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cuando llegué a casa las lágrimas ya no dejaban de salir de mis ojos. por suerte tan solo bastó con decir que me sentía mal para que me dejaran volver a casa.
no podía soportarlo. pasando por alto que me fuiste infiel por dos semanas, me dolía verte feliz, sin necesitarme tanto como yo te necesitaba. tú estabas saliendo adelante haciendolo ver tan fácil pero yo seguía estancado, sin saber que hacer.
descubrí el espejo del baño, porque quería desahogarme de todo lo que estaba destruyendo mi interior como un millón de cuchillos. me grité un montón de cosas hirientes, golpeando el espejo tan fuerte que se quebró en mil pedazos, cayendo sobre mis manos y provocando algunos cortes nuevos.
todo el baño quedó lleno de sangre, pero eso no me fue importante. nada dolía tanto como el hecho de que jamás volverías a ser mío.
entonces tomé todas las pastillas que disponía, vaciando los distintos frascos en mi mano para ir tragando una por una.
lo siento soobin, es momento de decir adiós.
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