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Julius quería que lo tragase la tierra. Ya no soportaba mas a aquel niñato siguiéndole a donde fuera, HASTA AL BAÑO. Estaba harto del niño y sus estupideces aburridas.
— Escucha tonto. DEJA DE SEGUIRME. — A pesar de haberle gritado, el niño seguía con aquella tonta sonrisa infantil. —
— Pero, todavía no me has dicho porque era el blanco perfecto para tus amigos. — Le miro con ojos confundidos mientras agrandaba sus pupilas verdes. El mayor le miro con odio reprimido y simplemente largo un gritillo de odio. —
—Ah... Escucha bobe, sucedió hace un mes lo de mi novia y me estas molestando hace 3 semanas. Se supone que debes estar con tu tonto hermano haciendo idioteces por ahí en vez de joderme la vida. — Sobo su frente con sus dedos índice y pulgar, pero al ver que ese rostro de inocencia seguía en su rostro, saco un bufido molesto. —
— Sigues sin responder mi pregunta Julius. — Rio un poco cerrando sus ojos, a lo que el contrario chasqueo la lengua y poso la palma de su mano derecha en la cara del niño, sorprendiéndole. — H-hey! — Para cuando abrió los ojos, el chico mayor se había ido, dejándole solo. —
Julius no podía creerlo. Desde cuando ese niño tenia tanta confianza en si mismo para atrever a molestar a uno de los bravucones mas peligrosos de la escuela. Jamás alguien se le acerco así, excepto su novia, Debbie.
Con ella el caso era diferente. La primera vez que vio a esa muchacha solitaria en el patio leyendo una historieta de las favoritas de Julius, se enamoro de ella inmediatamente.
No podía evitar estar cerca de ella. Era como un imán que le atraía inconscientemente. Le amaba tanto, lastima que suele oprimir muestras de afecto hacia ella.
Debbie no era como las demás chicas. Era chistosa, tierna, dulce (a veces), de carácter fuerte. Eran la pareja perfecta. Julius la ama mas que a cualquier cosa en el mundo.
Y por andar pensando en ella, se llevo el tropiezo de su vida, pero no vio con quien. Hasta levantarse y golpear al idiota que le había golpeado. Grande fue su sorpresa al ver de quien se trataba. Una conejita rosa de muy baja estatura que le miro con enojo.
— Fue la culpa de los dos, tu por no darte cuenta de mi presencia y yo por tener la confianza de que me mirarías por lo menos. — Hablo sobándose la nariz. El brabucón iba a reprochar ante lo dicho, pero se quedo con las palabras en la boca al ver como la coneja se iba rápido hacia otra dirección. —
— ¿Que...? — Pero se asusto al sentir dos brazos rodearle la cintura. ¿Debbie? No, imposible, ella no era tan melosa. —
— ¡Juliuuus! — Se escucho la misma voz chillona de la otra vez, a lo que el brabucón rodeo los ojos sacándose de encima al pez. — ¡Te encontré! Ahora por favor hablemos. ¿Si? — Junto sus manos entrelazándolas a modo de suplica. —
Julius quería morir de nuevo, ni un minuto solo y este ya se le pegaba como garrapata personal.
— DEJA DE MOLESTARTE ESTUPIDO NIÑO. — Le grito furioso, llamando la atención de algunos de los presentes en aquel pasillo. —
Darwin le miro con confusión y miedo. Ahora si se había alejado de el mayor. Las lagrimas pequeñas no tardaron de caer de los ojos del pequeño, lo cual generaba mas bullicio entre las personas presentes.
Julius se ponía mas nervioso mas pasaban los segundos.
— ¡¿Que miran imbéciles?! ¡Métanse en lo suyo antes que les meta mi puño en su boca! — Grito furioso obligando a las personas a seguir en lo suyo. —
Darwin seguía con los sollozos algo silenciosos a lo que el brabucón suspiro cansado para luego darle un pequeño pero cálido abrazo al pez que duro segundos. Aquello detuvo el pequeño llanto del rizado.
— ¿Ya te sientes mejor? — Le miro con cansancio mientras se jorobaba de mas. —
El pez asintió secando sus lagrimillas mientras sonreía leve.
— Entonces Adiós. — Se dio vuelta para volver a su trayecto. —
— ¡P-pero Julius! —
Ahh... Esta seria una tarde larga y tortuosa para Julius.
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Laughing on the outside. BOMBWIN.
AdventureRiendo por fuera, llorando por dentro. ☻Porque después de todo, solo quiero morir, a tu lado.☻ Julius solo quiere alejarse de Darwin, el niño que ríe para todos a todo momento. Pero hay algo que le deja incertidumbre a el brabucón sobre aquel niño.