Capitulo 3

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—¿De qué carajos hablas?

—Desde hace tiempo veía rondando a Lina, Connor y Scott en los cultivos, creía que algo del lugar les gustaba o llamaba su atención, pero las veces que los veía aquí parecía que cazaban algo, creí que se trataría de alguna rata o algo así pero no encontraba nada. Al final termine siguiéndolos y me encontré con esto. 

Señala la hierba en su mano. Mira a Kate, que sigue sin comprender, no conoce la planta en lo absoluto. 

—Esta cosa, ha tenido por meses un localizador que no se activa hasta dar con lo que busca.

Lina se acerca a ella que sigue tirada en el suelo sosteniéndose de sus codos, restriega su cabeza peluda en el pecho de la castaña y Scott se sienta cerca de ella cuan perro bien educado. Mientras tanto, Connor, el mismo del que Kate se burló por celoso hace unos momentos se mantiene cerca de la hembra embarazada. 

—Bien, todos los presentes, no hay de que temer, al fin y al cabo ellos sólo querían proteger a Kate.— Termina y se dirige a la castaña—. Vamos a casa, te explicaré a detalle.

Ayuda a ponerse de pie a la chica y una mirada amenazante de Kate es suficiente para que todos vuelvan a hacer lo que sea que hacían. El hombre de hace un momento la mira con odio y miedo pero esta vez es Scott quien le gruñe, y eso basta para que desaparezca de su vista.

Ambas mujeres dirigen su mirada al la familia de tres que tirita de miedo y nerviosismo.

—¿Están heridas?

Habla Monserrat.

—No señorita—. No está herida pero sí asustada, demasiado, la niña sigue llorando y el hombre, que supone es su padre, las mira con tal detenimiento que pareciera más afectado que ellas.

—Lamento mucho lo que paso, por favor, permitanme mandarles un doctor a casa para que las revise a ambas, la mor...

—Connor jamas las dañaría, menos a una niña—. Habla entre dientes Kate, en un gesto retador, amenazante y por supuesto, defensivo.

Ella odia que se expresen erróneamente de lo que ella bien conoce.

Sabe que ninguno de esos animales dañaría jamas alguien inocente y que no exprese amenza, aún si la expresa, son animales ingeniosos, con un instinto e inteligencia increíbles, lo suficiente para saber si es o no hora de atacar.

Connor sabía perfectamente que no debía atacar, por ellos se limitó a lanzar gruñidos y Lina no le toco ni un pelo a la niña, su mano esta intacta, no hay mordida, no hay sangre o moretones, ni siquiera una pizca de baba del animal.

—La manera en que se lanzó dijo todo lo contrario.

—Él no ataca a quien no le de motivos, la planta debió liberar alguna sustancia que los haya descolocado.

—¿Y qué? Nosotros no tenemos que ver con ello, tampoco le hemos hecho nada a esas-

—¡Cállate! Aún sin esa planta bien merecido tienes que te maten. ¿Crees que no me entere que a uno de ellos quisiste envenenarlo?

Hace un mes uno de ellos, el más joven, rondaba por los cultivos, sin dañarlos, y se restregaba como cachorro entre el pasto y la hierba, al parecer fue razón suficiente para que ese maldito rociará una líquido venenoso, por suerte, uno de los vecinos se dio cuenta y ahuyentó al joven animal lejos antes que éste se envolviera en el césped y corto toda planta de allí.

El hombre se queda mudo, enojado.

—Señor, le pido se tranquilice, fue su esposa la perjudicada y ni siquiera se pone en ese tono, callese de una vez y retirense.

Desencuentro (Lúubul #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora