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— No, no te vayas —la abrazó fuerte contra su cuerpo.
— Tengo que volver. Daisy no estará comiendo.
— ¿No puede vivir sin ti? —Anahí negó, sonriente— ¿Y si yo tampoco puedo vivir sin ti?

Dejó un beso en su hombro. Anahí sintió como su corazón se paraba y comenzaba a latir con fuerza, como cuando le dijo «te quiero» anoche. ¿Y si ella no podía vivir sin él?¿Y si ella lo quería tan tarde que él ya no sentía lo mismo? Sintió como se quedaba sin aire y como pudo se libró de los brazos de Alfonso.

— Annie, lo siento...
— No, no —le sonrió, vistiéndose— no es culpa tuya. De verdad.

Se terminó de vestir con la ropa del día anterior y sonrió a Alfonso cuando salió del baño.

— Pensaba que te habrías ido ya, huyendo de tu nuevo novio.
— No, de verdad. No. Pero sigo necesitando ir poco a poco.
— Así que no tengo permitido echarte de menos todavía.

Lo miró con sus ojos azules sin maquillar.

— Sí puedes hacerlo —se encogió de hombros— yo te echaré de menos.

Hizo una mueca, intentado sonreír, y lo besó castamente. Iba a salir por la puerta, pero Alfonso agarró su brazo, haciéndola retroceder.

— Espera. Podría volver contigo.

La vio dudar y estuvo a punto de retirar su idea, pero Anahí asintió débilmente y se sentó en la cama.

— Te esperaré.
— Gracias.

Se cambió rápido, recogió sus cosas y aviso a sus compañeros que no volvería en el autobús. Se montaron en el coche y condujeron en silencio la mayor parte del camino.

— ¿Vas a ir directa a la perrera?
— Te puedo dejar antes en casa.
— Me gustaría verla de nuevo.

Asintió. En realidad quería ir a casa primero para cambiarse y darse una ducha. Pero no dijo nada. Estaban llegando, cuando Alfonso habló.

— Crees que Daisy podrá esperar un poco más...
— ¿Por?
— Sé que quieres darte una ducha y cambiarte antes de volver a la perrera con la misma ropa que fuiste ayer. Además así podremos hablar tranquilos.
— ¿Hablar?

Alfonso asintió. Pero no dijo nada más. Así que Anahí terminó por conducir hasta su casa. Bajaron en silencio, entraron en el edificio y, mientras Anahí se daba una ducha y se cambiaba de ropa, Alfonso se sentó en el sofá y puso algo en la televisión para distraerse porque no podía dejar de pensar en el cuerpo desnudo de Anahí bajó el chorro de agua caliente.

— ¿De qué querías hablar?
— Lo de ayer.
— ¿Qué pasa con ayer?
— ¿Estás bien con eso?

Anahí frunció el ceño. Donde quería llegar.

— Con eso —repitió— Se claro.
— Anoche me dijiste que querías salir conmigo, pero hoy me dices mil cosas diferentes. Anoche me suplicas que te haga el amor —abrió la boca, sorprendida— no me mal interpretes, me moría de ganas. Me vuelvo a morir de ganas. Pero hoy me has tratado como si fuese un simple mueble... Y anoche te dije que te quería. Pero no dijiste nada. Solo quiero saber qué pasa por tu cabeza. Quiero entenderte, Annie.
— Me gustó —dijo mirando al suelo— hacía mucho que no... ya sabes. Si te lo pedí fue porque quería. Quiero y querré. Lo único que te pido es que no me presiones.

Iba a terminar ahí, pero decidió aclarar todo.

— Anoche me sorprendió oírte decir que me querías, pero sabes que no estoy preparada. No me digas que no te digo que te quiero, que no te mimo lo suficiente, que no soy una buena novia... Necesito ir poco a poco, estar cómoda.

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