Capítulo 2 - Descubrimientos que te marcan❤️

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"El engaño es el arma inmunda de los mediocres"MieiraMusa

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"El engaño es el arma inmunda de los mediocres"
MieiraMusa

Seara

El sábado se había convertido en una auténtica pesadilla. Después de convencer a mi hermano para que me permitiese trasnochar, nada salió como lo había imaginado. Esperaba tanto de aquella cita, y ahora me arrepentía de haberla aceptado. La fábrica abandonada en la cual me encontraba no era el paraíso prometido por mi novio, sino todo lo contrario; se trataba de un lugar horrible donde recelaba hasta de sentar el culo.

Cuando Eladi, el hombre con el que salía, me invitó a una velada de ensueño, pensé que había llegado la noche… Tendríamos sexo juntos por primera vez y resultaría mágico, lo que jamás imaginé fue terminar en una construcción ruinosa, oliendo a moho, repleta de suciedad, con la compañía de sus indeseables amigos, qué nunca habían sido de mi agrado.

Me levanté de aquellos asquerosos cojines que Eladi me señaló orgulloso, como si adornasen un hotel de Dubai, y avancé hasta la ventana destartalada que daba a la parte trasera del desmantelado edificio.

En este lugar inhóspito solían reunirse los pandilleros, a juzgar por la cantidad de cascos de cervezas y muebles usados, distribuidos por toda la planta baja.

Contemplé por entre los cristales rotos el cielo estrellado, imaginando el final de esa cita tan rocambolesca antes de regresar al asiento que tanta repugnancia me causaba.

No soportaba las drogas: mi odio por ellas obedecía a un poderoso motivo, y allí el ambiente se notaba cargado.

Después de la medianoche perdí la cuenta de la cantidad de porros que los cinco habían fumado. El olor a marihuana se percibía por toda la estancia.

Observé a mi alrededor y el espectáculo que descubrí me inquietó: bolsas de cogollos se arremolinaban entre botellas de cerveza aposentadas encima de las ruedas cochambrosas, que servían de mesas donde permanecían sentados los chicos que formaban el espantoso grupo.

No obstante, uno de ellos me atemorizaba sobremanera en aquella orgía de hierba; Tiano, la mano derecha de mi novio. Él era diferente a los otros, poseía un aura peligrosa que lo recorría, y como se diferenciaba en casi todo de sus colegas, no se conformaba con fumar, iba más allá, y ya se había hecho dos rayas de coca hasta el momento: tenía un físico estremecedor, de complexión delgada, tatuad o con dos calaveras satánicas y un extraño símbolo que no reconocí.

Su carácter y su personalidad desprendían un hedor demoníaco que me hacía temerle. Me observaba intensamente, y no de manera apreciativa, más bien con asco y repugnancia, y ese escrutinio me inquietaba.

Rendido Al Pecado Vol- I  Bilogía DamiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora