Capitulo Uno

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Mean

Tenia algo en mente que hacer hace una hora, incluso dos, y aquí me encuentro con la idea clara aún en mi cabeza, ocupando todos y cada uno de mis pensamientos incluso detenido frente a esta puerta.

En realidad no comprendo bien que hago frente a esta puerta si mi relación con ellos nunca ha sido buena, menos aún por el desprecio constante recibido por mi relación con Plann, esa que en el pasado ya queda el final tan amargo que tuvo.

Llenándome de toda la fuerza posible, de todo el ánimo y la paciencia que necesito llamo al timbre, presionando el pequeño botón que pronto hace su función, más aún al escuchar las voces de fondo, esos gritos, esos tacones resonando sobre el suelo que está claro que no es de madera aunque desconozco de que material está hecho.

Mi madre, a la que a pesar de todo puedo considerar como tal aunque sus funciones de madre no las cumpla nunca desde hace mucho tiempo, aparece frente a mi, vestida con un vestido y unos zapatos que me aseguran sin necesidad de palabras que cuenta con visitas que ella consideraría importantes.

Obviamente yo no soy una visita deseada tan siquiera, pero no me importa porque mi presencia aquí se debe a algo que es importante para mi y no pienso marcharme hasta exponer las razones por las cuales estoy en este momento aquí, entrando sin permiso alguno.

— No tengo tiempo para estar recibiéndote —como es obvio —y menos si vienes sin avisar.

— No te robaré mucho tiempo —me dispongo a mirarla —deberíamos hablar en un lugar privado o tus amigas, querida madre, ¿pueden saber la noticia que vengo a darte?

Por supuesto no dice palabra alguna. Sus zapatos de tacón resuenan con fuerza, saliendo así que su deseo es hablar en privado, conociendo perfectamente cuanto quiere ocultar a esas amistades suyas que dudo, aún no conociéndolas, sean la mitad de crueles que lo que es la madre que me dio, así como también procuró amargar y dañar, mi vida, no importándome demasiado eso ya.

— ¿Qué es lo que quieres decir? Estás interrumpiendo como siempre mis planes, mi vida y se que lo que vas a decir no será agradable —se cruza de brazos —habla rápido Mean y márchate. Esas mujeres no tienen porque saber de tu estilo de vida.

— Seguro que esas mujeres no se avergonzarían del estilo de vida de sus hijos —sonrío ampliamente —así como tampoco del próximo matrimonio, el mio con Plann, madre. Estoy aquí para hacerte ver cuan dispuesto estoy a que vayas si quieres, pero no para que lo arruines. No soy tan idiota como para permitírtelo, pero para que veas que tampoco tan cruel como tu, dejando a un lado el pasado para darte una oportunidad.

— Phiravich serás mi hijo porque así surgió —la miro fijamente —pero ni sueñes con que vaya a asistir a ese evento que ni debería estar permitido. Aquí no está permitido tan siquiera lo que pretendéis hacer.

— Conozco las leyes madre y no es desde luego aquí donde será nuestra boda dado que tu podrías incluso usarlo en nuestra contra —estoy dispuesto a salir ya —piénsalo si quieres. Si no asistes tampoco es que vaya a alterar mi sueño ni mi vida.

Cruzando esta puerta me doy cuenta que dos de cuantas sean las visitas de mi madre están pendientes de cuanto sucede. Aún sonriendo, ampliándola incluso más, las saludo con todo el respeto que de mi sale, marchándome ya si, cerrando la puerta al mismo tiempo que escucho como evidentemente la única persona con la mente cerrada en esta casa a mis espaldas es mi propia madre, obteniendo yo el apoyo de esas otras mujeres.

Con un buen sabor de boca, porque de ningún modo iba a dejar que sus reproches y frustraciones al respecto me afectasen, ya si me marcho, subiendo a este coche que hace tan solo un par de semanas compramos Plann y yo, conduciendo en dirección a nuestra casa, la cual entre los dos hemos arreglado con el único propósito de hacerlo un hogar decente, uno en el que conseguir guardar y crear nuevos recuerdos, más ahora que estamos en una nueva fase de nuestra relación, una en la que no permitimos que nada negativo nos invada, menos aún por el paso que estamos por dar a la unión de nuestro amor de forma más estable, esa boda que en tres meses será real y no un sueño en proyección que juntos creamos desde que esta segunda vez me lo pidió, sorprendiéndome una vez más.

Phiravich Attachitsataporn, Mean, mi amor, sabes bien que a pesar de ser yo un completo imbécil siempre quise hacerte feliz —sigue sosteniendo mi mano, escuchando ahora algo que no comprendo bien —no lo hice muy bien en aquel entonces, pero si tu quieres y me das otra oportunidad, me permitieses hacer hasta lo imposible porque seas feliz cada segundo de tu vida, ¿aceptarías ser mi esposo?

El silencio que nos acompaña, procesando cada una de sus palabras, sintiendo los fuertes latidos de mi corazón, apretando mi mano sobre la suya, no puedo evitar sonreír, sintiendo mis mejillas humedeciéndose tan rápido que siento que las palabras no podrán salir tan siquiera, así como una pequeña presión, la falta de aire que pronto vuelve como si una fuerza mayor me lo devolviese de esa forma, más aún entre los brazos de Plann.

Claro que quiero idiota —sus suaves carcajadas suenan haciéndome reír también —no se como puedas dudar de ello. Ninguno de los dos lo hicimos bien, y las oportunidades no deberían ser unicamente para ti. Son para los dos porque yo también tuve culpa Plann y una y mil veces más si quiero casarme contigo.

Sin romper la unión de nuestros cuerpos, el mio entre sus brazos y el suyo entre los míos, uno una vez más nuestros labios, con tanta seguridad como amor y cariño siento por él, fundiéndome de forma segura en este sentimiento que crece en mi corazón, que se fortalece entre suaves caricias, las muestras de que nuestro amor es más que real, en que somos y seremos siempre el uno para el otro, pase lo que pase y que cuanto está por venir lo viviremos juntos, sin dejar que nada más, ni nosotros mismos nos separe.

Conduzco de forma segura, aparcando ahora en el primer lugar libre que encuentro. Sacando las bolsas del coche, en las cuales llevo comida pero también un dulce capricho para mi amor, camino de forma a nuestra casa, sin perder el recuerdo de cuando oficialmente dejamos a un lado ser simplemente novios, para mostrar la dirección que tomar, esa al compromiso de algo seguro, de cuanto será para toda la vida.

SeremosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora