Capítulo 2- Victoria

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Tres días antes

El entrenamiento de ese día fue intenso, tuvimos que hacer 20 largos a crol (500m) y 5 sets de 8 largos (200m) cada uno a estilos (mariposa, espalda, braza, crol en ese orden) descansando 10 segundos entre cada uno de los sets. Para finalizar el entrenamiento hicimos 12 largos (300m) a nuestro segundo estilo favorito (porque si fuera el primero todos elegiríamos crol), yo elegí braza, porque con espalda siempre llevo mal los brazos y con mariposa me dejo los dos pulmones en el intento de levantar los brazos por lo menos un poco por encima del agua.

El entrenamiento de hoy fue realmente agotador, lo único que me apetecía era sentarse en el sofá, ponerse los cascos y escuchar la melodía que suene hasta que sus ojos se cierren para dormir un rato y despertarse a la mañana siguiente.

Cuando el entrenamiento por fin concluyó a penas podía moverme para salir del agua, me pesaban los brazos como si cada uno pesara mil toneladas, y las piernas eran como dos lastres que apenas podía mover. Pero aun así me lo había pasado muy bien.

A duras penas salí del agua y me fui hacia las gradas donde solíamos dejar las toallas y las chancletas.

Cuando estaba yendo hacia las duchas de fuera Bárbara me llamó.

-Espera Victoria-gritó desde las gradas- ¿Me ayudas a recoger la piscina pequeña?-

Los pequeños del cursillo de natación habían utilizado pelotas para la clase de hoy, además de churros y colchonetas, y la piscina había quedado muy desordenada con todo el material esparcido. Estaba cansada, pero no tenía nada más que hacer aquella tarde, así que le respondí que le ayudaría.

Nos costó un buen rato meterlo todo en las bolsas, pero al final conseguimos recoger el desastre que los pequeños habían generado.

-¿Dónde dejo las bolsas con el material?- le pregunté

-Dile a Ana, ella te dirá dónde-

Ana era la socorrista de la piscina, era muy maja y nos trataba muy bien a todos, aunque a veces cuando llegábamos tarde nos hacía quedarnos cinco minutos más nadando, hoy les había tocado a Ethan y a Joseph.

Fui a la cabina del socorrista y le pregunté a Ana dónde tenía que dejar el material, ella me respondió que siguiera el pasillo que había desde los baños y que ahí encontraría una puerta en la que ponía material, también me dijo que si la puerta estaba cerrada que le preguntara a el señor de la limpieza que me la abriera. Le di las gracias mientras ella cerraba la cabina de los socorristas porque ya había acabado su turno, y me dirigí por el pasillo arrastrando la bolsa del material hasta la sala del material. 

La puerta se encontraba abierta, y daba paso a una gran sala con escasa iluminación repleta de material para la piscina, había desde aletas hasta tablas, además de gafas y gorros por si a alguien se le olvidaban. Pase la puerta y encendí el interruptor, de las dos lámparas del techo solo se encendió una, y ni siquiera funcionaba bien, puesto que no paraba de parpadear.

Suspire y arrastre la bolsa del material hasta la estantería que le correspondía, pero antes de que me pudiera dar la vuelta algo me proporciono un fuerte golpe en la cabeza que hizo que perdiera el equilibrio y finalmente me desmayara sin fuerzas en el suelo.

Cuando abrí los ojos apenas podía ver nada, una especie de neblina provocada por el golpe no me dejaba enfocar bien la mirada. La cabeza me daba vueltas y casi no podía mover los brazos ni las piernas, aunque eso seguramente fuera por el entrenamiento, de repente oí algo a mi espalda, me intenté girar pero no podía, tenía las manos y los pies atados a una silla. Intentaba gritar, pero el miedo me bloqueaba, lo único que podía hacer era moverme para soltarme de las ataduras que me ataban a la silla.

Entré en pánico, no podía moverme ni gritar, y no sabía dónde estaba porque las luces estaban apagadas y no me acordaba de nada después del golpe. Estaba completamente atrapa con Dios sabe que y no podía ver ni gritar ni acordarme de nada.

De la nada apareció una silueta negra entre el humo que mi vista me provocaba. No podía distinguir ningún rasgo, no podía distinguir ni el color de los ojos ni el del pelo, ni siquiera sabía si tenía el pelo largo corto o recogido. Tampoco sabía como sonaba su voz porque no había hablado.

En ese momento se me paró el corazón, la silueta humana tenía algo en la mano, y no era un objeto cualquiera, era un cuchillo de carnicero.

Su mano rápida y ágil coloco el cuchillo sobre mi corazón, y tras sacarme una mirada de puro terror lo hundió limpia y profundamente.

Un grito de terror me subió por la garganta, notaba la sangre, mi sangre brotándome del pecho y cayéndome sobre los muslos y manchándome las manos. Notaba como la vida se escapaba de mi cuerpo, y mis intentos por sobrevivir servían de tanto como tratar de agarrar el viento.

Finalmente mi cuerpo dejó de moverse, mis pulmones no funcionaban y mi corazón dejó de latir.

Yo veía la escena como un espectador, desde fuera. Veía mi cuerpo sin vida cubierto de sangre, y mi rostro, con una mirada de terror sin el brillo de la vida.

Vi como La Sombra volvía a empuñar el cuchillo y me cortaba el dedo meñique de la mano izquierda, y lo metía en un frasco pequeño de color negro con el fin de no dejar ver su contenido.

Todavía veía todo borroso del golpe, pero me di cuenta de un detalle del que no me había dado cuenta antes, La Sombra llevaba guantes, no sé por qué ni para qué, pero los llevaba. Le grité todo lo que se me ocurrió, acababa de matarme, pero a pesar de mis esfuerzos no me oía.

Vi como arrastraba mi cuerpo fuera de un cuarto cerca del de material en el que me había golpeado. Vi como arrastraba mi cuerpo sin vida hasta un contenedor fuera de las piscinas, y lo cubría con bolsas de basura para que nadie lo viera.

La Sombra se volvió a meter en las piscinas, se puso lo que parecía un neopreno y se metió al agua con el bote negro y un destornillador.

Utilizó el destornillador para abrir una rejilla en el fondo de la piscina, donde cuidadosamente metió el bote negro y utilizando el destornillador la volvió a cerrar.

En ese momento me percaté de que tampoco podía tocar ningún objeto, pero aún así lo intenté con todo, no pude levantar la toalla de donde la había dejado, ni las chancletas del suelo. Pero me fijé que el reloj no se movía, las tres agujas que marcaban la hora se habían parado, me coloque debajo del reloj con la intención de buscar algo en lo que subirme para llegar al reloj; no sé porque pero algo me decía que tenía que tocar el reloj.

Como si mi fuerza de voluntad me decía que siguiera, hasta que por ningún motivo aparente el reloj se cayó de su sitio. Rápidamente fui a cogerlo, pero no me esperaba lo que vi.

Con una lágrima callándome por la mejilla vi el rostro de La Sombra, la persona que me había quitado la vida.

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N/A

Hola a todxs mis lectorxs, aquí tenéis el 2º capítulo de este libro. Espero que lo disfrutéis mucho y que sepáis que me ha costado, pero como prometí aquí lo tenéis. Se que al principio del capítulo hay muchas referencias a la natación, por eso si tenéis alguna duda no dudes en preguntármela. No sé si la semana que viene podré subir el siguiente capítulo porque estaré algo ocupada, pero para dentro de dos semanas seguro que la subo. 

Un abrazo virtual,

Ainhowah 😘

Donde el agua se tiñe de rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora