Para este punto no deberías sorprenderte. Deberías habértelo esperado. Tú sabías que algo así pasaría, hacía algunos años atrás. Tú mismo lo sospechaste, aunque fuera por tan solo unos eternos instantes.
¿Entonces por qué tu corazón agoniza tanto?
Retrocedes un paso, con la garganta seca y el latido de tu corazón desenfrenado en tus oídos. Tus ojos miran a todos lados en un intento de dar sentido a lo que pasaba, la sangre salió de nariz y saboreaste aquel sabor a metal que te hizo saber que todo era verdad, llegando a aquella horrible conclusión.
-Esto no es amor.- Dices sintiendo tu gema palpitar contra tu cuerpo, tu cuerpo temblando ante aquella horrible verdad.
Como una daga retorciéndose en tu pecho, irónicamente esa verdad puede ser lo único que te salve.
Las Diamantes te miran con ojos tristes, no son con quienes hacía unas horas atrás habías peleado. Ni siquiera eran las mismas de la que te habías burlado momentos antes, cuando le habías dicho que, tu madre nunca volvería. Porque era simplemente imposible que ellas la hubieran amado luego de todo lo que la hicieron pasar. Fuiste cruel y lo sabes, pero el dolor de la traición te hizo reaccionar de aquella manera.
Pero eres un híbrido.
¿No deberías saberlo ya?
Cosas buenas no te suceden sin ningún costo
Pero las gemas frente a ti, con los hombros caídos y expresión cansada es nada más ni nada menos que las matriarcas del Homeworld, aquellas que amaban con locura a su hermana, al parecer hasta el punto de ver el universo arder en llamas solo por ella. Aquellas que, supuestamente, te amaban a ti.
Pero nunca fuiste suficiente, ¿verdad?
Por qué no eres, Pink Diamond.
-Perdóname, Steven. – Murmura White suavemente, con un desconsuelo que viene del alma y que provoca que tu propio corazón se encoja con dolor.
Los recuerdos de la pelea siguen frescos en tu mente. Tus huesos duelen ante el recordatorio, y tu mente cruelmente te mostraba lo ocurrido una y otra vez.
Si por lástima o por miedo, es algo que ya no quieres averiguar.
Blue a su lado solloza y sus lágrimas azules caen al suelo mientras que Yellow se ve destrozada, una imagen diferente a la diamante orgullosa que siempre viste.
Intentas tragar, pero el nudo en la garganta lo hace imposible. Inhalas temblorosamente, y en un vano intento por despejar las lágrimas que nublan tu vista parpadeas repetidas veces, pero algunas ya han logrado escaparse. La miras a los ojos, y solo puedes atinar a musitar un silencioso...
-¿Por qué?-
La misma pregunta que te has hecho desde que supiste de la razón de la ausencia de tu madre.
Esa que hasta el día de hoy jamás ha tenido una respuesta.
Ves los labios de Yellow moverse, pero no la escuchas.
Tú sabes la razón. Tiene nombre y apellido después de todo te llamaban así antes...
Por tu madre...