Traslado

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Al día siguiente, Himawari pidió permiso para salir al bosque, deseaba entrenar y pasar un poco de tiempo a solas. Pasaron unas horas hasta que mandaron a Suka a buscarla. Este pudo localizarla rápidamente siguiendo su chakra—Hima ¿Que haces aquí sola?

—Trató de mejorar mi puño suave— Siguió golpeando el árbol con gracia— Quiero que mamá vea mi avance cuando regrese.

—¿No es suficiente con nuestro entrenamiento?— Pregunto un poco dolido.

La joven negó con la cabeza mientras sonreía— No es eso. Entreno sola por que quiero superarme a mi misma. Mi abuelo siempre me dice que puedo dar más.

—Ya veo. Bueno, puedes seguir entrenando cuando termines de comer. Mi madre me mando a buscarte, quiere que me acompañes a comprar lo que falta, de paso conoces mejor la aldea. ¿Vienes?

Himawari asintió— Vamos.

En cuanto salieron del bosque se dieron cuenta que el mercado estaba cerrado. Siguieron buscando alguna tienda abierta, sin éxito—Que extraño... estamos en plena tarde y nada está abierto ¿Será algún día especial?...

Himawari señaló una tienda a lo lejos— Ese señor apenas está cerrando, vamos a preguntarle qué pasa—Tomó el brazo de Suka y corrió junto a él.

—Buen día— Saludo Suka formalmente— ¿Señor, sabe usted por qué la mayoría de las tiendas estás cerradas? Desconocemos el motivo.

—Niños de campo... siempre desconectados de lo qué pasa. La gente de konoha llegará en cualquier momento ¡Se agotaran todas nuestras provisiones! Pasaremos hambre y de seguro habrá conflictos. Esta aldea no podrá sustentar a tanta gente así que compren lo necesario y guarden bien sus raciones hasta que se vayan. Se acercan tiempos difíciles muchachos. Puedo hacer una excepción con ustedes, ¿Que necesitan?

—¿La gente de konoha? Pero... ¿Por que razón vendrían aquí?— Pregunto la Azebache desorientada.

—¿Por que mas? Konoha está bajo ataque. Están evacuando y que mejor lugar que este. Son tan idiotas que no pudieron dividir su gente alrededor de las aldeas.

Suka agradecio la informacion y partieron rapidamente. Iban de regreso a la morada cuando se toparon con una multitud de personas desorientadas. Himawari sintió un huelco en su corazón al reconocer a varios de ese grupo —Señora Buznel ¿Viene mi madre con ustedes?

—¿No esta Hinata contigo? ¡Que irresponsabilidad! No creo que esté en nuestro vagón, al menos yo no la vi desde que salí de mi casa. Evacuaron a todos los habitantes, tal vez no tarde en llegar...

—Eso espero... ¿Donde se quedarán?

—Tenemos carpas para acampar. Nos quedaremos aquí hasta que se mejore la situación ya que está estrictamente prohibido regresar a Konoha. ¿Al menos Boruto está aqui? ¡No puedo creer que te haya dejado sola sin supervicion de nadie!— La azebache palideció al escucharla. Toda su familia estaba en peligro. Se alejó de la multitud, ovidándose de la señora Buznel.

—¿he? ¿Himawari?— Está pasó de Suka, ignorándolo también— ¡H-hey! ¡Espérame!—Suka corría detrás de ella, escuchando sus leves sollozos. Sabía que Himawari querría regresar a su hogar a toda costa e ignoraría todos los peligros, lo sabía por que él haría lo mismo si estuviera en su lugar. Sin pensarlo dos veces aceleró el paso, rebasando así a la azebache— ¿A donde crees que vas? La cueva está del otro lado.

—¡Tengo que volver! No puedo quedarme aqui...— Habían llegado a la estación de trenes. Solo estaba un par de trenes con dos destinos. Uno de regreso a Konoha para recoger más gente y otro hacia la aldea de la nube. Hima bajo la vista, susurrándole a Suka— Regresa con Karin-san... y explícale por que me fui. Estoy segura que lo entenderá.

—¿Que dices? No estarás pensando enserio en dejarnos e irte tú sola. ¡Es peligroso e ilógico!

—¡¿Y cómo se supone que ayude a mi familia, Suka?! —Grito desesperada.

—¡Como los piensas ayudar si eres tan solo una niña!— Se acercó a ella para tomarla de los hombros— Aunque quieras ayudar no podrás hacer nada contra enemigos igual de poderosos que el séptimo Hokage, solo serás una carga más para tu familia. Ellos preferirían que estés aquí a salvo.

—No puedo quedarme con la angustia... No lo soportaría—Dijo con voz débil, apartándose bruscamente de el— Quiero estar junto a ellos aunque sea una carga.

—Tsk— Suka no sabía que decir o hacer, estaba entre la espada y la pared— Si que eres egoísta — La estación dio el último aviso, estaba por partir. Himawari se adentró sin pensarlo dos veces, Suka la siguió y la tomó de la muñeca— Perdóname, Hima— La jalo con fuerza hacia fuera, haciendo que trastabillara. Las puertas comenzaron a cerrarse.

—¡No! ¡Suka déjame ir!— Grito Himawari enojada. Logró poner el pie antes de que las puertas se cerrara completamente. Suka frunció el ceño y la abrazó por detrás, evitando que entrara. Al final hizo su último esfuerzo a hizo que se cayera junto a ella.

—Enserio lo siento... pero no puedo dejar que te arriesgues así. Mi madre me mataría si algo malo te pasa— El Uchiha la soltó cuando el tren estaba lo suficientemente lejos. En cuanto la Uzumaki se volteó pudo distinguir su Byakugan, tardo en reaccionar cuando esta se acercó a él y lo golpeó en el estómago dejándolo sin aire— Eso... es... trampa...— Empezó a ver todo borroso y poco a poco iba cerrando los ojos, perdiendo la conciencia.

Pasaron un par de horas hasta que Suka despertó. El sol se ocultaba y no había nadie alrededor más que el. Le costo levantarse por el dolor que aún sentía.
Estaba preocupado por Himawari, tal vez había aprovechado el noqueó y habría tomado el siguiente tren.
Desesperado corrió hasta la cueva para dar aviso a su madre pero en el camino percibió a lo lejos su chakra. Extrañado lo siguió hasta dar con el. Ahí estaba ella, entre un campo de girasoles. Suspiró de alivio al verla sana y salva, lentamente se acercó a ella para no asustarla— ¿Por qué sigues aquí?...— Pregunto con tono suave.

—Lo intente Suka, pregunte cuando regresaría el tren de Konoha y dijeron que ese era el último. Las demás personas las llevarían a la aldea de la arena...—Suspiro resignada, cruzando mirada con Suka —Perdón por dejarte ahí, supuse que yo te había noqueado y me avergoncé demasiado.

—No pasa nada, yo lo provoqué después de todo— El joven se adentró hacia el campo, tratando de no pisar ninguna flor. Se puso a un lado de ella para apreciar el atardecer juntos— Estoy seguro de que tu familia estará bien, Himawari. No tienes de que preocuparte.

La azebache asintió con media sonrisa— Deberíamos volver, deben estar esperandonos— Corto un girasol para decorar la vacía habitación en la que dormía. Durante el tiempo qué pasó sola, llego a la conclusión de que no podía hacer nada, más que esperar a que su familia volviera por ella. Tenía que tener fe en las palabras de Suka.

Himawari Y Las Cadenas De DiamantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora