¡Hola! En este libro encontrarás relatos de todo tipo: cortos, largos, infantiles, subidos de tono, románticos, tristes y muuuucho más. Espero los disfruten tanto como yo lo hago escribiéndolos.
Se prohíbe la copia parcial y total de todas las histo...
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Chaitén es una comuna del sur de Chile, capital de la provincia de Palena, Región de Los Lagos. Es aquí donde vivía la familia Gómez Soto en el sector El Amarillo, antes de que ocurriera la erupción del volcán Chaitén.
Su hogar era de completa madera y aunque fuera pequeña comparada a su antiguo hogar en Puerto Montt, eran felices de tener su propia morada sin vivir de allegados en la casa de los padres de Tamara. Los tres miembros de esta familia, Juan Gómez, Tamara Soto y Sofia Gómez tomaban once con el murmullo en el ambiente de la pequeña radio que Tamara sacaba siempre a esa hora y entonces, alrededor de las 20:56 el 30 de abril del año 2008, el suelo comenzó a temblar.
--Debe ser una réplica del tsunami de Aisén, no te preocupi'--dijo Juan a su esposa al ver cómo su rostro se llenaba de pavor.
Pero los movimientos sísmicos no cesaron, ni esa noche, ni al día siguiente. Sino más bien comenzaron a ser más frecuentes. Llegando a haber uno cada diez minutos. Juan y Tamara ese día no fueron a sus trabajos, ni llevaron a su pequeña al colegio, tan solo pudieron tomar unos sorbos de café a la hora del desayuno, un nudo en la boca del estómago de ambos adultos les hacía no poder pegar bocado. Tamara ya ni podía entrar a su casa por el terror que sentía de los temblores, que, ahora además iban acompañados de sonidos subterraneos y al ver como en las otras casas sus vecinos estaban haciendo lo mismo, se sintió un poco menos paranoica.
El Alcalde de ese entonces José Miguel Fritis, dijo que desde la oficina regional de emergencia, Oremi de Los Lagos, el director Guillermo Nuñez, les habría informado que inicialmente se descarta que los temblores tengan origen volcánico y más bien serían tectónicos. Pero eso no logró calmar a la pequeña familia. Sino fuera por lo pesado que había vuelto el aire, seguramente Tamara se hubiera quedado a dormir esa noche en el patio de su casa.
La mañana siguiente. Chaitén amaneció aislada debido al bloqueo de la ruta 7, una capa de ceniza cubría el suelo con un espesor de veinte centímetros que atravesaba la calzada impidiendo el tránsito de vehículos. Sofía ya estaba comenzando a inquietarse debido a los temblores frenéticos de su querida madre que no se despegaba ni un segundo de la radio; Ver a su padre inhalar de aquella pipa que hace tanto tiempo no veía entre sus manos le indicaron que no era buena señal.
La pequeña se levantó del asiento en donde yacía haciendo garabatos en una hoja y caminó hacia la cocina por un vaso de agua, no sabía como ayudar en el rostro preocupado de su madre y pensó que un vaso de agua bien fría podría ayudar a sus nervios. Agua de color grisácea salió de las tuberías manchando el cristal del vaso y su madre al ver la situación desde el comedor quedó completamente pálida. Se habían quedado sin agua potable debido a la cantidad de cenizas que estaban inundando la ciudad.
Entonces, alrededor de las 23:00 el padre salió de su hogar a causa de los gritos y bullicios que se escuchaban del exterior y divisó a lo lejos entre la neblina luces que mientras más avanzaban se convertían en un inmenso barco de la Marina Chilena con soldados dentro de estos. No tuvieron tiempo de sacar nada más que sus propios cuerpos de su hogar. Viendo desde la popa junto a los otros 200 habitante de El Amarillo como lava salía del cráter. Lágrimas salían de los ojos de todos los presentes. Gotas saladas llenas de tristeza y alivio, quizás nunca volverían a pisar ese lugar, lo más probable es que la familia tendría que volver a vivir de allegados, como muchos que se encontraban en ese barco, pero eso no era lo más importante en ese momento.
Casi se podía escuchar entre medio de la neblina espesa los pensamientos de los pueblerinos dando gracias a Dios de que nadie terminó muerto o herido.
