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                                                                      INSOMNES ESPECTROS

-Emily

mis ojos se abren de sopetón, tengo la boca reseca, la respiración agitada y el corazón late con ímpetu bajo mis costillas, la sábana aburuñada bajo mis pies y la piel cubierta por una fina y húmeda capa del sudor de mis malos sueños, encojo mis piernas en mi pecho como si fuera un feto, y lo que daria yo en estos momentos por ser uno de nuevo, por volver a nacer, esta vez en el seno de una familia de sonrisas, una familia que me quisiera, una familia que me cogiera de la mano al dar mis primeros pasos, que si no lo consiguiera y me caía me volvieran alzar entre el calor de sus brazos, y dejó que una traviesa y solitaria lágrima desciende por mis ojos, pero la solitaria lágrima ya no está sola, por que la siguen miles como ella creando un sendero entre mis rosadas mejillas.

Me quedo así hasta que mi pulso se ralentiza, y el antes reciente recuerdo de mi pesadilla se disuelve en la bruma de mi memoria. Observo mi habitación y como es costumbre estoy sola, mi mirada sigue girando por el cuarto hasta que cae sobre el viejo y pequeño reloj de hojalata, y como las agujas de este se deslizan para así marcar las seis en punto, y en el mismo momento en el que lo hace el estridente sonido del despertador retumba contra las paredes de mi habitación, y le doy un fuerte golpe para acallar el sórdido sonido de este, me levanto con algo de dificultad por mis entumecidos músculos, deslizo mis manos por mis piernas hasta llegar al dobladillo de la gran camiseta que usó como pijama, y despojarme de esta.

Me vestí con mi usual ropa negra ya sea por luto o simplemente porque era lo habitual, y me encamine escaleras abajo hacia el salón donde deambulaban mis insomnes compañeros, que cual espectros se arrastraban hacia la cocina con tal de reclamar un triste café, con la esperanza de ocultar su ya notable cansancio. Y por mucho que cada mañana sea una copia de la anterior todavía se me hacia extraño, parecía mentira que hiciera ya dos años desde que volví a éste pueblo, es como si hubiera sido ayer cuando aparecí aquí apenas con una maleta, y me las tuve que apañar para encontrar un lugar donde vivir, y eh voila aquí estoy, en una vieja casa, desocupada hasta nuestra llegada con la fachada llena de enredaderas y musgo, con la pintura desprendiéndose de las paredes dejando al descubierto el rojo ladrillo, y las vigas carcomidas, dando la sensación de que en cualquier momento la casa se separara del suelo y el viento se la llevara como si este pueblo fuera cansas y yo la pequeña Dorothi, y en ese momento por mi mente cruzó un recuerdo, de cuando de pequeña no podía dormir y mi abuela se tumbaba a mi lado sobre la cama, recuerdo cómo mi abuela siempre olía a rosas, y como ese día sonaba de fondo la melodiosa polifonía de Bach mientras ella sostenía en sus sarmentosas manos un viejo ejemplar del "mago de Oz", recuerdo como siempre interpretaba cada personaje haciéndome creer que de una obra de teatro su relato se trataba, y que siempre se humedecía sutilmente el dedo con la lengua antes de pasar cada página, un sentimiento de nostalgia se apodera de mí, y las lágrimas desafían con volver a salir, pero no se lo permito. Cuando mi abuela se murió la custodia volvió a ser de ese hombre el cual llamó padre por la única razón de poner un poco de esperma, esperma el cual nadie pidió que pusiera y que sin él todos hubiéramos sido más felices, pero si algo tenía claro es que no volvería a esa casa, no mientras él estuviera allí, y no mientras el recuerdo de ella siguiera allí...

-Dios... que dolor de cabeza..., !oye Emy sabes donde hay una aspirina!- Grito mi "amiga" si se podía decir así Chloe, que se acababa de levantar, con todo el pelo revuelto, y una camiseta de Noah, su creo que novio..., o algo así? -

-Buenos días para ti también - dije irónica mientras me dirigia a la cafetera- y no Chloe no lo se,-dije todavía adormilada- no se suponía que las personas con gafas erais más listas -dije con burla,sin prestarle mucha atención-

Me Alegro de Volver a VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora