Sé que me está observando.
¿Cuánto tiempo llevo aquí? Tan solo unos días que ya se me antojan décadas. En este cubículo de paredes completamente blancas acolchadas, apenas se filtra una vaga luz por las rendijas de la puerta.
¿Por qué ya no viene nadie? No lo comprendo; nadie ha venido a comprobar qué tal estoy... Ni familia, ni amigos... Tal vez no existan, y solo sean un lejano sueño de aquel mundo al exterior de esta celda. Era un día normal, volvía del trabajo como todos los días, nada fuera de lo corriente. Recuerdo que entré en mi habitación y me tumbé sobre la cama. Y aparecí aquí, sin ninguna información sobre mi paradero, demasiadas preguntas que no sé responder.Me siento en el suelo y me doy cuenta de que no estoy solo. En realidad, nunca lo he estado. No sé quién es, ni qué es lo que quiere. Pero está en la habitación, vigilándome desde algún punto en el que no puedo verlo. ¿QUÉ ES LO QUE QUIERE? Grito, pero nadie me responde. Me estremezco y un escalofrío sacude mis vértebras. ¿Estará jugando conmigo?
Inesperadamente, la ventanilla de la puerta se cierra. Pero, no es posible. No había nadie al otro lado. Una pequeña bombilla se enciende y me alumbra tenuemente. Me abalanzo costosamente sobre la puerta, la golpeo y grito de completa frustración, pero nadie me responde. Me deslizo por las paredes, sollozando y arañando el mullido de las paredes grisáceas, carcomidas por el polvo. Me detengo, necesito respirar y pensar, y rasgar las paredes no me servirá de nada. La bombilla emite un inquietante zumbido, y alumbra toda la estancia, no deja un hueco sin iluminar. Pero él está ahí, lo sé. Su maligna presencia inunda todos mis pensamientos. No es humano, es un ente intangible, una sombra.
¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Meses? No se puede deducir. Este lugar no está ligado al espacio o al tiempo. No tengo hambre, no necesito dormir o hacer mis necesidades. Es una sala de torturas mentales. Esto debe de ser una broma, una condenada broma macabra. Tantas teorías han asolado mi cabeza. Intentan darle un sentido a esto. Pero ÉL. Él nunca se va. Está aquí conmigo. A veces lo veo, cuando la luz se apaga tan solo por unos segundos veo brillar unos ojos en la distancia, brillan con un fulgor sobrenatural. Está esperando, ahora lo sé, quiere que se apague la luz, que se desvanezca la esperanza. Pero no desistiré. Ya no araño las paredes ennegrecidas. Ya no cuento los días, los cumpleaños. La vida pasa y mi única compañía es mi asesino. A veces intento comunicarme con él, esperando que me responda, me ayude a llevar mi encarcelamiento con más fluidez. Me está atormentando por alguna razón que desconozco.
Y sé que me está observando.
¿Cúanto tiempo llevo aquí? La tenue luz que emana la bombilla, ese cálido amparo que me separa de la mismísima muerte a veces falla, tiende a flojear, y proyecta sombras intermitentes donde puedo distinguirle a él. Ya no me preocupa morir. Lo veo como una escapatoria. Las paredes no son más que esqueletos férreos oxidados que se inclinan. No me llega el oxígeno del exterior. No lo necesito, pienso. Tan solo lo espero a él. Sé que me está observando.
Es el final, pienso. La luz parpadea débilmente, ya casi no brilla. Él está contento. Hoy se ha dejado ver bastante. Con cada apagón de la bombilla lo siento un palmo más cerca de mí. Lentamente, saboreo cada milímetro que me separa de él, anhelando el tan esperado beso de la muerte. Y cuando por fin la bombilla deja de emitir la luz para siempre, noto cómo me rodea en el eterno abrazo. Y entonces lo veo todo claro.
Yo soy aquella sombra.
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Detrás de ti
TerrorRelatos cortos de terror autoconclusivos. ¿Te atreves? Por cierto, no mires detrás de ti... Les molesta...