Prologo

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Narrador

- ¡Ven aquí mocoso de mierda!- gritó un hombre de aspecto sucio y maloliente desde su casa casi en ruinas.

El "mocoso" como lo llamo su padre, corría de su casa a toda velocidad en busca de alejarse lo más posible de esta, su padre volvió a venir ebrio y no quería que se repita lo de la semana pasada, esta vez su madre no lo ayudaría.

Atravesó el bosque con sus pies descalzos, pequeñas ramas y rocas le clavaban los pies, la sangre y mugre cubría las palmas de los pequeños pies pero eso era lo de menos, no quería volver ahí, nunca más.

Corrió por un tiempo demasiado largo y hubiera continuado así de no ser porque chocó con un niño que se atravesó en su camino, quedando encima de este por el golpe.

- Au... eso duele.- dijo el otro niño con lagrimitas en los ojos.

El niño de pies descalzos habría retomado su carrera de no ser por levantar la vista y ver los ojos verdes más hermosos que había visto, su cabello azabache contrastaba con su piel pálida pero un poco bronceada y sus pómulos de un hermoso color rosa pálido, se quedó impactado por la increíble belleza del niño.

Sigue corriendo, por favor

- Oye, quítate de encima.- dijo el otro ya cansado de tener al otro niño sobre él.

El pequeño rápidamente se levanto y ofreció disculpas con dificultad y balbuceando aún anonado por la belleza del otro.

El azabache iba a botarlo, había arruinado su aventura en el bosque después de tiempo planificandola, o eso iba a hacer cuando lentamente vio por completo al niño y no pudo ignorar los pobres pies del otro.

- ¿No te duele?- dijo agachandose y tomando el pie del otro con sus manos, el otro niño solo se avergonzo de la apariencia de sus pies.- ven conmigo, vamos a curarte.- dijo tomando su mano del otro.

Y así los dos niños iban caminado, el azabache le hablaba de como logró escapar de su casa, de lo increíble que es el bosque y un montón de cosas más, el otro no decía nada no sólo porque no hablará muy bien sino que le gustaba ver al otro hablar tan animadamente, nunca antes había hablado así con alguien.

Derrepente se toparon con un gran muro de concreto y el azabache movió unas plantas y de metió al hueco de la pared.

- Ven, vamos, entra por aquí.- dijo mientras asomaba la cabeza por el hueco.- No hagas ruido que tengo prohido salir, y cuidado con los guardias.

Vete por favor

Al entrar el muchacho vio el jardín más hermoso mundo y como el azabache lo jalaba del brazo para entrar a la bonita casa.

- Ven vamos a darte un baño y a desinfectar tus pies.- dijo sonriendo.

Ya apunto de entrar el niño paró de golpe y volteó hacia el otro y de un grito se presentó.

- Disculpa, me olvidé presentarme, Mi nombre es Yuichiro Ichinose.- dijo mientras ponía su mano en su frente como un soldado.- ¿Y tú?

El niño de pies descalzos agachó su cabeza, su padre nunca le había dado un nombre y su madre siempre le decía hijo o pequeño pero nunca un nombre, no quería que Yuichiro lo rechazara por su falta de nombre.

Déjalo, vete de ahí

- Vamos no me burlare.- dijo el otro tomado su hombro.- Aún que te llames Pancrasio no lo haré, aunque si suena divertido.- dijo el chiquillo tratando de no reír.

- Yo no...- el azabache se acercó más al otro e  busca de poder escucharlo.- Yo no tengo un nombre.

Yuichiro se quedó confundido, nunca había conocido a alguien sin nombre, no conocía a niños de su edad tampoco pero todas sus sirvientas y amigos de sus padres tenían uno ¿Por qué el no?

- ¡Ah! Tengo una idea.- dijo Yuichiro muy animado.- desde ahora te llamaras Mikaela, hace tiempo hubo un gran guerrero con ese nombre, te queda genial.

Mikaela estaba sorprendido, por primera vez tenía un nombre y era uno muy bonito, así que el chico de cabellera rubia asistió con la cabeza haciendo que el otro sonriera muy feliz.

- Ya verás, le diré a Papi Shinya que te cure las heridas de los pies y ambos convenceremos a Guren para que te quedes, claro, ¿si quieres quedarte?

No lo hagas, por favor

El rubio asintió adentrándose a las casa con el otro pequeño de la mano, Mikaela por fín tenía un amigo.

Yu-chan, si no te hubiera conocido
...
¿Aún seguirías aquí?

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Pequeño AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora