La Fiesta de último año había iniciado hacía rato cuando yo y mis amigos llegamos al lugar, por supuesto todas las miradas estaban sobre nosotros, como un pueblo mirando a sus reyes conocidos por perder el control en cada lugar al que entrabamos. Y así como todas las veces, luego de horas bebiendo, jugando y bailando el alcohol hizo efecto.
- Hora de irnos muñeca -Susurro uno de los chicos al mirar el estado en que me encontraba, lo seguí.
Cinco de los chicos fueron con nosotros, a pesar de mi estado de ebriedad podía llevar el juego durante el camino a casa junto a ellos, nos divertíamos, hasta que me dormí no sé bien por cuento tiempo.
- ¿Dónde estamos? -Pregunté desorientada
- Es diversión, sigue durmiendo y podrás con esto hermosura -Dijo uno a lo que carcajearon todos. Con esfuerzo me recosté en los asientos traseros donde volví a dormir no sin antes notar que estábamos estacionados en un callejón oscuro, no le presté atención ya que se trataba de mis amigos.
Desperté por lo incomoda y adolorida que me sentía.
- ¡ESO HERMANO DALE FUERTE! -Animaban los demás, lágrimas salían de mis ojos entreabiertos y sin poderme mover sentía como sostenía mis caderas y me penetraba con violencia repetidas veces. Mi cuerpo dolía indescriptiblemente y sentía un líquido saliendo de mi sexo.
- Basta -Logré susurrar, no tenía fuerzas
- Si no vas a gemir, haz silencio -Dijo el otro de ellos que comenzaba a sacar su miembro del pantalón, me giró y luego de besar mi trasero penetró en el rudamente, caí inconsciente.
Allí no terminó. He olvidado partes de lo que me hicieron debido a mi estado en aquel momento pero aún así no puedo olvidar, aunque lo intento escenas siguen siendo nítidas en mi mente y duelen demasiado. No puedo entender porque ellos me harían esto.
Las buenas historias se reconocen desde el inicio, te hacen sentir parte de lo que ocurre. Ésta no es una de ellas, solo es mi historia, lo que llegué a ser y hasta dónde llegó.
Bienvenidos a Cuervo Dorado
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Cuervo Dorado
FantasyEra notable el pánico en sus ojos, no se habían percatado hasta ese momento. Sin una no podría vivir la otra, porque eramos una misma.