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Quizás te hayas cruzado con ella por las calles de París. Si es así, seguramente no lo recordarás porque, aunque se trata de una chica muy guapa, resulta casi imposible percibir su fino rostro y sus grandes ojos tras su larga cabellera. Cuando camina, siempre va con la cabeza gacha, mirando sus pies y pegada a las paredes. Si alguien le habla, su corazón empieza a latir con fuerza y es presa de unos temblores incontrolables. Cuando se halla frente a otras personas, sus mejillas se tornan rojas como un tomate y de su boca no puede salir ni una sola palabra.


-Extraído de ''Adélaïs - Hechizeras del Mundo'' de:

Misstigri, Katell Goyer.

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