El invitado

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Es un día corriente en tu casa. Tus padres se han ido con tu hermano pequeño de vacaciones, no volverán hasta dentro de una semana. Es noche cerrada y la cena está en la nevera. No tienes demasiada hambre. Subes al piso de arriba, silencio sepulcral. Cada fugaz movimiento en la ventana es un escalofrío en tu espalda. El viento azota la casa, y tu perro gime de puro terror debajo de una mesa de comedor en el piso de abajo, así que bajas para que te haga compañía. 

Un extraño ruido empieza a apreciarse del piso superior. Una estática. Frenéticamente te das la vuelta. No hay nada, solo una brisa fría. Subes al piso de arriba con tu perro detrás de ti. Miras alrededor, el ruido viene de una de las habitaciones. La de tu hermano. Entras, su radio está iluminada y de fondo se anuncia colonia de marca. "¿Por qué se habrá encendido?" La apagas. Algo te araña la pierna. Es tu perro en busca de atención. Le acaricias y sales de la habitación, pero mientras cierras la puerta tu sangre se congela, quedas paralizado. La radio ha vuelto a encenderse. "Radio Destino" suena de fondo.

"¡Bienvenidos a Radio Destino! En la velada de hoy uno de nuestros oyentes se llevará una sorpresa muy especial. ¿Quién será? ¡Qué emoción!" Suena el teléfono de la habitación. "Será un amigo de mi hermano" así que no lo cojo. La radio sigue hablando entre pequeñas interferencias de estática: "Parece que está muy ocupado. ¡Tal vez no quiera encontrarse con El Destino!".Vuelven a llamar. Coges.

"Buenas tardes. ¡Aquí Radio Destino! ¿qué hace usted solo en una noche tan escalofriante como esta?"Se te hiela la sangre. ¿Cómo podría saber que estabas solo? Abrazas fuerte a tu perro. Nota cómo te tiemblan los músculos y gruñe."Es usted un participante de nuestro nuevo juego, donde puede ganar un maravilloso premio. ¡No puede usted decir que no! Verá, las reglas son muy simples..." lo siguiente que oyes es una voz más ronca, contundente. Cada palabra que dice te estira de los músculos en un intento por arrancarte la carne. 

Estás paralizado por el horror..."Hay un hombre en su casa. En efecto, ha oído usted bien. Está escondido en algún lugar: tal vez debajo de la cama, tal vez en el armario de su despensa, donde huele tan bien a hierbas... Encuéntrelo rápido y ganará. Pero debe de ser veloz, antes de que él le encuentre a usted... El juego YA ha comenzado, ¡Adelante! Ah, y no se olvide de la linterna de su cajoncito de noche..."Falto de respiración, te encoges en la cama mientras miras frenéticamente a todos lados, en busca de cámaras. Recuerdas que el de la radio sabía exactamente dónde tenías la linterna, pero, ¿Cómo? ¿Era todo una broma? Intentas gritar que se acabó la broma, pero el hilo de voz que balbuceas se escapa por tu garganta y se pierde en el terror que reside en el ambiente.

 Coges la linterna y la enciendes; apuntando a todas partes. Te tumbas en la cama mientras te preparas para mirar debajo de la cama, preso del pánico. Poco a poco vas inclinando la cabeza hasta que por fin ves un agujero oscuro y siniestro, hogar de tus miedos más profundos. ¿A las arañas? ¿O tal vez a los payasos? No sabes qué o quién está ahí pero enciendes la linterna y te dispones a apuntar... Un ruido te asusta y tiras la linterna, es tu perro. Pero la fuente de luz está ahora a merced de las sombras. ¿Te atreverás a meter la mano, o incluso el brazo ahí? Cierras los ojos de puro miedo, y cargado de adrenalina, estiras el brazo. Puedes palpar la linterna y el suelo de madera, justo antes de que cruja, y con ella, algo te empieza a agarrar del brazo. 

Arde como el fuego, y está estirando para meterte en su universo de debajo de la cama. Abres lo ojos, llorando. No hay nada. Te incorporas de un salto y sales de la habitación; dejando atrás una melodía que sale de la radio entre interferencias. Acudes corriendo al teléfono del pasillo, quieres llamar a la policía y a tus padres. Quieres sentir calor en esta fría noche. Descuelgas el teléfono y marcas el 112.

Una voz resuena del otro lado de la línea: "No estarás pensando en hacer trampas, ¿Verdad? No nos gustan los tramposos... Veamos cómo te castigaremos..." se apagan todas las luces. "Buena suerte". La línea se corta. Marcas el 112 pero no funciona el teléfono. Te echas al suelo, no ves nada y estás asustado. Tus ojos terminan adaptándose a la noche cerrada, pero recuerdas que tienes la linterna. La enciendes. La música de la radio se escucha ahora más alta, y también se oye una risa horrorosa que resuena en toda la casa. "Encuentra al 'invitado'" "Encuéntralo" escuchas, pero rompes a llorar. 

Apuntas con el pequeño haz de luz en todas direcciones mientras piensas que estos pueden ser tus últimos minutos de vida. "Me van a matar" piensas. Oyes unos pasos que provienen del piso de abajo, seguido de unos tintineos metálicos. Poniendo todo tu afán te sujetas al reposa brazos mientras bajas las escaleras al piso inferior. La cocina está a mano izquierda. La iluminas pero no ves a nadie, sin embargo se aprecian unas manchas de pisadas en el suelo. Son enormes. Te abalanzas a la encimera y blandes un cuchillo. Tienes las manos sudorosas y temblorosas así que no lo agarras bien. 

Se escucha una voz. 

"Por cierto, ¿Dónde has dejado a tu perro?" Un sudor frío recorre tu espalda, empiezas a apuntar al suelo con la linterna pero no das con él. Se oye un ladrido, seguido de un aullido. No sabes de qué punto de la casa. "Uh Oh, lo siento mucho" dice la radio, que parece ajustar su volumen según te alejas de ella. 

Corres hacia la puerta. Quieres huir. La puerta está atrancada. Subes corriendo al piso de arriba, tropezándote en las escaleras. Te incorporas y avanzas, limpiándote la tibia sangre de la barbilla, hasta llegar al cuarto de tu hermano. Desenchufas la radio.

"Eso no es muy amable por su parte..." Entre lágrimas de terror y rabia lanzas la radio al suelo y la pisas. Repetidas veces. Solo queda un amasijo de cables y chips.

"Y.... ¡Tiempo! Ha perdido usted... una verdadera lástima... El 'invitado' en realidad... Se esconde detrás de usted". Gritas.

Detrás de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora