El reencuentro con Valeria

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Llegué a su casa y toqué timbre.

Había un auto afuera lo que significaba dos posibles opciones: O Fede se había comprado un auto nuevo, o habían llegado los padres... Y la segunda opción no era nada buena.

Volví a tocar timbre.

- Ya vaaa! - se escuchó de adentro. Era la voz de una señora mayor, seguramente de la madre de Valeria.

Abrió la puerta.

- Hola - me dijo. Noté que tenía los mismos ojos que Valeria.

- Hola... ¿Está Valeria? - le pregunté. Seguro no era la forma perfecta de entablar mi primera conversación con sus padres, pero no estaba preparado para aquello, no luego de todo lo que pasó.

- Claro. ¿De parte de quien? - me preguntó la señora.

- Dile que soy Rodrigo, ella sabe quien soy.

- Esperame aquí.

La señora volvió al interior de la casa y la escuché gritar:

- Yanina! Yanina! ¿Donde estás, querida?

¿Yanina? ¿Quién es Yanina?

De repente, una señorita se aproximó a la puerta. Tenía la típica vestimenta de ama de llaves. Y noté que tenía un cartelito que decía "Yanina".

- Pase Señor Rodrigo, la Señorita Valeria la espera en su cuarto.

- Muchas gracias.

- ¿Quiere que lo acompañe o sabe donde es?

- No te preocupes, ya he venido aquí.

Subí las escaleras y entré a la habitación de Valeria. Allí estaba ella, en su sommier king-size, escribiendo algo en el mismo cuaderno que cuando la visité la vez anterior. Confirmado, Valeria tenía un diario íntimo. Tal como yo.

- Vale - entré por la puerta.

- Rodri... ¿Como estás? - Nos dimos un abrazo.

- Mal... Pero bueno, ya se me va a pasar.

- Que mala suerte, che. Y justo en Navidad...

- Perdón que no vine antes, es que, ya sabes, no pude...-

- No te disculpes, amor. Te entiendo perfectamente. Gracias por venir hoy.

Dejamos de abrazarnos y nos miramos cara a cara.

- ¿Que escribías? - le pregunté, llevando la mirada al cuaderno que estaba arriba de la mesita de luz.

- Nada importante, amor. Son cosas de chicas.

¿Cosas de chicas? ¿Quiso decir que escribir un diario es cosa de chicas?

- ¡También es cosa de chicos! - le grité, saliendome de contexto.

- ¿De qué hablas, amor?

- Nada, nada. Perdona. Estoy bastante mal, nada mas.

Nos sentamos en su cama.

- Escucha, mirame. - Puso su mano en mi mejilla. Que bien que me hizo eso - Saldrás de esta, sí. Saldremos juntos. Yo te ayudaré.

Nuestras caras se acercaron y nos dimos un beso. Un beso muy apasionado. Largo y con sentimiento.

Estaba sacándole la remera cuando de repente...

- ¿Quién carajos es este pibe? - llegó un hombre por la puerta. Era gordo y viejo, su voz era gruñoña.

- Papá, no es lo que tu crees.

Uy, en qué quilombo me metí! Me levanté y fui a estrecharle la mano.

- Mucho gusto, Sr. Meikel. Soy...

- Me importa un comino quien seas. Salí de esta casa ya.

- ¡Papá! - gritó Valeria.

- Señor, puedo explicarle...

- Te acabo de decir que salgas de mi propiedad antes de que te saque a patadas!

Parecía tan verdadero lo que decía que me di vuelta, le tiré un beso a Valeria, y me fui. Verdaderamente puedo decir que le tuve miedo a mi "suegro" temporal.

Me despedí de su madre, y me fui de la casa.

Linda experiencia para vivir luego de la muerte de tu padre.

Estas cosas son las que me vuelven loco...

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⏰ Última actualización: Feb 11, 2015 ⏰

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