El Día Cero PARTE II

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El día cero PARTE II

Esa tarde, mamá regresó a su habitación, podía comprender su tristeza, pero también entendía que no quisiera mirarme

Una vez más, comenzó a inhalar cocaína, como generalmente lo hacía cuando estaba estresada, línea tras línea, bebía el  licor barato que solía comprar luego de cada línea, luego de un rato me miró mientras encendía su cigarro, expulsó el humo y me dijo

-No puedes llorar por la vida de tu hermano, eres tan culpable como las personas que le hicieron eso,  ni tus lágrimas hipócritas ni tu vida van a devolver a tu hermano de la tumba, bastardo inútil.

Podía comprenderlo, juro que lo comprendía, mientras contenía mis lágrimas sentí una bofetada, tan dura como para aturdir y tan dura como para hacer desaparecer aquella sensación que impulsaba mis lágrimas a salir.

-Ojalá no descanses jamás en nombre de tu hermano, lo único que puedes esperar de tu vida es miseria, ansiedad y asco por ti

Caminé a mi habitación conteniendo toda clase de emoción, al entrar, golpee una y otra vez mis mejillas a modo de cachetadas y lentamente fui mis manos  hasta comenzar a dar puñetazos sobre las mismas, no paré, no paré hasta que de mis labios brotaba sangre, el piso maltratado de madera de mi habitación comenzaba a absorber aquel líquido carmesí, lo cierto es que me sentía atrapado, así que salí de casa

Mientras salía, iba llegando el viejo ebrio del pueblo, me miró cínicamente y me hizo a un lado mientras sonreía.

-Vengo a comerme a tu madre

Soltó una risa estúpida y lo miré colocando el gorro de mi sudadera, coloqué un cigarrillo en mis labios y alcé el rostro, mientras lo encendía le dije de manera seca

-Ojalá mueras en el acto, cerdo, comerte a a una vieja rancia, te hace más miserable de lo que eres

Golpeó mi rostro, de un momento a otro, estaba tirado en el suelo, todo me daba vueltas, mientras quitaba el cigarrillo de mis labio y expulsaba el humo inhalado, comencé a reírme...lentamente transformé esa risa en lágrimas, las más amargas que tuve en toda mi vida, trataba de detenerlas colocando mis manos sobre mis ojos...todo eso definió lo que sucedió esa tarde

Ya no podía aguantar más...
Si alguien me hubiera mirado a los ojos
Si alguien hubiera entendido lo que había detrás de toda esa apariencia tan normal

Me quedé recostado en el pórtico hasta que anocheció y los gemidos tan asquerosos de mi madre se detuvieron

Mi corazón comenzó a latir, cada vez más, por mi mente pasaba un "Piénsalo bien"
Me repetí en voz alta, al menos unas 30 veces "No hay nada que pensar"

No había nada que pensar, no había nada que perder

Me levanté, entré a la casa de vuelta, caminé con cuidado, me acerqué lentamente a la cocina y comencé a buscar entre todos los utensilios el cuchillo más grande y filoso que tenía en aquel cajón, mordí mis labios provocando un sangrado leve y me repetí "No hay nada que perder"
Tomé el cuchillo y pensando nuevamente en el "No hay nada que perder"
Observé el cuchillo fijamente por al menos 5 minutos, en el momento en que me decidí a hacerlo, mirando fijamente mi reflejo en el cuchillo, aquel tipo salió de la habitación, me miró extrañado mientras abotonaba su camisa, me miró y soltó una carcajada

-Espero que hayas aprendido mucho con ese golpe, a veces la vida golpea más duro que una persona, lástima que hayas recibido el golpe de ambas partes

Caminó tambaleándose hasta la puerta y en cuanto escuché la puerta cerrarse, me levanté, caminé lentamente, entonces, con el corazón latiendo al límite y las manos sudadas, pensaba en las consecuencias, pero también en mi dolor...ahí estaba, la figura de mi madre cubierta por su sucia cobija, el olor asqueroso que había en la habitación cada que venía aquel tipo, me acerqué con pasos lentos y miré la pantalla de la televisión, estaban proyectando Ojos Bien Cerrados de Kubrick, justo la escena del ritual, en ese momento, aquel piano punzante comenzó a sonar, subí el volumen por si acaso, entonces...retiré la cobija, estaba tan perdida que, al dar la primera puñalada, mantuvo los ojos cerrados, saqué el cuchillo y di otra puñalada en su pomulo, atravesando totalmente la zona, en ese momento un jadeo ahogado y sus ojos azules dilatados me miraron, sostuvo mi brazo por un momento, mi respiración agitado y la luz de la televisión entre cortaban nuestras miradas, di otra más justo en la mejilla, atravesé la misma y sentí como rompí sus dientes, el cuchillo se rompió en el momento en que quise sacarlo de esa zona, corté mis dedos ya que la sangre provocó que mi mano se deslizara de una manera bastante dura sobre el filo de la hoja, no tuve opción, dejé el cuchillo en su mejilla y comencé a golpear su rostro, con tanta fuerza, aún no sé como lo hice, pero la intensidad de los golpes hacían que la cama se moviera y crujiera, la golpee hasta que escuché más sus quejidos, justo en el último golpe, soltó un gemido que vació sus pulmones, lo hice...y no sentía arrepentimiento, sentía alivio, sentía esa sensación de poder, a pesar de haber manchado con sangre la cama y parte de la televisión, salí del cuarto y me senté en la mesa del comedor por un momento...escuchaba la televisión y la luz dejaba ver las manchas de sangre sobre la pared, lavé mis manos y me fui a dormir...no me sentía yo, me sentía un ente más que poderoso, no había tenido un sueño tan reparador como ese en años...

LA MEJOR NOTA DE SUICIDIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora