Hoy era un día bastante especial para mi, hoy era el día en que iba a ver a un a amigo mío de la infancia después de mucho tiempo. Llevaba hablando con el por instagram durante meses y por fin lo vería en persona y recuperaría el contacto con el tras años.
Iba de camino a Puente Genil, un bonito pueblo de Córdoba de donde había nacido mi madre y toda mi familia materna, en cambio, mi padre, toda mi familia paterna y yo, habíamos nacido en Córdoba capital, y luego también estaría mi hermana que nació en Sevilla, donde vivimos actualmente.
Estaba muy nerviosa, solo me quedaba esperar cinco minutos a que llegase a casa de mi abuela y lo vería, podría abrazarle con fuerza y decirle cuanto lo quería, podría volver a aquellos viejos tiempos de cuando éramos pequeños.
El se llamaba Andrés, llevábamos juntos desde enanos, nuestras madres eran amigas desde la adolescencia y nos habían criado juntos, pero faltaba alguien, faltaba David, quien también se había criado con nosotros, ya que nuestras madres tenían un grupo. Pero él vivía en Málaga y no puedo venir al pueblo, por lo que no pude verlo, cosa que me dolió bastante.
Nadie lo sabía, pero en el tiempo que había hablado con él, me había empezado a gustar, me había enamorado de esa preciosa sonrisa blanca, de esos cabellos negros rizados, esa escandalosa risa, esos chistes malos que me contaba todos los días, esas videollamadas en el que mi mente intentaba asimilar con la gran persona con la que estaba.
Ya llegaba el momento, me disponía a bajar las escaleras al portal, cuando lo veo de lejos, en la calle de en frente, con esas gafas que tenía desde chico. Cruzó la calle corriendo y se abalanzó sobre mi, abrazándome como nunca nadie lo había hecho, mientras mis lagrimas intentaban no brotar de mis ojos.
Decidió llevarme a un tranquilo y bonito parque, Los Pinos, en donde nos sentamos en un banco mientras nos poníamos al día de todo lo que teníamos que contarnos después de tantos años. De repente se acercaron tres chicos, uno alto, ancho, pelo negro y muy gracioso, otro no tan alto, pelo menos oscuro, así de apariencia calmada, muy simpático, y otro chaval alto, delgado, de pelo negro, que solo dijo hola. Ese último chaval me llamó bastante la atención, pero no sabía como hablarle porque era bastante tímida, por lo que no logré intercambiar ninguna palabra con él.
Pasamos un buen rato mi amigo y yo, pero hubo un momento en el que nos teníamos que despedir, pero no nos importaba demasiado porque yo me quedaría toda la semana y podría volver a verlo el día siguiente. Me acompañó a casa y me dormí, ya que había sido un largo viaje.
Diez de la mañana, me dispuse a ir a casa de mi tía, a no mucha distancia de la de mi abuela, solo debía anda cuatros calles por la Matallana y llegaría al Romeral, en donde estaría su casa. Ya estando con mi tía, me llega una notificación al móvil, un chaval de aquí del pueblo me había solicitado en instagram. No podría creérmelo, era él, era el chico del parque. Pensé en hablarle, pero no me parecía buena idea, cuando de buenas me llega un mensaje "Hola". No lograba asimilar que me había hablado.
Empezamos a conversar y me di cuenta que no éramos tan diferentes el uno del otro, teníamos gustos parecidos, veraneaba en la misma zona que yo, Benalmádena, era simpático y muy gracioso. Me calló bastante bien la verdad, pero no tenía muy claro que me diese tiempo a conocerlo, porque solo me quedaban unos días para irme.
Mi móvil empezó a vibrar cuando vi que tenía una llamada de David, me dispuse a cogerla, supuse que era importante. - Paula, estoy en el pueblo, te apetece que le demos una sorpresa a Andrés y así nos juntamos otra vez como de chicos? - Yo toda feliz le dije que sí, y curiosamente le pregunté - ¿Vendría alguien más? - El me dijo que sí que vendría Rafa, un chico con el que me había estado hablando era bastante guapo y muy agradable.
Ahí estaba él, en aquella esquina, tan guapo como siempre, con esa camiseta del Málaga, esos pantalones grises, esos pelos rizados. Me acerqué tímidamente y le abracé, no podía creerme que al final lo estaría viendo, me había imaginado muchas veces como sería este momento pero no era para nada parecido a como realmente fue.
Hablamos y nos dirigimos a buscar a Rafa, que debía llegar ya, cuando sin esperarlo, vi a un chaval alto, musculoso, guapo, con ropa cómoda, de pelo rizado, viniendo a lo lejos. Me enamoré al momento, me enamoré de como andaba con confianza, se su voz varonil, de la forma en la que jugaba con las llaves, simplemente estaba enamorada de él.
Me saludó dándome un abrazo y empezó a hablar con David, ni si quiera me dirigió la palabra.
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La portada de un libro en blanco
RomanceUna historia sin comienzo ni final, sin planteamiento ni desenlace, solo una bonita narración de la vida de una chica que vive en la realidad. La verdad jamás contada en un libro, una historia sin final feliz.