablos están yendo, pero cualquier lugar que pueda alejarlos de los Siniestros es bienvenido. Sin embargo... ¿dónde es eso?; todo lo que Shade ve alrededor es desierto.

Y todo pasa demasiado rápido como para entenderlo. En un minuto, Niet estaba frente a ellas, guiándolas a través de los parajes de Pecados, y en otro...está siendo despedazado por los Siniestros frente a ellas. Elpis gritando horrorizada a su lado, intentando agarrarle la mano al chico para salvarlo. Pero Shadow se lo impide. Mientras los demonios están ocupados con Niet, es su momento de escapar. Es crudo, es cruel y es despiadado; ese es su mundo, y si las cosas se reducen a Elpis y un chico que conocieron hace un par de días, la respuesta es clara.

Entonces, algo le atraviesa la pierna. Shade pega un alarido y mira hacia abajo. Los ojos rojos sin pupila ni iris del Siniestro le provocan un escalofrío por la espalda. Son segundos en los que se pierde en la mirada horrorosa del demonio y sólo es devuelta a la realidad porque éste mismo aprieta la desencajada mandíbula sobre su muslo otra vez. Elpis golpea desesperadamente con una gran roca la cabeza del Siniestro, pero todos saben que una vez que ellos te atrapan, no te sueltan nunca. Además, hay algo que Elpis no sabe y que Shade comienza a entender a medida que su visión comienza a ser borrosa: ese Siniestro es uno ponzoñoso, puede sentir el veneno recorrerle el cuerpo. Así que, aunque Elpis logre matarlo a golpes, no podrá salvarla.

Mira a su amiga: la chica llora mientras machaca el cráneo del demonio, su rostro es una pintura de sangre, lágrimas y suciedad. Quiere gritarle que la deje allí, que corra y que se salve ella. Pero no le salen las palabras, ni tiene las fuerzas para emitirlas.

Entonces, el sonido de un arma siendo disparada interrumpe los sollozos de Elpis y siente como la fuerza de la mandíbula del demonio disminuye de golpe. Shade ve todo borroso y comienza a oscurecerse, pero antes de perder la conciencia, recuerda la figura de una mujer parada frente a ellas.

La luz del lugar es molesta para los sensibles ojos de Shadow. Por unos instantes, cree que se trata del sol, pero luego identifica los tubos de luz lunar pegados al techo. No está tirada en algún lugar del desierto para ser presa de cualquier cosa allí afuera. Voltea la cabeza, hay al menos tres camillas más a su lado, vacías. Voltea hacia el otro lado, Elpis está sentada en el suelo junto a su camilla, apoyada en la pared y con la cabeza echada sobre el colchón. Está dormida, está ilesa y para que esté tan descuidadamente serena allí, es porque se siente a salvo.

Shade intenta hablarle, pero se atraganta con la sequedad de su boca. El repentino ataque de tos despierta a Elpis.

—¡Shade, despertaste! —exclama. Se levanta y corre hacia un mesón ubicado en la esquina de la habitación. Le lleva una taza con agua y Shade se la bebe desesperadamente— Nos diste un susto horrible.

La chica se termina el agua y le entrega la taza a Elpis que se levanta y va por más.

—¿Dónde...?

—Estamos a salvo —Le interrumpe—. La Facción Muerta nos ha salvado y nos han traído a su fortaleza.

La Facción Muerta.

Entre Sombras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora