Prologo - A un viejo destino

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No había nada.
No olía. No veía. No sentía. No escuchaba. Estaba totalmente despojado de sus sentidos, pero estaba ahí, en la nada. Un "lugar" sin dimensiones, sin medidas, ni colores. Una "cosa" sin explicación. Un punto medio entre "eso" y la vida.

Aunque no existía ningún tipo de sonido en ese momento, todo gritaba "haz muerto", "¿que harás ahora?", "estas muerto", "estas muerto". Ni siquiera era una voz, tampoco una sensación, porqué no tenia cuerpo. Solo era algo que podía "saber" de forma precisa.
No tenia miedo, ni ansiedad; tampoco tristeza. Y antes de darse cuenta, podía ver su propia vida pasar delante de si mismo.

La re-construcción del nuevo mundo, los días en los que cuidaba a los hijos de Masrur, esos momentos de arduo trabajo, el nacimiento del primogenito de Sharrkan, la muerte de ese hombre... Todo estaba ahí.

.

Las visiones siguieron hasta el momento en el qué se conocieron en la celda. Era como si su vida hubiese comenzado en el instante qué fue salvado de caer en la depravación. Ya que el asesinato de sus padres no podía "recordarlo".
Pronto algo hizo que se estremeciera, por decirlo así. Toda esa compasión y amor de parte de esa persona lo inundaba, lo rodeaba, lo abrazaba.
Rápidamente la misma "voz" o "ruido" le gritaba "ya haz tomado tu decisión".

Todo se apago de repente, y lentamente, abrió sus ojos para encontrarse con la brillante estrella a la que los humanos llamaban Sol.


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Historia de un amor al que se lo llevaron los pajarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora