Capítulo 23. Christian.

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—¿Estás seguro que puedes hacerlo? Puedo hablar con ella, si lo prefieres.

—No, estoy bien. Soy el jefe, debo hacerlo.

—Como quieras, amor.

Ana me da un beso rápido y camina hacia la estación para reportarse con el jefe Abernathy para su asignación diaria de actividades.

Mientras, yo espero a que Lay aparezca para darle las buenas nuevas. Mierda, esto será un puto desastre, puedo sentirlo.

Leila estaciona su auto del otro lado de la acera, así que me acerco para que nadie pueda interrumpir... O aparecer de sorpresa.

—¡Lay!

—¿Jefe? —da un pequeño salto de sorpresa—. Buenos días, ¿Estás bien?

Ladea la cabeza para mirarme de forma acusadora, como si supiera lo que tramo. La misma mirada que pone mi Cerecita.

—Hey, necesito hablarte de algo. ¿Me acompañas por un café? —señalo la otra cuadra.

—Estoy segura que hay café en la oficina, jefe.

Mierda. Lo sabe.

—Quiero ir a la cafetería. ¿Vas a rechazar a tu jefe?

Sus cejas se fruncen ligeramente antes de poner los ojos en blanco. Se detiene a mi lado, señalando la calle.

—Bien, te acompaño. Pero quiero advertirte que has pasado demasiado tiempo con Luke y te pegó todo su drama.

—Entendido.

Caminamos en silencio hasta la cafetería de la otra cuadra que solo sirve café americano y nos sentamos en una mesa mientras esperamos el resto del pedido.

—¿Y bien? ¿Qué es eso que quieres decirme?

Dice al cabo de unos minutos, siendo directa. Por eso me agrada.

—Ethan está de vuelta en el departamento, Welch ya lo autorizó y debe estar ahí en este momento.

Sus ojos claros siguen fijos en mi, pero su piel se torna incluso más pálida de lo normal. Es obvio que el asunto de Ethan aún le afecta.

—Sé que es un asunto personal y no debería estar hablando de ello, pero me preocupo por ustedes. Son mis amigos, ambos. —le recuerdo.

Por fin exhala, cerrando los ojos un instante en el que permanezco callado, sin querer presionarla a hacer o decir algo que no desee.

—Lo entiendo, gracias por avisarme. —fuerza una sonrisa—. Estoy bien, jefe. Me alegra que Ethan esté recuperándose tan bien que quiera volver al trabajo. Además, lo necesitamos.

—Si.

Listo, salió mejor de lo que esperaba... Gracias Dios. Odio el jodido drama y la tensión dentro de mi equipo. Lay se levanta de la mesa para traer la bolsa con los sandwiches y yo llevo los cafés.

—¿Cómo está Ana? —pregunta de pronto.

—Bien.

—Oh.

La miro esperando que agregue algo más, pero gira la cabeza para evitarme. ¿Qué me estoy perdiendo ahora? ¿Qué sabe ella que yo no?

—Leila.

—¿Ah?

—¿Por qué preguntas por Ana? ¿Te dijo algo?

De nuevo esa jodida sonrisa fingida.

—No.

—Lay...

—Dijo que estaba preocupada por su madre, solo eso. —sus hombros se encogen un poco—. No te preocupes por ella, Christian. Es una mujer fuerte y mucho más madura que tú y yo, lo juro.

Eso me hace sonreír.

—Lo sé, por eso me casé con ella.

—No, —se ríe—. Te casaste con ella porque es hermosa y es lista, y no te dió ninguna otra opción.

—Eso también es cierto.

Volvemos caminando a la estación, más tranquilos que al inicio de la conversación. Ahora puedo enfocarme de nuevo en los asuntos de trabajo.

Leila sube la escalera hasta nuestro piso, deteniéndose solo unos pasos después y aferrándose a la bolsa de sandwiches. El viejo Et levanta la cabeza.

—Buen día, jefe.

—Buen día. —asiento, empujando a Lay para que avance.

Ella de nuevo pone esa sonrisa tensa.

—Buenos días. —le echa un vistazo rápido antes de poner todo en su escritorio.

—Si, buenos días para todos también, ¿Pueden verme? —gruñe Luke, apuntando a su pecho—. Sigo aquí, nunca me fui, por si quieren alegrarse de verme.

Ambos Lay e Ethan hacen una mueca de fastidio. Yo, con menos paciencia que ellos, dejo los cafés sobre el escritorio para poder golpear su cabeza.

—¿Qué mierda te pasa, idiota? Hace días estás más irritable que de costumbre.

—¡Déjame en paz! Necesito espacio para pensar, acosador. —manotea para que yo me aleje.

—Entonces deja de lloriquear, imbécil.

—Vaya, —Et se ríe—. Todo está justo como lo recuerdo.

El ambiente se tensa cuando miramos a Leila, que sigue parada frente a su escritorio sin tomar el sándwich o el café, enfocada en evitar la mirada del rubio.

—Casi como antes —agrega Luke—. Quiero café y sandwich, Lay, ¿Me das?

Se levanta de su silla, moviendo la tensión con él e ignorando la incomodidad. Jodidas gracias a la idiotez de Luke por aligerar el ambiente.

Mi amigo mete la mano en la bolsa para tomar uno mientras charla con Lay sobre alguna cosa que involucra la palabra vómito. Ethan sigue mirándolos cuando le hablo.

—Hey, ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

—Bien, jefe. —me mira y sonríe—. Estoy feliz de estar de vuelta.

Vuelve a girar para ver a Lay y Luke que ríen de algo y lo sé. Esto será un puto desastre, sin dudas. Y aún tengo que hacer que Welch autorice el cambio de Ana.

Mierda.

—Atención todos, tenemos aún el caso de la desaparición del empresario del muelle, ¿Alguna pista?

Todos vuelven a sus lugares, listos para continuar con las actividades y poner a Ethan al corriente. Podemos utilizar sus habilidades para rastrear ubicaciones, llamadas o cualquier dispositivo que recuperemos.

—Hay un sospechoso, su ex socio con quién aún tenía discusiones por dinero —Lay lee el informe—. Deberíamos traerlo aquí.

—Si, tú y Luke vayan, revisaré la entrevista a la familia y Ethan puede ayudarme con los reportes financieros.

Espero a que cada uno se ocupe de lo suyo antes de hacer una llamada muy importante. Ubico su número en la lista frecuente y espero.

—¿Christian? —Ana susurra—. ¿Qué pasa?

—Oficial Grey, le comunico que necesito refuerzos para realizar una visita.

—¿Y me estás pidiendo que vaya contigo?

—No, como tu superior, lo estoy ordenando.

—¿Ah si? ¿Mi superior? —se ríe—. Mi jefe es el capitán Abernathy, detective Grey. Debo recibir la orden directamente de él.

—Tengo la autoridad, señora Grey. No me haga usarla.

—Amo tu voz de mando, bebé. —luego la escucho gritarle algo al viejo Billie, su compañero de patrulla—. Estoy volviendo a la estación, Christian. Y más te vale que reciba un gran premio por ser tan obediente.

Como usted diga, señora Grey.

Suyo (Mío #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora