𝑡ℎ𝑖𝑟𝑡𝑦 𝑡ℎ𝑟𝑒𝑒

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33 ☆  Quizá nos queremos mucho pero sin saber querernos...




C.R.O;

Me di cuenta que ella ya no me necesitaba, que ya la había perdido y no hay vuelta atrás.

Cogí mi botella de alcohol y salí caminando por las calles oscuras, rodeado de luces alumbrando el pueblo.

Miraba mi mano como no paraba de sangrar, las gotas caían lentamente hacia el suelo. Con la otra mano bebí de la botella, no estaba borracho pero sí mareado.

Arrastraba mis pies a la casa donde vive ahora mismo Estela, no quería, no podía, pero tampoco quiero seguir así.

Salté la valla de madera que daba al patio, una vez dentro, miro si la puerta trasera estaba abierta, y así fue.

Entré sin hacer mucho ruido.

Subí las escaleras hasta ver una puerta que me llamó la atención.
Había pegatinas en una puerta, y yo las reconocía ya que son bandas de Rock.

Abrí la puerta y la cerré detrás de mí, aún con sangre y la botella en mis manos.

Me acerco a ella. Dormía plácidamente, un leve hilo de saliva salía de su boca, sus ojos cerrados y sus mejillas coloradas.
No cabe duda que me estaba enamorando, lo reconozco.

—Ay hermosa—Susurro dejando la botella en su mesita de luz

Ella gruñó y yo me reí no tan fuerte.

—¿Tomi?—Murmura aún medio dormida

Me quito la camiseta junto a mis zapatillas y me tumbo a su lado.

—¿Que haces aquí? Vete—Sus pequeñas manos se colocan en mi torso

Niego con la cabeza.

Rodeo su cintura con mis brazos atrayéndola a mí.

—Aléjate—Su voz sonaba adormilada

—Déjame pasar sólo esta noche contigo ¿si?—Acaricio su pelo dulcemente

—¿Has bebido? Me van a matar. Vete, por favor, Tomás—Se sentó en la cama

—Vamos, no pasa nada—La cojo de la muñeca

—Ya me has hecho mucho daño, lo nuestro se esfumó ya, entiéndelo

La luz de la luna que entraba por la ventana no llegaba a alumbrar toda la habitación, pero si podía ver parte de ella.

—Ven aquí—La atraigo a mí otra vez, apoyando su cabeza en mi pecho

—Por favor—Susurra

—Te amo Estela, perdóname

Podía sentirme sensible y era por culpa del alcohol que había bebido anteriormente, y odiaba eso.

Se levanta de la cama y coge la botella de su mesita.

—Vete, y llévate esta peste a otro lado

LÁGRIMAS DE CODEÍNA ☆ Trap Argentino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora