𝐄𝐗𝐓𝐑𝐀 𝟐 | 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝟐 [𝟐/𝟐]

309 13 8
                                    

Joshua y Wonwoo no habían ido solos: Wen Junhui y Jeon Jisoo los habían acompañado. Ambos hijos de Joshua, siendo el primero un bonito, tímido e introvertido adolescente omega de dieciocho años, cuyo apellido había sido heredado de su padre omega dado que su padre alfa —un chino que había cautivado a Joshua desde el primer momento y que al principio pareció no tener gota de maldad—, fue un ebrio y abusivo hombre que no tuvo respeto ni por su omega ni por su hijo.

Fue Seokmin quien ayudó a sacar a Joshua de aquella tóxica situación. Fue él quien defendió a Joshua y a su pequeño hijito de aquella bestia infernal. Fue él quien los protegió y los acogió bajo su ala cuando más lo necesitaban. Joshua le estuvo verdaderamente muy agradecido, pero hasta ahí llegó todo, al menos los primeros años.

Joshua no olvidaba la agresión que alguna vez Seokmin usó contra él, por lo que no podía permitirse volver a confiar en él. No importaba lo mucho que Seokmin había cambiado para mejor, el miedo fue más fuerte.

Seokmin lo entendió, realmente lo hizo. Lo había entendido desde un inicio, y si él había irrumpido en la vida de Joshua para rescatarlo no fue para ganarse su amor, ni para quedar como un héroe. Ni siquiera lo había planeado él. Lo hizo por un llamado de auxilio por parte de Mínghào, quien a su vez era vocero de Soonyoung, quien se había enterado por Wonwoo.

En esos tiempos, Mínghào y Soonyoung ya residían en Estados Unidos, Wonwoo seguía en Londres y Joshua vivía en Italia. Pero fue el beta quien, a través de una video-llamada, advirtió que algo malo estaba pasando con Joshua al verlo tan intranquilo, nervioso y con varios moretones mal disimulados con capas de maquillaje.

Wonwoo, alarmado, le preguntó si necesitaba ayuda, y Joshua enmudeció, sus ojos se llenaron de pánico, miró a hacia un costado y cortó la llamada. No bastó más para que Wonwoo llamara con urgencia a Soonyoung, sabiendo que Mínghào podría hacer algo al respecto. Y Mínghào llamó a Jaebeom, pidiéndole que enviara un par de hombres a Italia para poner a salvo a un omega.

Jaebeom, sin siquiera recordar a Joshua, mandó a Seokmin y a otro más.   

Seokmin ni siquiera sabía que se trataba de Joshua, ni que la llamada había sido de Mínghào. Por lo que, si lo salvó fue por completo un acto del inequívoco destino, o una simple casualidad.  

Sea como fuese, Seokmin redimió su alma con todos y cada uno de los actos que hizo, de puro corazón, para mantener la seguridad y el bien estar de Joshua y su hijo. No le importaba si el omega no lo amaba, no le importaba si no volvían nunca más a estar juntos, no le importaba poseerlo. Solo quería verlo bien, verlo saludable, verlo ser feliz con la felicidad de su pequeño JunHui.

Seokmin se dio cuenta de que si Joshua era feliz, él también lo era, y entonces comprendió finalmente lo que era el amor.  

Antes no lo había amado, solo lo había deseado. No pensó en su felicidad, solo pensó en su cuerpo, en el placer, en el sexo. Seokmin repudio su pasado, no entendiendo cómo era que había sido tan imbécil, tan hijo de puta.

En ese entonces todo era diferente para él. Amaba a Joshua como nunca antes había amado alguien, pero Joshua aún conservaba rastros de miedo en su mirada y él, tristemente, lo entendió. 

Pero estaba bien, no importaba. Seokmin se conformaba con la amistad que Joshua había aceptado forjar luego de las diarias visitas que Seokmin le hacía en su nueva y modesta casa en Bradford, en donde el alfa pasaba para verificar que todo estuviese bien, que no les faltara nada. Solía quedarse a tomar el té y siempre terminaba jugando animadamente con el pequeño, quien lo adoraba.     

Tuvieron que pasar algunos años para que el miedo se esfumara por completo de la dulce mirada de Joshua. Ya no habitaba gota de desconfianza en el omega. Miraba a Seokmin y ya no veía a ese alfa insensible que llegó a golpearle y mantenerle encerrado. Lo miraba y veía a un alfa totalmente diferente, un alfa atento, tierno y juguetón que su hijo amaba. Veía a alguien en quien confiar, a alguien a quien apreciar, a alguien que ya no le haría daño nunca más.

支配: 𝘀𝘂𝗯𝗹𝗶𝗺𝗲 𝗱𝗼𝗺𝗶𝗻𝗮𝗰𝗶ó𝗻 |𝙝𝙖𝙤𝙨𝙤𝙤𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora