Capitulo 18

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Me habían informado acerca de la salud de la señora pero no podía quedarme hasta que la dieran de alta así que nunca tuvo la oportunidad de agradecer y me desconcertaba el hecho de que estuviera allí .

La miré.

-- La recuerdo, pero no comprendo que hace aquí.

Miraba la tumba de mí hijo, pareciera que estaba enterrada en su propio mundo hablandome tras un cristal, sus palabras eran lejanas pero no ausentes y su serenidad me tranquilizaba.

-- Cuando supe quién me había salvado quise agradecerle pero no pude contactarla--se dignó a mirarme y regalarme una sonrisa llena de nobleza-- No pude encontrarla pero encontré a su hijo-- cerré los ojos por un breve momento eso había tocado mi alma- Decidí cuidar de él en agradecimiento.

Asentí y sonreí ante las palabras, porque aunque esa tierna anciana tan solo había sido guiada por su necesidad de agradecer para mí el gesto significaba demasiado.

-Muchas gracias, pero creeme no hace falta que me lo agradezca- dije apenada no sólo por el momento si no también porque aquella dulce señora que no tenía parentesco alguno con mi ángel, había hecho lo que me correspondía a mi, cuidar de su tumba.

--Quiero hacerlo sí usted me lo permite, el lugar me traído tanta paz estos días que mis visitas dejaron de ser solo un acto de agradecimiento, si un gesto que me otorga a mi misma la tranquilidad que necesito.

-- Admito que el lugar guarda cierta paz consigo, incluso aunque el dolor de ver su nombre grabado en esa lápida siga rasgando mi alma pues no creo que ninguna madre se acostumbre de ver una lápida en vez del cuerpo vivo de su crío, duele incluso si siento que su alma está cerca cuando vengo y aunque de alguna extraña manera mi espíritu sigue abrazandose al de él, mientras le susurro al aire  que lo amo y extraño. Este lugar contiene su magia, sus girasoles que se mueven a la sintonía del padre sol-- sonreí-- su amigo felpa enterrado ahora también con pequeños girasoles al rededor, y él que siento en el alma que sigue correteando en una realidad alternativa. Con su sonrisa de ángel.

Con unos ojos cálidos y una sonrisa serena, puso una mano en mí hombro, agradeció por segunda vez y se marchó prometiendo que volvería. Me encerré la soledad de aquel inmenso lugar, en esa soledad en la que podía sentarme y hablar con el vacío, encontrando respuestas en mi propio interior.
O través imaginé, porque no me cansaba de hacerlo: una vida con él a mí lado, buscándolos diariamente en la escuela y no en un triste cementerio dónde los colores y la viveza de las flores me recordaban constantemente la felicidad que habia perdido y el luto de mi alma, un cuerpo al que ya no podía ver ni mucho menos abrazar,  todo lo que quedaba eran recuerdos y conversar con el aire, esperando que ésta le llevase el mensaje a dónde quiera que su joven alma estuviera descansando.

Ya era costumbre que la noche me topara en ese lugar, la luz de la luna irradiaba, ésta vez sin compañía de las estrellas, mi niño solía decir que cuando las estrellas no adornaban el cielo junto con el satélite natural, era porque el sol se los había pedido prestado-- sonreí ante el recuerdo y luego salí pidiendo otro taxi.
Había estado esperando en una banca que se encontraba frente al lugar, no tenía prisa por irme sin embargo la oscuridad me ponía nerviosa mientras esperaba, desde aquella noche ya no me fiaba de la luz de la luna como protección.

- Señorita, ¿Dónde la llevo?-- el taxi había llegado.

Le dí la dirección de la agencia, él taxista ofreció cerrar la ventanilla que separaba el espacio entre ambos pero negué con la cabeza.
Me gustaba viajar en silencio, me encantaba observar las luces de los edificios mientras las ruedas del auto rodaban hacia el frente-- Chabe, eres una romántica-- sonreí al pronunciar aquello con voz de Clara en mi mente.

Él  taxista no vió la luz roja y su distracción nos llevó a centímetros de otro coche.

- POR FAVOR ¡TENGA MÁS CUIDADO!-- solté alterada.

El chófer del otro auto abrió la puerta.

- Creo que le debe una disculpa a esa persona.

Me fijé en él hombre cayendo en cuenta que era Leonardo --claro el auto es idéntico -- recalqué aunque no había podido imaginar encontrarme lo de nuevo este día, igual de invasivo que que histérica noviecilla. Él enojado esta vez era él pues bajó con cara de querer darle fin a la vida de quién casi le choca sus millones de dólares en auto-- el muy hipócrita.

--No es necesario que se moleste al bajar, yo me encargo de él.

-¿QUÉ LE PASA? FÍJESE POR DÓNDE VA, ¿ESTÁ LOCO?- el hombre echaba humos, pero que hipócrita, me repetía.

Bajé con una sonrisa de ironía en mi rostro.

-Oye, Leoncillo que no se te ocurra rugir en medio de la calle, eh.

-Debe estar bromeando -- puntualizó.

- ¡Sí! ya ves, con ésto quedamos a mano por lo de hace rato. Ni te preocupes que no te voy a rasgar el coche.

-Bueno es que yo no puedo revisar el taxi o multarlo, tampoco puedo manosear al chófer como lo hizo usted conmigo - soltó con sarcasmo.

-- solté una risa- En lo primero no discrepo, pero en cuanto a lo otro, ganas no te faltan chamaco.

--¿No cree qué es algo tarde?- arqueé una ceja por su drástico cambio de tema.

-- La noche sigue siendo joven para quienes no estamos amarrados con unas sortijas de compromiso.

--me dedicó la sonrisa más seductora que pudo y casi suelto un suspiro... "PATÉTICO"-- Pues me preocupa su seguridad con ese taxista que la está transportando, muy centrado en la carretera no parece estar.

-- no lo dejé terminar- ¿Está proponiendo llevarme?-- prácticamente estábamos gritando en medio de la calle como dos locos.

-Claro, no cobro mucho-- Que degenerado, ¿Qué pensaría miss histérica si viese ésto?

Bajo Luz de Luna (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora