Debieron ser cerca de las seis cuando desperté, porque el sol aun no quería salir, aun así iluminaba levemente la habitación. Agarré una de las mantas de la cama y me levanté. Caminé por el pasillo hasta la sala. Quería saber si él seguía ahí. Caminé lo más despacio que pude para no hacer ruido, al menos hasta que vi que el sillón estaba completamente vacío. Entonces mire a mí alrededor. Nadie. Fui hasta la cocina que quedaba cerca, nadie. Quise llamarlo pero no recordé su nombre. Me devolvía a la habitación cuando me di cuenta de que había más habitaciones alrededor del pasillo. Abrí la primera puerta. Estaba vacía. En la segunda había una cama pequeña. ¡No lo puedo creer! Me mintió. Bueno, en realidad debí haber esperado algo así. En la siguiente había una cama igual a la donde dormí yo, con mantas burdeo y un bulto en el medio. Me acerque sin preocuparme por el ruido y él se movió. Sus ojos se abrieron con dificultad.
-¡Pobrecito, va a dormir en el sillón!- grité.
-Debía intentar dormir contigo, casi lo logro.- dijo sentándose.
Desvié la mirada, debí esperar algo así.
-Quiero irme ahora.- le dije.
-Aún no es seguro, menos ahora que deben estar todos los noticieros en el colegio.- dijo mientras se enrollaba en una manta.
-¡No me quedaré aquí más tiempo! Además ¿Tu abuelo no viene a alimentar a los animales?
-Viene más tarde, hay veces en que no viene porque les deja mucha comida y por lo que pisábamos anoche me imagino que tienen más que suficiente.
-Yo me iré, dame el dinero y me voy ahora mismo.
-Toma, aquí esta lo acordado.- lo doble como pude para meterlo en mi bolsillo.- ¿No quieres desayunar antes?
Lo mire seriamente, solo quería irme.
-Está bien, vamos. Mientras más oscuro este mejor.- dijo entendiendo mi expresión.
Entonces caminamos hasta la entrada.
La mañana era fría y lúgubre, propia de la temporada. La tenue luz que se colaba por las ventanas hacía que la casa se viera más terrorífica. Pero sabía que eso no era lo que más me asustaba. La salida estaba cerca de la puerta, a unos metros solamente, me pareció ver una calle conocida cuando él estaba abriendo el gran portón verde desgastado. La calle del colegio. Entonces rápidamente le tome el brazo y lo aparte del portón mientras lo cerraba con mí otra mano.
-¡Esta es la calle que da al colegio! No puedo salir por aquí.- le dije susurrando, su reacción fue espontanea.
-¡Por eso dije que es mejor que salgas mientras este oscuro!- susurró en un tono más fuerte.
-También dijiste que estarían todos los noticieros.
-Tu problema.- dijo mientras abría el portón.
Nuevamente detuve su brazo antes de que pudiera tirar de la manilla, solo que ahora no se lo solté.
-Mira, tú estás más en problemas que yo. Tú me secuestraste. Tú me amenazaste y perfectamente podría salir ahora gritando que tu estas ahí dentro y que recién pude escapar. Estarás en la cárcel antes de que puedas contar cuantos años te dieron.- le dije en un tono más alto y mirándolo fijamente a los ojos. Si estaba enojada, pero sabía que él iba a ceder. Aun así, no tengo la menor idea de cómo saldré de aquí.
-Está bien, pero me queda una duda. Si yo soy el que saldría perjudicado si tu sales ¿Por qué te preocupas tanto?- me miraba desafiante.
Tenía razón. ¿Por qué me causaba tanto problema que lo capturaran a él? Yo saldría ganando, me quedaría con el dinero y además el iría a la cárcel como debiera ser. Pero por alguna razón no quería que eso pasara.
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El Clan: Los inicios
AçãoElisa tenia una vida de típica estudiante, aburrida y monótona. Ella tenía sus objetivos claros y nada la haría cambiar. Pero una tarde distinta le destinó un fuerte cambio. Ni siquiera ella conocía esa parte de si, pero ¿Sería capaz de cambiar todo...