Clara subía las escaleras de la residencia hacia la habitación del profesor de cálculo. Decir que estaba completamente tranquila hubiera sido mentir. Y tenía sentido que se sintiera de esa manera; que un profesor te cite en su habitación no es algo muy usual.
Se detuvo dos segundos enfrente de la puerta del susodicho antes de llamar. Miró la hora en su móvil. Aún faltaban diez minutos para las siete, pero quedarse ahí esperando solo iba a empeorar sus nervios.
Toc, toc. Llamó a la puerta y se escucharon unos pasos al otro lado.
Nada podría haber preparado a Clara para lo que vio a continuación.
Al otro lado del umbral se encontraba Jesús, su profesor de cálculo de siempre... pero semidesnudo y cubierto solo por una toalla atada en la cintura. Su pelo oscuro estaba mojado y despeinado y todavía quedaban pequeñas gotas de agua en sus marcados pectorales.
- Llegas pronto.
Clara no sabía cómo reaccionar. Se quedó callada procesando lo que estaba frente a ella e intentando mirar a su profesor a los ojos.
Jesús volvió a romper el silencio.
- Anda, pasa. No te quedes ahí, me voy a resfriar. Siéntate donde quieras y dame dos minutos.
Él entró al baño para vestirse y Clara se sentó a esperar en una de las sillas frente al escritorio.
La habitación de Jesús era más grande que la suya. Un amplio ventanal daba al jardín de la residencia y llenaba la estancia de una luz tenue, puesto que faltaba poco para que anocheciera. No había decoración en las paredes, pero todo estaba limpio y ordenado, exceptuando la mesa llena de papeles y cuadernos.
Después de que su profesor se hubiera vestido, todo sucedió con bastante normalidad. Jesús estuvo explicando a Clara los fallos que había cometido en la prueba, y ella escuchaba con atención, aun sin poder quitarse de la cabeza la imagen de su interlocutor recién duchado.
Al terminar, se despidieron y Clara abrió la puerta de la habitación. Salió, cerró tras de sí, cerró los ojos y exhaló. No hubiera podido aguantar mucho tiempo más ahí dentro sin sufrir un ataque de nervios.
Solo una cosa se le pasó por alto: unos pasos que se alejaban, sigilosamente bajando las escaleras a la vuelta de la esquina.
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AMOR AL LÍMITE
RomansaEl primer cuatrimestre de la universidad acaba de terminar. Bajo la presión del nuevo curso, los exámenes y los cambios en su vida, a Clara se le había olvidado lo que significaba sentir mariposas en el estómago al ver a alguien. Todo ello cambiará...