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El olor del chicharrón friéndose llegó a mi nariz cuando iba llegando a la carnicería.
Iba repitiendo en mi cabeza lo que me había encargado mi mami. Un kilo de codillo. Un kilo de codillo. Un kilo de codillo.
Ya sabía que mi mamá me había mandado porque cuando iba yo, el de la carnicería le quitaba los huesos a la carne y la pesaba sin ellos; y ya después de pesada la carne me ponía los huesos en una bolsa aparte para mi Gordolfo, que iba al lado de mi atado a su correa para que no se le acercaran los perros callejeros.

—¿Qué le despacho, mi reina?— me dijo el otro empleado de la carnicería. Suponía que era el hermano del que me hacía descuentos. Mi mamá ya me había explicado el parentesco de todos los que trabajaban ahí porque ella y mi abuelita siempre quisieron a Calum para mí desde que éramos chiquitos.

—Me da un ki...

Cuando Calum vio que era yo la que iba a pedir, se alejó de la carne que estaba cortando y se puso en frente de su hermano para que él pudiera atenderme.

—¿Qué te doy?— me interrumpió sonriente.

—Un kilo de codillo— rodé los ojos—, porfa.

—¿Entero o rebanado?— Me preguntó limpiándose las manos. Tenía que admitir que tenía manos atractivas.

—Ay no sé— dije con una mueca—. Creo que para pozole, porfaaa—. Le expliqué asqueada al recordar que tendría que comer pozole.

—Entonces rebanado, supongo— me sonrió y creo que me guiñó un ojo pero no estaba segura porque ya me había agachado a recorrer a Gordolfo para que no se comiera los restos de carne que había en el piso.

Me mostró dos pedazos de carne, que supongo eran los codillos, para darme a elegir pero como yo no comía carne no tenía la menor idea de cuál era la diferencia. Así que le dije que eligiera él.

En eso, llegó una señora y pidió dos kilos de longaniza. Iugh. Pasaron unos minutos y yo estaba distrayéndome con Gordolfo para no ver a Calum pero entonces me di cuenta que aunque había dos personas trabajando, el otro estaba perdido en su celular y Calum estaba haciendo el pedido de la otra señora en lugar del mío aunque yo había llegado antes.

—Oye— lo llamé y volteó inmediatamente—. Yo no te pedí eso— dije volteando a ver a la señora y esperando que entendiera que yo había llegado primero.

Calum me lanzo una sonrisa comprendiendo a que me refería y me hizo un gesto con los dedos en señal de que esperara. Está vez si capté su guiño, entonces me voltee a ponerle atención de nuevo a Gordolfo.

Ya que la señora se había ido, vi que Calum ya ponía la bolsa sobre la báscula y vi que marcaban ochenta y dos pesos, así que fui sacando el dinero que me había dado mi mami para pagar.

—¿Quieres los huesos para tu perrito?— me preguntó Calum viendo a Gordolfo, quien como si entendiera, me volteó a ver alegre. Y yo al ver su reacción, le dije que si a Calum.

Entonces abrió la puerta en vez de pasarme las bolsas por la ventanilla y yo dejé a Gordolfo en el suelo, antes de extender la mano para recibir las bolsas y darle el billete, al hacerlo me di cuenta que rozó innecesariamente nuestras manos, así que le solté el billete para que no nos tocáramos de más.

Él regresó a dentro para buscar el cambio y volvió a salir por la puerta para dármelo. Cuando estaba contando el dinero, me di cuenta que, como le pagué con un billete de cien, me tendría que haber dado dieciocho pesos de cambio y me regresó veintiocho. Así que le dije:

—Oye, disculpa— volteó a verme —. Me diste mal mi cambio, eran ochenta y dos— le expliqué extendiéndole una moneda de diez pesos para que el cambio fuera correcto. Ni siquiera contar sabía.

—Así está bien— dijo sonriéndome y me acercó una bolsa de mandado con un calendario a dentro, ya que era la primera vez que iba a la carnicería desde Año Nuevo—. Toma, de parte de la casa—. Ahora entendía porque había atendido primero a la señora, a ella no le dio bolsa ni calendario.

Le recibí la bolsa ofreciéndole una sonrisa y me regresé con Gordolfo a mi casa rápidamente.

Al llegar, dejé la bolsa y el calendario en la isla de la cocina y al hacerlo me di cuenta de algo que no había notado hasta ese momento, había un post-it pegado en el plástico del calendario que decía:

"Calum, llámame. 55 8742 *****"

Nota de las autoras:
Esta idea surgió de leer algunas historias de los pendejos como mexicanos. No tenemos intenciones de copiar a otros autores pero quisimos escribir algo similar porque tomamos esas historia como una inspiración. ¿Cómo creen que se llame la protagonista y que les gustaría que pase entre ella y Calum?
Ya se viene la historia de Luke buchón, porque nuestra pasión es publicar historias sin terminar ninguna y actualizar cada mil años. Xoxo.
Aussiekimcheese.

Mi novio el carnicero (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora