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Taehyung llevaba todo el día encerrado en su habitación escondiéndose de toda su familia pero sobre todo de Jimin. Sus dos mejores amigos estaban bastante molestos con el castaño dado que los últimos días los estuvo dejando plantados sin razón alguna, aunque en realidad esa razón tenía nombre y apellido. Justo en media hora se tenía que ver con dicha "razón" en la entrada de la feria, como habían quedado el día anterior durante el trabajo del menor en la cafetería.

El joven Kim no tenía idea de si Jimin estaba en su habitación, en la sala, cocina o incluso podría no estar en casa. En la mañana ya había pedido permiso a sus padres para salir pidiendo también que no dijeran nada porque no quería que el joven Park se enterara, sus padres no entendieron el motivo y por suerte del chico, no lo cuestionaron. El castaño debía hacer algo ya, o de lo contrario podría ser que Jungkook se cansara de esperarlo y se fuera. No quería eso.

Soltó un suspiro y con cuidado abrió su puerta lentamente, observó que no había nadie cerca y salió de ahí, cerrándola igualmente con mucho cuidado. Empezó a caminar casi en puntillas, se sentía como un espía. Antes de bajar por completo las escaleras se asomó a verificar el perímetro, por suerte solo vio a su hermana con su madre en la sala viendo televisión. Siguiendo su táctica anterior terminó de bajar los últimos escalones, después se hincó en el piso y se fue gateando hasta la entrada, la abrió, cerró y corrió fuera de ahí.

Después de correr unas cuantas cuadras se detuvo y tomó un poco de aire. En definitiva debería considerar ser espía. Ese escape había sido magnifico. Una vez que se felicitó mentalmente por su gran hazaña, comenzó a caminar tranquilamente en dirección a la feria. Cuando le faltaban algunos metros para llegar, logró distinguir a su pelinegro favorito esperándolo, por lo que decidió trotar los últimos pasos que le faltaban para llegar.

—Hola... ¿llevas mucho esperándome?— Preguntó el mayor mientras retomaba el aliento. Ya había hecho mucha actividad física por hoy.

—No mucho, solo unos minutos— respondió tranquilo el menor.

Posterior a eso, ambos chicos se dispusieron a entrar a la feria. Lo primero que hicieron al entrar, fue detenerse en un puesto de palomitas de maíz y comprar una bolsa para cada quien, que terminó pagando Jungkook, gracias a la batalla de piedra papel o tijeras que lógicamente ganó.

Como primer juego mecánico decidieron que sería el carrusel donde ambos adolescentes jugaron a que eran vaqueros. Algunos adultos los vieron raro por sus juegos pero a los chicos no les importó. Su siguiente juego fue la rueda de la fortuna.

—Siempre me ha gustado mucho subir a la rueda de la fortuna— confesó el castaño.

El menor volteó a verlo. —¿Por?

—Me gusta cuando estoy en la cima es... como si pudiera tocar el cielo, me gusta esa sensación—. Contestó el mayor con una gran sonrisa de anhelo.

El pelinegro no dijo nada más y solo se dedicó a observar con una sonrisa la expresión del castaño. Jungkook no se había puesto a analizar a fondo todas las facciones de Taehyung. Para empezar tenía un hermoso perfil, su nariz era de tamaño medio y respingada, sin contar la cantidad de lunares que tenía por toda ella. Su piel estaba más bronceada a diferencia de la del menor. Su lacio cabello castaño que caía sobre su frente y a veces hacia a un lado cuando obstruye su vista. Sin darse cuenta el menor se encontraba en un trance observando al mayor; no entendía cómo es que todas las luces de la feria lo hacían ver más sublime.

—A este paso me quitarás el puesto de acosador— mencionó riendo el castaño mientras volteaba ligeramente a ver a su compañero.

El pelinegro se puso ligeramente nervioso al darse cuenta de que había sido descubierto en el acto, igualmente optó por actuar natural. —Bueno, debías sentir en carne propia por lo menos una vez que te acosen— replicó.

STIGMA [KOOKV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora