Capitulo 29

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El taller no era tan amplia como la que teníamos en Estados Unidos, sin embargo contaba con todo lo necesario.

Vimos a Clara debajo de un Ford Mustang blanco, se encontraba concentrada y no se dió cuenta de nuestra presencia, supuse que ese sería mí coche y en definitiva no estaba mal.

--Muy de tú estilo - usó del sarcasmo y empezó a reír pues el auto no era deportivo.

-- Bueno está bien, no es muy mí estilo pero tampoco está mal.

Clara oyó nuestras voces y salió con unas herramientas en mano, se levantó con una sonrisa.

-- ¿Lista para ver tu nuevo bebé?

--¿Qué? ¿No es éste?-- cuestionó él, sorprendido.

--Por supuesto que no es éste.

Sacó un control remoto de su bolsillo y apretó el botón dejando a la luz un Fort GT del año, negro con una capacidad de 350 km/ h  y el interior era un igual de hermoso, conocía ese tipo de coches y Clara sabía de mis gustos, la miré sonriendo embobada.

-- Estoy resistiendo todas mis ganas de besarte- subí al auto.

--Y yo feliz porque creía que era él otro.

--Jamás dejaría que mí mejor piloto usara eso, Isa ¿Te gusta? - se acercó a la ventanilla.

-- Por supuesto ¡Jack! ¿Puedes meter las cosas al valijero?-- guiñé, pues molestarlo era mi pasatiempo favorito.

--Claro jefa-- Jack sonrió irónicamente.

--¿Ya te vas?-- cuestionó la rubia.

--Eso dice-- era él rey del buen humor.

-- Sí cariño, ya me voy - guiñé.

Sin más palabras encendí él motor. Pensar  mientras viajo es algo característico e inevitable de mí, las largas carreteras son un suspiro de paz; admirar los autos sabiendo que cada persona vivía en un mundo tan diferente pero en el mismo planeta era extraordinario, me fascinaba que en tan pequeño planeta la vida fuera tan infinita y diversa-- como siempre divagaba y con los ojos puestos en él camino recordé a mí novio-- ese hombre tan perfecto-- pensé-- si me viera así no me hubiera reconocido, quizás se enfadaría, quizá tendría miedo de lo que estaba por hacer. Entré en una conversación interna conmigo misma gran parte del camino hasta que recordé que Lucía estaba leyendo mis pensamientos.

--¡Joder! ¿Lucy has estado...?

--Sí-- sin darle mayor importancia--¿En dónde estás?  no te sientas mal eres una tremenda mujer ahora mismo - empezó a reír.

-- su risa me contagió - A 2 cuadras.

--Genial, Clara está conmigo.

-- Perfecto ¿Todo funciona bien?

--A la perfección.

-- Estoy apunto de llegar, ignora mis palabras enfócate en lo que ocurre en mí cabeza.

--Dalo por hecho.

Estacioné el auto entregando las llaves al guarda coches, con un ligero movimiento de mi mano llevé mi cabello para atrás, saqué los maletines  justo cuando alguien vino a ayudar con las maletas.

-- Buenas tardes - dí mí mejor sonrisa - Soy Fabiola Sánchez ¿Qué habitación me reservaron?

Recepcionista: La 103, está en él segundo piso a la derecha ¿Quiere que llame a alguien más para qué le ayude con sus cosas? - miró los dos maletines que llevaba.

-- No, puedo con ellas.

Lucy era una genio-- pensé-- y ella claramente se enteró de ello porque dijo que lo sabía.

El cuarto otorgaba una buena vista de la vivienda que se encontraba justo ante mis ojos -- sonreí tirando las cosas en la cama y me senté en el sillón frente a la ventana.

--Aquí le dejo su equipaje señorita.

-- Muchas gracias-- saqué una propina para él.

--Gracias a usted ¿Necesita algo más?

-- No por ahora.

Después de unos minutos empecé a aburrirme, conversaba con los chicos preguntando si todo andaba bien, Lucia ya había conseguido escanear todas las cámaras los alrededores, me levanté dando vueltas cómo una de esas personas que esperan en las salas de cirugía del hospital, esas personas angustiadas que no saben que hacer pero no quieren quedarse con los brazos cruzados, quizás  yo no estaba angustiada pero a mí lo que me mataba era él aburrimiento, justo cuando pensé que mí paciencia se había agotado ví la silueta de una mujer saliendo de la casa, bajé corriendo por los escalones y pedí las llaves de mí auto.

Con suerte encontré a Samira esperando un taxi, se la veía apurada y paré él coche bajando la ventanilla.

-- Hola ¿Necesita un aventón? puedo ayudarla - mí acento latino se hizo notar.

--No, no se preocupe señorita tengo fé en que ya encontraré un taxi.

-- No hables con extraños - sonreí - Supongo que esos dichos también funcionan aquí.

-- Supongo que no aplica para extrañas que usan un traje súper caro y un auto espectacular.

-- Ya veo que eres una niña inteligente.

En mi experiencia he encontrado diversas formas de convencer a las personas, diferentes formas de manipulación para que terminen haciendo lo que deseas que hagan, la que mejor me funcionaba era la del coqueteo aunque odiaba usarlo funcionaba y después de hacerla sentir bonita e inteligente con sonrisas y miradas ella se dió.

--¿Sabe qué? está bien de todos modos ya he esperado mucho y no ha llegado ningún taxi. Claro dependiendo de dónde va usted.

-- Quiero ir a una cafetería pero no conozco ninguna.

--Yo conozco una bastante buena, de hecho me dirigía allí.

Bajo Luz de Luna (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora