Capitulo 7

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El triste clima dejaba un aliento de desahogo, las tristes hojas de los arboles caian muertas por los suelos para luego ser tierra y ser parte de la vida nuevamente. Sin saberlo, aunque perdamos nuestra vida, formaremos parte de otra que apenas nace, sin un cuerpo jamás nacería otro.

Por los sucios pasillos, apenas oyéndose sus pasos, Kazuto caminaba aplacible, siendo protagonista de las miradas a su alrededor, miles de ojos observando su demacrada silueta que arrastraba sin ganas su pesado cuerpo hacia la salida de la escuela. Hasta ese punto, todo mundo sabía que sucedió con la joven solitaria que alejó a todos de su vida.

Asuna Yukki, asesina de la muerte sus dos padres. Por más de un año, la desaparición de los Yukki había sido un misterio total, al tener tanto poder, la notica corría como viento hacia todas direcciones, se interrogó sin duda muchas veces a la primogénita e hija única a Asuna, que reacia se negaba a cooperar. Se dice que fue muy inteligente para despistar la atención al tratar de quitarse la vida en varias ocasiones.

Sin embargo, el día de ayer, los dos cuerpos en proceso de pudrefaccion de sus padres se encontraron en su casa bajo llave. Su novio Kazuto Kirigaya acudió a las autoridades y estas se hicieron cargo. El caso se tomó más rápido de lo normal, habían pruebas suficientes para llevarla a una prision, sin mencionar al herido de su primo que intentó detenerla según su comento, pero su abogado acudió al apoyo probando que su clienta sufría de "esquizofrenia" salvándose así del destino de las rejas para ser atendida en un centro de salud cerca del pueblo.

Todos le veían con tristeza o burla tal vez, después de todo, ¿quien en su santo juicio quería involucrarse con una chica como ella? Alguien tan parca y tan fría a la hora de hablar, que con unas palabras ya te daba miedo o te aburría, sin duda debías quererla tanto para seguirla. La única rota a parte de él, fue su mejor amiga que trato de defenderla a toda costa, teniendo sus esfuerzos inútiles como recuerdo, según se rumoreaba, fue a la única chica a parte de donde se les dijo su ubicación exacta. Claro que ella si la visitaba, pero él... sentía tanta pena y coraje al mismo tiempo, pena porque la traiciono y tuvo que ver sus lágrimas caer cuando se la llevaron y coraje por enamorarse de ella. Después de todo había cumplido su trato con su familiar, no corría riesgos.



Tan pronto el ocaso se asomaba en el horizonte, la masa de alumnos se dirigía a sus casas, Kazuto iba lento, despistado en su mundo. Hacia poco que había ocurrido todo y su mente se llenaba de sus momentos con ella, era normal pensarla cada tiempo, pero sentía que algo no estaba bien, ¿cómo fue que Asuna apuñalo a su primo? ¿Cómo fue que él llegó en ese instante? Es como si todo el tiempo el los vigilara... como si los ojos que Asuna dijo que vio, fueran los de él...

Algo dio click en su cabeza en ese instante, aparte de Asuna, el único heredero de su fortuna sería su primo, según sabía, sus padres fueron encontrados muertos por frenos cortados, y de su familia solo quedaban ellos. Asuna sufría de esquizofrenia, más nunca mostró conductas agresivas, más bien muy calmadas y secas, suponía que sus formas de apaciguarlas era con médicamento, y era aquel que siempre cargaba y que pensaba eran drogas. Asuna era inocente y jamás lastimó a alguien, después de todo, había sido un estupido y el culpable era aquel desgraciado.

Cuando sus pensamientos eran procesados, la noche había caído, su casa estaba a unos pasos de él, y sin embargo, tres hombres estaban enfrente impidiendo su regreso, a su lado el primo de Asuna sonreía de forma arrogante.

—Creo haberte dicho que no te involucraras mucho, echaste a esa loca a un centro de salud en vez de una prision. Y te he vigilado todo este tiempo y lo veo en tu rostro, que sabes la verdad de todo.

Su cuerpo tembló cuando mencionó esas palabras, ¡le iban a matar!

—Claro que lo sé, Asuna jamás lastimo a alguien, y fuiste tú quien ensució su nombre.

Apenas respondió los tres hombres le sostuvieron, forzando sus manos a extenderse, y el brillo de una navaja se reflejó en sus ojos, alarmándolo.

—Está situación se me hace muy familiar, aunque tú claro eres un hombre, —rio con sorna —pero recuerdo que Asuna estaba teniendo los efectos del somnífero que metí en su vaso cuando fue a bañarse, y apenas cerró los ojos, sus dos muñecas se veían apetitosas para el filo de mi arma, pero para mi mala suerte, ella se salvó una y otra vez.

—¿en serio creerás que la gente pensará que esto fue suicidio? —escupió con odio

—Claro que si, después de todo, los ojos del pueblo te ven en depresión y con era actitud que toman los miserables antes de quitarse la vida.

Sintió el ardor en sus manos cuando fueron cortadas, con la sangre escurriendo en sus manos cayendo por el suelo, cuando esos hombres se alejaron, se sentía tan débil para avanzar y luchar por todo, desplomándose en el frío suelo, donde las luces de un auto se asomaban en lo lejos, y oscuridad.



Fue rápido el suceso, apenas sus ojos se abrieron estaba en el hospital, con Rika, la mejor amiga de Asuna a su lado, hablando con el, pero él no le presto atención, pidió llamar a la policia para pedir una denuncia en contra de aquel desdichado. Al principio lo tacharon de loco, pero conforme hablaba de la historia y sus teorías, sus palabras cobraron sentido, y fueron veredictos.

Fue condenado a prision y con una orden de aislamiento a Asuna, quien pasado un año fue quitada de sus asuntos legales, pero siguiendo en el centro de salud hasta que un tutor o pareja se hiciera cargo de ella.

Claro que la quería ver, después de todo, aquella mujer fue su amor de locura y lo tenia comiendo de su mano sin siquiera saberlo, en un arranque de locura acudió donde ella se encontraba, encontrándola totalmente cambiada; su cabello largo se acomodaba en unas simples coletas y vestía de colores más blancos y rojos,  adornando sus muñecas con pulseras, tal vez por la pena de su triste pasado. Sus ojeras ya no estaban pero seguía siento ella, la mujer que tanto amaba.

Temeroso de su reacción se había acercado a ella, alzando su mano en dirección a su hombro, apenas chocándole, su rostro giró a enfrentar el suyo, con sus preciosas perlas naranjas reluciendo bajo el sol, y su cabello moviéndose lento por el viento. El aliento se escapó de sus pulmones y abriendo la boca sus palabras quedaron estampadas.

Ella sonrió cuando lo vio callado y echo piedra —Jamás pensé verte de nuevo, pero me da mucho gusto hacerlo una vez más , Kazuto.

FIN

Muertos en casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora