IV. Dulce Preocupación

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Fushiguro sabe que con una mirada y un par de palabras era capaz de entender completamente a Itadori, una forma de comunicación algo extraña pero eficiente y bastante funcional

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Fushiguro sabe que con una mirada y un par de palabras era capaz de entender completamente a Itadori, una forma de comunicación algo extraña pero eficiente y bastante funcional. Le había servido muchas veces en distintas batallas en contra de las maldiciones, desde las más comunes hasta las especiales y desde que entraron ambos en su zona de confort, aquella coordinación y entendimiento les había servido de apoyo.

Por eso, cuando notó la oscura mirada en los ojos canela de su compañero, no pudo evitar observarlo con duda. Era una expresión que nunca la había visto, al menos no en él, pero... le resultaba extrañamente familiar. No le quedaba más que averiguar lo que estaba pasando con Yuuji, antes de que afectara a su rendimiento en las salidas. O pusiera en peligro su amistad.

Si comienza a recordar, el primer indicio de que algo pasaba era la distancia que su compañero estaba poniendo entre ellos.

No, no ellos.

Eso no incluía a Nobara, mucho menos al molesto de Satoru.

Sólo lo evitaba a él de manera muy directa. Los últimos días si no era en clases o entrenamientos, la existencia de Itadori, su; se podía decir; mejor amigo, era nula.

¡Incluso corrió de él cuando lo encontró saliendo de su habitación!

Cada vez que recordaba al pelirosa deteniéndose frente a él y huyendo despavorido de vuelta a la habitación de la que acababa de salir, le dolía. ¿Había echo algo mal? Acaso... Itadori notó lo cercano que estaban siendo y ¿se asustó?

Se sacó los audífonos, dejando el libro que había estado ignorando por horas de lado y apoyó su palma en su pecho, sintiendo su corazón latir desbocado.

—No. —Negó para si mismo, sintiendo las lagrimas picar bajo sus parpados, nublando su visión y se esforzó para no parpadear, porque sabía que, si lo hacía, estas caerían sin parar, y estas no se llevarían la angustia que se concentraba en ellas. No, no disminuiría ni un poco su incertidumbre, porque su dolor llevaba nombre y apellido.

No sabía desde que momento comenzó a albergar sentimientos por su compañero, pero si lo pensaba, no le sorprendía ni un poco. Nunca antes se había encontrado una persona como Itadori, era un ser humano entrañable, estúpidamente impulsivo la primera vez que lo conoció, pero tan jodidamente especial que era capaz de dar su vida por cualquier otra, como lo demostró en la misión del reformatorio. Con una sonrisa que podía iluminar cada rincón de aquella academia, incluso más allá, desde que lo conoció, sus días eran más llevaderos, más brillantes, llenos de una vibra que le resultaba inexplicable. que no conocía hasta... hasta que él entró a su vida. Mostrándole una alternativa, alejándolo de los pensamientos que siempre carcomían su mente, olvidando el abandono de su padre, la maldición de su hermana o no encajar del todo con Gojo. Finalmente, con Yuuji, pudo encontrar un lugar a donde pertenecer realmente.

Delirio | ItaFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora