La primera vez que le había sucedido, fue luego de que ambos llegaran de una salida por una maldición de baja categoría, que simplemente realizaba travesuras en un condominio poco habitado del centro de Tokio. A penas llegó a su habitación, una vez de despedirse de Fushiguro, no notó cuando se quedó dormido, pero lo que no puede sacar de su mente es el esbelto y cremoso cuerpo con el que soñó aquella noche.
Su uniforme oscuro siendo deslizado, no, arrancado de aquel cuerpo con una energía rebosante, sus fibrosos músculos siendo descubiertos con rapidez, con una ansiedad desbordante, que lo enloquecía, destacando la suave piel, ajena a heridas y magulladuras que siempre poseían encima por su trabajo.
Recuerda haber sentido su sabor, era una sensación salina, presentándose ante él como una mezcla única junto con su perfume y el habitual aroma a su detergente, con algo más que no supo diferenciar. Cuando despertó, podía jurar que sentía el sabor de él, de Megumi, en su paladar, invitándolo a volver realidad sus sueños.
Pero, él sabía que no eran solo suyos.
Si no, que también de Sukuna.
Y odiaba esa sensación, por primera vez en años, desde que era un niño, sintió egoísmo puro.
Así que no volvió a dormir aquella noche. A pesar del cansancio abrazador que atormentaba su cuerpo por la batalla del día anterior, no le daría el placer a aquella maldita maldición de fantasear con su amigo.
Para protegerlo, por supuesto.
Y tras ese pensamiento, podría jurar que lo que resonó en su mente fue una carcajada burlesca.
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Sabía que era extremadamente tarde, que, si no salía de su habitación Kugisaki lo iría a buscar, probablemente gritaría fuera de su cuarto armando un escándalo innecesario, prometiéndole una paliza que ni su abuelo, jamás le dio, pero... lo que más le aterraba, a pesar de la baja posibilidad, era que apareciera Yaga, el director, con sus tenebrosos, pero adorables muñecos.
Suspiro una vez más, sin saber exactamente cuantas veces lo había hecho mirando fijamente su puerta, pero la valentía no le llegaba. Si pudiera pedir algo en este momento, sería definitivamente desaparecer, que aquella madera lo tragase y no supieran de su existencia. Al menos en unas semanas, para volver a tener la decencia de poder ver a su amigo a la cara, sin pensar en sus músculos, en su piel, en su...
"Como desees" Le interrumpió la jocosa voz en su interior. Era aquella molestosa maldición, la culpable de todo.
—Como jodes. —Y refunfuñando, salió de su habitación, esperando cruzarse lo menos posible con su vecino peli oscuro.
Pero, irónicamente, la maldita suerte no estaba de su lado.
Observó el perfil de Megumi, tomándose un tiempo que no tenía, invadiéndolo con su mirada, observado su nariz respingada, sus ojos ágata, una mezcla perfecta entre azul y verde que contorneaba su mirar y esas pestañas... ¡Esas pestañas! Tan largas, espesas, jodidamente esplendidas, como un inigualable marco para una obra de arte difícil de hallar, era...
—¿Itadori? —la voz ronca de Fushiguro interrumpió sus pensamientos.
"No Homo" se burló la maldición en su interior, pero lo ignoro totalmente.
—¿Qué? —preguntó extraviado, al contrario, bajando su mirada al pulcro piso.
—¿Quieres ir a entrenar?
Y con un asentimiento, ambos muchachos, uno confundido y el otro intrigado, comenzaron su andar.
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Hey! Hey! Hey!
Aquí estamos de nuevo, con otro fic... es que no me pude resistir!
Necesitaba escribir algo de este par de JOvenciTOS, sobre
todo luego del capítulo de hoy de Jujutsu (el 19)
Cada viernes la animación es mejor que la anterior, en fin, no le doy más vueltas a la maravilla que es MAPPA.
¡Espero les hay gustado!
Nos leemos en el próximo capítulo de esta cochinada
Xx.
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Delirio | ItaFushi
FanfictionItadori es acosado por imágenes y visiones para nada sanas con su compañero de equipo, sabía que el culpable era Sukuna y su inagotable deseo que poseía hacía Fushiguro, pero sus sueños estaban teniendo daños colaterales en su relación de amistad. H...