𝐃𝐈𝐄𝐙

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El robusto alfa lo obligo a subirse a la parte trasera de un auto. Poco después se coloco frente al volante cargando en su rostro la expresión mas solemne. No menciono palabra alguna durante el viaje. Tampoco se quejo del angustioso llanto, ni de los gritos histéricos que dejaba salir el omega asustado.
 
Soonyoung estaba aterrorizado, hecho una bolita en un rincón del asiento, suplicándole al alfa que lo dejara ir o, en su defecto, que lo matara allí mismo. 

Nada resultó. Y el desasosiego fue creciendo a medida que notaba descender la velocidad del auto, deteniéndose frente a un sitio que el desconocía. Todo estaba demasiado oscuro, y sus ojos completamente hinchados y llorosos no lograban distinguir demasiado. El auto avanzo, adentrándose a un estacionamiento subterráneo.

Minutos más tarde, Soonyoung se encontraba siendo empujado por aquel mismo alfa de mirada gélida. No sabía a dónde lo enviaba, ni que le haría. Aunque podía imaginárselo, y de solo pensar en ello su estomago se contraía.

Subieron por una estrecha escalera apenas iluminada. Y continuaron subiendo, uno o dos, o quizás tres pisos. Soonyoung no supo contarlos. Solo sabia que cuando dejaron de subir estaba realmente exhausto. Con su corazón palpitándole como loco en el pecho. 

El omega no quería seguir y descubrir cuál era su doloroso destino. Quería huir, esconderse. No quería que lo lastimasen.

El miedo se compenetraba cada vez más en su cuerpo a medida que avanzaban por un silencioso, y tal vez siniestro, corredor.

De pronto, el tipo lo metió en una de las habitaciones de un empujón y, sin siquiera decirle algo, le cerró la puerta, dejándolo allí en absoluta soledad. Dentro de una habitación enorme y lujosa, la cual se encontraba sumergida en las penumbras. Soonyoung comenzó a dar vueltas, nervioso, remordiéndose las uñas mientras aguardaba atemorizado lo que le esperase.

Y mientras se decidía por iniciar una búsqueda de algo que le sirviera para defenderse, pensaba en por qué el aroma que invadía el lugar le resultaba tan familiar. Nunca había estado allí, pero ese olor… ese olor…

Un golpe seco se oyó desde el corredor. Soonyoung se alarmó. Su respiración se entrecortó; su aliento había sido robado. Ya no tenía tiempo, por lo tanto se apresuró en emprender su búsqueda. Sin embargo, no logró encontrar más que ropa y objetos personales de, quien suponía, era el dueño de aquella habitación.

Pasos resonaron del otro lado de la puerta, deteniéndose justo delante de esta. Soonyoung tembló. Tragó en seco y corrió hacia el balcón, sitio que no había advertido antes. La brisa helada lo tranquilizó apenas un poco. Necesitaba aire libre. 

La vista, sin duda, era preciosa. Pero eso no importaba. Se asomo por el barandal, notando que eran dos pisos de altura. Seria una caída dura. Tal vez, ni siquiera viviría para escapar. Y tal vez aquello sería mejor que vivir y escapar herido.

支配: 𝘀𝘂𝗯𝗹𝗶𝗺𝗲 𝗱𝗼𝗺𝗶𝗻𝗮𝗰𝗶ó𝗻 |𝙝𝙖𝙤𝙨𝙤𝙤𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora