3

245 38 0
                                    

Nuestro protagonista caminaba por los pasillos en un nuevo día, el día estaba soleado y estaba feliz pues así las calles estarían limpias para pasar en bicicleta 

aunque no lo dijese mucho, le gustaba montarse en la bicicleta pues un antiguo amigo le había enseñado, lastima que ya no se veían pero aun así quedaba ese lindo recuerdo 

con eso podía probar que el dinero no le daba la felicidad, el dinero no impediría que su amigo se cambiase de ciudad o que ya no quisiese hablarle mas 

pero bueno, en lo que menos quería pensar era en eso así que decidió cambiar de tema en su mente, pensando en lo que comería ese día o como le haría para hablar con las demás personas de su clase 

había pasado un día y aun no podía hablar con nadie, tal vez debía esperar mas tiempo para poder comenzar una conversación con alguien 

todos parecían personas "agradables" la mayoría se juntaba con su grupito para hacer alguna fiesta en casa de alguno o simplemente para arreglar una salida de compras 

los temas en su cabeza variaban "¿que debo hacer?" se preguntaba, ¿acaso debía pedirles su numero? nono, después ¿acaso debía preguntar sus juegos favoritos? podría ser una opción 

el chico estaba tan concentrado en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando paro en seco y un pequeño chico caminaba lentamente hasta el 

su cara parecía una cansada o pacifica hasta cierto como, parecía desconectado del mundo, sin embargo parecía un chico reluciente 

sus pequeños ojos marrones se encontraban medio abiertos, como con cansancio aunque parecía extraño pues no parecía una persona que durmiese tarde 

el mayor de estatura al darse cuenta se sobresalto y miro a su lado, encontrándose con aquel espécimen de abrigo rosado, pantalón café y zapatos del mismo color

el otro volteo hacia arriba, con cara cansada y solo se acerco lentamente hasta el haciendo que el pelinegro se pusiera nervioso

este intento alejarlo pero fue demasiado tarde pues el chico ya lo estaba abrazando, dejando su cabeza hundida en su estomago pues hasta allí quedaba 

Natalan sintió sus orejas arder levemente y simplemente se dedico a ver a otro lugar, fijándose si alguien podía verlos 

por suerte nadie parecía estar cerca así que rápidamente se separo aprovechando que nadie los había visto pues no tardaría mas tiempo junto al otro ¿que pasaría si lo vieran así? ¡eran sus primeros días!

al otro al parecer no le importo pues solo lo siguió viendo, esperando algo al parecer a lo que el pelinegro lo miro curioso 

—¿que quieres? creí que estábamos a mano con mis disculpas

el menor lo siguió viendo, pestañeando de vez en cuando sin decir alguna sola palabra 

así se vieron unos minutos, entre pestañeos cansados y miradas nerviosas al no recibir respuesta 

—¿estas bien?—pregunto finalmente, al no escuchar respuesta del otro quien seguía con una cara pacifica y cansada 

se volvieron a mirar cada quien con una expresión diferente a el otro 

finalmente, el menor jadeo levemente y se acerco para abrazarlo otra vez, hundiéndose en su estomago nuevamente 

sentía la calidez del otro chico, como reposaba mientras cerraba sus ojos con tanta tranquilidad en su ser 

¿como había llegado a eso?

—tu...¿sabes andar en bicicleta?

𝙻𝚎𝚖𝚘𝚗 𝚋𝚘𝚢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora