~Ventanas~

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SaraYTdetodounpoco A ver... SUPONGO que esto era lo que querías, ya que te quejaste de mi otras historias, así que esta pequeña obra te la dedico a vos y a nuestras millones de charlas en los comentarios (me da vergüenza escribir esto jajajjahshdhdt).

La primera ventana es un ventanal

La primera ventana de Mello se perdía como la de todos nosotros, en el caleidoscopio de los recuerdos de la luna.

¡Ah... pero si esos no pueden llamarse exactamente "recuerdos"!

Sin embargo, Mello recordaba, aunque vagamente, que cuando tenía... ¿dos años y medio?... ¿tres?... se empinaba a más no poder, aferrándose de una baranda, e intentaba mirar a través de una enorme ventana. Junto a ella se alineaban su cuna y las de muchos chiquitos. Entonces... un ventanal. Eso es. La primera ventana de Mello era un ventanal.

¿Y qué había visto a través de él, las veces en que su mamá lo había alzado cada mediodía, cuando llegaba la hora de la visita? Pues un extendido patio gris y automóviles estacionados.

Aquel ventanal era el de la guardería de una empresa. Su mamá había trabajado allí como secretaria. Ahora estaba empleada en una agencia de turismo.

Mello ya no pasaba ocho horas diarias en guardería. Iba a la escuela por las mañanas y hacía los deberes durante las tardes, solo en su casa, mientras Leo se acurrucaba a sus pies como si en vez de un robusto cocker fuera una laucha, y la gata buscaba su hueco predilecto entre los almohadones del sofá de la sala.

Mello tenía ahora doce años. Y recordaba... y pensaba... Mucho. Mucho. Demasiado para un chicode su edad.
Ni siquiera sabía explicarse a si mismo por qué, pero lo cierto era que, entre sus recuerdos y sus pensamientos, las ventanas ocupaban su sitio de preferencia.

La ventana de la noche

Así denominaba a la de su primer cuarto , la de aquel departamento en el que habían vivido hasta que empezó a ir a la escuela primaria. Entonces se habían mudado a la casa que ahora ocupaban, amplia como para permitir la llegada de Leo (regalo de su cumpleaños número nueve) y, un poco más adelante la de la gata.
Claro que, a ella, sus padres la habían aceptado a regañadientes...

-Pero, Mello, ¿no te basta con el perro?-.

-La encontré en la calle... Va a morirse si nadie la recoge... ¿No puedo quedármela unas semanas?-.

Esas semanas se estiraron en años. Y Clairo seguía allí, con ellos, habiendo tomado posesión de los lugarcitos más cómodos de toda la casa.

Pero Mello recordaba especialmente "la ventana de la noche". Porque eran puras noches las que había visto a través de ella, cuando su mamá lo depositaba dulcemente en su cama, tras la jornada de trabajo en la empresa.

El sol de sus primeros años le había pertenecido, casi por completo, a la primera ventana.

La ventana abracadabra

Esa era la suya actual, la de su dormitorio en la casa nueva.

Era propiedad exclusiva de Mello, aunque solía compartirla con Leo o Clairo, cuando los tomaba a upa mientras miraba hacia afuera.

¿Y qué veía entonces? Ah, por algo la llamaba "la ventana abracadabra", ¿no? Tal como si estuviera frente  la pantalla de un cine, Mello proyectaba en esa ventana todos sus deseos, los más íntimos. Los más suyos. Y era como si en realidad "viese" lo que imaginaba.

La ventana del vértigo

Esa era, y ella aún continuaba viviendo en el mismo piso diecisiete, la ventana del comedor de la abuela Carmen. Abierta a la avenida céntrica que, desde allí, se veía como la pequeña pista de su Scalextric, ese juego que lo esperaba cada domingo "para que no te aburras", como le había dicho la abuela al comprárselo.

~Ventanas~ One-shot MeroniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora