capítulo XXXIV

1.4K 120 34
                                    

Terry~

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Terry~

-Teey – oigo una voz y al voltearme veo a mi pequeña Diana que viene hacía mí, yo me agacho para poder cargarla y darle un beso en sus mejillas regordetas – Teey, Teey.

-¿Cómo estas, princesa? – le pregunto aunque evidentemente sé que no me va a responder, a pesar de ser una niña muy lista antes de que cumplir su primer año ha empezado a caminar y  hablar, por supuesto yo le pague a la niñera para que le empezara a decir mi nombre a escondidas de mis padres, así para que la primera palabra que digas no sea ni mamá ni papá si no Terry – Cada día estas más grande, más grande y más hermosa.

-Terrence – oigo a mi padre detrás de mío y con Diana y su peluche en brazos me volteo para verlo.

-Padre – le respondo a modo de saludo – Tengo que hablar con usted.

-Vamos al despacho – y lo sigo con Diana en mis brazos ella sonríe y trata de jugar con el crucifijo que Candy me regalo para mi cumpleaños, cuando entramos en su despacho me siento en una de las sillas y él en su escritorio – Y bien, hijo ¿de qué quieres hablar?

-Ayer le pedí matrimonio a Candy – digo mientras juego con uno de los pequeños risos de Diana, por increíble que parezca mi hermanita va a tener el cabello rizado – Y ella acepto, así que seguí tu consejo, padre me voy a casar con Candy lo más pronto posible.

-Hiciste lo correcto, hijo. La guerra pronto será una realidad y para ese entonces es mejor que estén casados y lejos de Inglaterra – en realidad fue mi papá quien me dio la idea de casarme con Candy, gracias a los supuestos deberes, tenía planeado ir a New York con Candy a mi lado por supuesto, pero mi padre me dijo que no podía llevar a Candy conmigo si no era como mi esposa, no es que fuera un castigo casarme con ella,  más bien lo que no me gustaba era que mi pecosa no tendría la boda a lo grande que se merece – En lo personal a mí no me gusta que mi primogénito no tenga la boda por todo lo alto que te mereces.

-Padre a mí no me importan estas cosas – le digo con sinceridad – Espero que Candy no le afecten mucho, pero como usted me dijo que entre menos personas lo sepan menos posibilidades hay de alguien intente atacar.

-Hasta que por fin aprendes algo, muchacho – bromea, ahora mi padre no pierde oportunidad en bromear conmigo ya sea por mi comportamiento o por mis hechos – Terrence, quiero que me jures algo – dice levantándose de su silla y tomando a Diana en sus brazos, ella ríe al sentir como mi papá la carga y juega con ella – Como ya te dije antes la guerra pronto iniciará, y no solo tu y Candy irán a América – se me queda viendo a mí fijamente.

-¿Qué quieres decir? – le pregunto.

-Que tú, tu esposa, tu tía Lucy, Karen, tu madre y tus hermanos se irán a América contigo, específicamente a New York, conozco el lugar y ya he mandado a asegurarlo más que todo porque en tierra Americana es más fácil que la señora Elroy quiera atacar, pero estoy casi seguro que después de verte casado con Candy lo acepte y los deje en paz, pero entiende una cosa hijo nunca óyeme bien nunca te confíes de las reacciones de tus enemigos.

Mi Dulce Rebelde Donde viven las historias. Descúbrelo ahora