II

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Como cada domingo, saqué a Gordolfo a pasear por el vecindario. Pensaba salir sola, pero mi hermano Juan Pa me dijo que iría a jugar fútbol con sus amigos. Espero que no esté el carnicero ese, porque ya había tirado a la basura su numero. Yo no quería ir, pero mi mami, que iba a aprovechar a platicar con sus amigas, me dijo que si no los acompañaba no iba a salir y Gordolfo se quedaría sin su paseo.

Así que tuve que ir con ellos, porque si no Gordolfo no me lo perdonaría. Me arreglé y me puse mucho bloqueador, unos lentes de sol y cargué con mi sombrilla, porque no me quería hacer prieta.

—Métele nitro, Ana Sof— me gritó mi hermano Juan Pa desde la puerta.

—No seas naco, Juan Pablo— le reproché mientras bajaba las escaleras—. Habla bien, desde que te juntas con los nacos esos de la colonia dices puras vulgaridades.

—Si, ajá— tomó a Gordolfo de la correa y nos sacó a la calle—. Vámonos.

Tuvimos que irnos caminando, yo iba arriba de la banqueta con Gordolfo a mi lado olisqueando un pedacito de hierba, lo jalé para que no estuviera oliendo esas plantas, porque quién sabe que tenían. Mi mamá iba con Juan Pa a su lado, no faltaba mucho para llegar cuando Juanpa volvió a hablar.

—Por cierto, Ana Sof— comenzó—, uno de mis cuates me dijo que está interesado en ti— me lanzó una mirada picarona.

Ew

—¡Virgen Santa!— exclamó mi mamá emocionada, llevando una mano a su pecho—. Espero que sea Calum. Ese muchachito me gusta para ti, hija. Y acuérdate que antes que tu abuelita muriera, ya lo había apartado para ti.

—¡Mamá!— hice ojos de huevo cocido—. A mí no me interesa ese carnicero. Eres tú la que me obliga a ir con él, porque me cobra menos, pero a mí ni me beneficia porque no como carne.

—Tu fuiste la que tomó esa decisión— dijo refiriéndose a la carne—. Sólo digo, que tienes que apurarte porque ya me enteré que trae a muchas loquitas por él.

—Pues si tanto quieren que les hagan descuentos, que Juanpa ande con él, al fin y al cabo bien ya se llevan.

—Es chido el vato— comentó Juanpa cuando ya casi íbamos llegando a la cancha donde iban a jugar.

Esperaba con todo mi corazón que Calum no estuviera ahí, pero vi que mis súplicas al universo no habían funcionado cuando lo vi haciendo dominadas con el balón. Como si él pudiera sentir mi presencia, alzó la mirada hacia nosotros, desconcentrándose e interrumpiendo sus truquitos.

Mi hermano nos dejó para ir a saludar a todos sus amigos con la palma y el puño. Calum me sonrió pero yo le volteé los ojos y me fui a seguir pasando a Gordolfo al rededor de la cancha mientas mi mamá se sentaba con sus amigas que ya estaban reunidas como aquelarre de brujas.

El partido comenzó pero yo no les estaba poniendo atención, por lo que un balón casi me pega en la cara cuando me agaché a quitarle un diente de león de la boca a Gordolfo. Subí ambas manos a mi cara para que evitar el golpe, y solté un pequeño grito. Cerré los ojos esperando el impacto pero pasaron unos segundos y no sentí nada por lo que abrí uno y vi de reojo como Calum caía al suelo sobre su hombro izquierdo.  E tarde un poco en entender que él se había lanzado para evitar que me golpeara a mi.

Aunque me caía mal, lo mínimo que podía hacer era ir a ver si estaba bien.

Caminé hacia él y vi que seguía tirado con las piernas y brazos extendidos dramáticamente. Me asomé para verle la cara y no tenía nada el cínico. Entonces, como no se movía, me agaché y con el dedo índice le toque un par de veces la mejilla y él abrió los ojos lentamente.

—¿Morí? ¿Estoy en el cielo? ¿O por qué veo ángeles?— preguntó, débilmente.

—Ya, payaso— lo regañé y le extendí la mano para que se parara.

Me di cuenta que se tardó más de lo necesario en soltar mi mano pero decidí no decirle nada y esperar pacientemente a que terminara el partido ya que él me había salvado.

Una vez terminado el juego, Juanpa se acercó a mí y a mi mamá y ya a punto de irnos, me di cuenta de que mi mamá me veía con una mirada de complicidad y una sonrisa descarada. No entendí al inicio pero todo cobró sentido cuando vi que Calum iba directo a nosotros.

—No te vayas a poner de payasa, ¿eh, Ana Sofía?— me advirtió mi mamá en un susurro. Yo la miré decepcionada y algo nerviosa.

—Hola, Ana Sofi— me saludó Calum cuando llegó hasta mi—. Oye, estaba preguntándome si te gustaría ir por unos taquitos conmigo.

—Ay, amigo, gracias pero no como carn...

—Ay si, Calum— interrumpió mi mamá—. Estaría encantada, más después de lo que hiciste. Eres un caballero.

Uy si.

—Pero mamá, ¿y Gordolfo?— le pregunté intentando librarme del carnicero.

—Ay, yo me lo llevo a la casa— me sonrió demasiado amable—. Ándale vete con Calum.

Sin más que poder hacer, dejé que Calum me llevara a la taquería al lado de su carnicería.

—¿De qué vas a querer tus tacos?— me pregunto ya que nos habíamos sentado en una mesa.

—Esteeee.... no como carne, soy vegana— le dije apenada.

—¿Entonces quieres ir a otro lugar?— me preguntó con una sonrisa.

—No es necesario— ni si quiera quería venir.

—Lo que sea necesario para conquistar tu corazón— me dijo atrevido—. No hay amor más puro y sincero que el de un carnicero.

Ew.

Nota de las autoras:
Esta idea surgió de leer algunas historias de los pendejos como mexicanos. No tenemos intenciones de copiar a otros autores pero quisimos escribir algo similar porque tomamos esas historia como una inspiración.

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2021 ⏰

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Mi novio el carnicero (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora