Parte 1

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"Si Romeo no hubiese sido tan impaciente ni él ni Julieta hubieran muerto, pero claro, ¿cómo hubiese terminado la historia?" pensó Chiara cerrando el libro de teatro y apoyándolo sobre su pecho. La suave brisa de Vergetta recorrío el verde jardín acariciando las hojas esmeralda de los árboles y le acarició la piel con un suave frescor. "Tal vez, hubiesen huído al norte y formado una familia" siguió ensimismada en sus pensamientos.

Chiara suspiró mientras el viento le rebolvía su cabello rizado y negro que caía por su espalda. Ella quería enamorarse, quería tener un Romeo y que ella fuera su Julieta. Admiraba aquel amor tan puro entre esos dos amantes, pero que no dejaba de ser carnal.

-Chiara.- la llamó desde atrás Arame, un guarda que estaba a las órdenes de su padre. Su labor consistía en vigilarla día y noche.

La muchacha alzó sus ojos oscuros hacia aquel hombre de espalda ancha y musculosa que la miraba con sus penetrantes ojos verdes.

"¿Él será mi Romeo?" se preguntó Chiara.

-¿Qué ocurre, Arame?- preguntó la chica.

-Creo que deberíamos entrar ya a la casa, está empezando a anochecer y refrescará. No quiero que se ponga enferma.-

-No me importa ponerme enferma, Arame. Venga aquí, sientese conmigo.- le dijo señalándo al hombre de pelo cobrizo un lado desocupado en el banco de madera en el que estaba ella sentada. Arame pareció vacilar un momento antes de sentarse a su lado. Estaban muy cerca, demasiado. El brazo y la cadera de Chiara rozaban con su pierna y su brazo, aquello lo hizo sentir incómodo pero no le desagradaba.

-No quiero volver a casa.- le confesó Chiara.

-¿Por qué?- preguntó el soldado olvidando las formas sin darse cuenta pero pareció que a la muchacha no le importó.

-Porque siempre estoy encerrada y el único lugar en el que me siento un poco más libre es aquí.- respondió ella mirando el cielo anaranjado. Cada vez oscurecía más y más, no podía ver como el sol se ocultaba bajo la tierra porque los árboles y la enorme pared de piedra que rodeaba el jardín tapaban el horizonte.

-Si así es como te sientes, podría convencer a tu padre para ir al mercado mañana.- ofreció Arame. Chiara se giró con los ojos muy abiertos y una sonrisa dibujada en la boca, esa sonrisa perfecta y bonita que hacía que ha Arame se le encogiera el estómago y le latiera rápido el corazón.

-¿De verdad?- dijo con entusiasmo. -¿Tu crees que me dejarán?

-Supongo que si vas conmigo tu padre no se opondrá.- al oír estas palabras la sonrisa de Chiara se hizo mucho más ancha, mostrando todos sus dientes. Con los ojos brillantes por la emoción, Chiara besó la mejilla de Arame y éste dio gracias a que el sol ya se había ocultado para que la chiquilla no pudiera ver el tono rojizo de sus mejillas.

-Gracias, Arame. Si no consigues que mi padre me deje ir al mercado, gracias igualmente. Simplemente gracias por intentar animarme.- sonrió. Arame sacó de un bolsillo una vela de cera de abeja y prendió la mecha iluminando sus caras. Se quedaron un momento en silencio contemplando las recién salidas estrellas que brillaban en el cielo negro como luciérnagas estáticas.

-¿Has leído Romeo y Julieta?- le preguntó Chiara.

-He ido a ver su representación en el teatro.-

-¿No te parece maravillosa?- dijo ella mirando las estrellas.

-Si.- contestó él. -Señorita, se hace tarde. Creo que deberíamos volver ya.- dijo Arame poniéndose en pie. Sin rechistar, Chiara caminó por el inmenso jardín hasta el gran palacete al que llamaba "hogar".

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¡Hola a todos!

¿Qué os parece la historia? Se que es solo el comienzo pero espero que os este gustando.

Por favor, si te gusta dale a la estrellita y pon comentarios si crees que comento algún fallo de ortografía o si te gusta la historia y quieres hacermelo saber, me ayudaría mucho.

¡Hasta la Parte 2!

Cora Bas.

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